La albiceleste quedó segunda de su grupo de clasificación tras Colombia, que le endosó un doloroso 0-5 en casa y, quedó abocada a una eliminatoria contra los australianos para no verse fuera del Mundial por primera vez desde 1970, tras dos títulos y una final en las últimas cinco ediciones disputadas.
Después de tres años de ausencia y con una sanción por dopaje de por medio Diego Armando Maradona regresó al rescate de la albiceleste. Con 33 años, sin equipo y tras un intenso mes de entrenamientos “El Pelusa” logró rebajar 15 kilos para llegar en buen estado a aquel repechaje.

Todo o nada
El 31 de octubre de 1993 se disputó el encuentro de ida en Sidney. Los argentinos se adelantaron por medio de Abel Balbo, que culminó una gran jugada del “10” y, antes del descanso Aurelio Vidmar hizo el definitivo 1-1, dejando todo abierto para la vuelta en El Monumental.
17 días después. Buenos Aires. Todo o nada. Una final. Argentina contiene la respiración ante la posibilidad de quedarse sin Mundial. Algo que sería un drama para la nación.
La tensión hizo acto de presencia durante todo el choque. Poco fútbol. Menos ocasiones. Un partido muy trabado que solo desatascó el tanto de Gabriel Batistuta en el 59’.

El delantero centró desde el lado izquierdo del área, tocó en un zaguero y la pelota hizo una parábola imposible para el portero australiano. 1-0. Argentina aguantó el resultado y se metió en la Copa del Mundo, meses después “le cortaron las piernas” a Diego cuando parecía resurgir, pero esa ya es otra historia.
Años más tarde el “10” reconoció que antes del encuentro en Australia les dieron un “café veloz” con una sustancia que les hizo correr más y, no hubo control antidoping. Poniendo la sombra de la sospecha sobre la intermediación de Julio Grondona para que Argentina estuviese en aquel Mundial sí o sí. Más leña al fuego para la teoría de la conspiración.