El día en el que Diego Armando Maradona se convertía en el futbolista con más partidos disputas en la Copa del Mundo (21), récord superado posteriormente por Maldini (23), Klose (24) y Matthaus (25), la fiesta se tornó en tristeza al conocerse su positivo por efedrina. Aquel fue el último partido del “10” con Argentina.
Cinco días después fue suspendido por la FIFA durante 15 meses sin posibilidad de apelar. Julio Grondona le expulsó del hotel de su selección y el futbolista visiblemente afectado en una entrevista esgrimió su famosa frase: “Me cortaron las piernas”.
La noticia cayó como un jarro de agua fría en la concentración de la albiceleste que cayó 2-0 en el tercer partido de la fase de grupos ante Bulgaria y quedó eliminada en octavos de final ante Rumanía, una de las grandes revelaciones del torneo.
Argentina había empezado muy bien aquel campeonato en tierras estadounidenses goleando 4-0 a Grecia con un hat trick de Batistuta y el que fue el último gol de Maradona con la camiseta de su país, aunque en aquel momento nadie lo sabía.
“El Pelusa” se preparó a conciencia para el torneo tras haber disputado apenas 5 encuentros en su paso por Newell’s Old Boys a finales de 1993. Pese a ello Alfio Basile hizo honor a su palabra y le esperó para incluirle en la convocatoria al ver su gran estado de forma, pese a los 33 años y la cantidad de golpes y excesos que llevaba soportados su cuerpo.
¿Conspiración o error médico?
Al mismo tiempo que Maradona se mostraba apesadumbrado por la oportunidad perdida apuntaba a los más altos dirigentes del máximo organismo del fútbol internacional como los organizadores de un complot para hundirle, en un momento en el que empezaba a levantar cabeza tras la primera sanción por dopaje en 1991.
La efedrina es una sustancia que se puede encontrar en numerosos medicamentos para aliviar los síntomas de catarros o gripes, pero está prohibida en el deporte profesional por su poder estimulante ingerida en grandes dosis.
El técnico de la albiceleste preguntado por el dopaje de Maradona aseguró que pocos días antes del debut toda la plantilla se sometió a pruebas en Harvard y todo estaba en orden. Afirmación que no hace más que cargar de argumentos a la teoría de la conspiración.
Para protegerla la FIFA cambió el nombre a la auxiliar Sue Carpenter por el de Ingrid María, que casualidades de la vida habló con uno de los médicos de la albiceleste en el túnel antes de ir a buscar a Diego y este le dijo: “Andá a buscar a Maradona. Asi salís en la tapa e los diarios. Vení que le digo que le toco el doping”. No esperaba obviamente la trascendencia que tendrían sus palabras, así como la imagen que se dio inmediatamente después.
Lejos de la teoría de la conspiración los hay que piensan que aquel dopaje de Maradona se trató de un error médico al suministrarle un complemento vitamínico que contenía una sustancia, que de haber tomado en tan alta proporción se habría dormido sobre el césped. Sea como fuere aquel 25 de junio de 1994 le cortaron las piernas a Maradona y por extensión a toda Argentina.
El principio del fin
Tres años antes tras un choque entre Nápoles y Bari se produjo la primera sanción por dopaje para Maradona. 15 meses sin fútbol tras dar positivo en cocaína. La “dama blanca” que tantos quebraderos de cabeza le dio durante su vida.
Poco después fue detenido en Argentina por tenencia de estupefacientes. Su descenso a los infiernos era imparable.
Ya nada volvió a ser igual. Nunca volvió a vestir la camiseta del Nápoles y la sanción dio paso al inexorable declive del mejor futbolista del planeta, que tras la segunda sanción por dopaje regresó a Boca Juniors en 1995 para colgar las botas tres años después, poniendo el triste epílogo a una carrera portentosa.