La selección colombiana saltó al Antonio Vespucio Liberti, conocido como El Monumental, antes que la albiceleste ¿El motivo?
Tenían hambre de fútbol. Mucha hambre. En la tierra donde «Gabo» inventó el realismo mágico a veces sucede lo imposible, y, esa noche sus paisanos derrocharon magia sobre el césped.
Fantasía cafetera fue lo que se vio aquel 5 de septiembre de 1993, ante la atónita mirada de 70.000 argentinos, entre ellos el Diego, que abarrotaban las gradas del campo de River.
Argentina había levantado pocos meses antes la Copa América, era la segunda consecutiva, tras la conquistada en 1991. Entre ambos torneos no habían perdido ningún partido, como tampoco doblaron la rodilla en la Copa Confederaciones.
Es decir, habían ganado los tres últimos torneos en juego sin una sola derrota, y, venían de jugar la última final de la Copa del Mundo. Aquella que perdieron en Roma frente a Alemania.
Las expectativas eran altísimas de cara al torneo que se iba a jugar en Estados Unidos el siguiente verano.
Era el último partido de la ronda clasificatoria. Colombia y Argentina se jugaban la plaza que daba acceso directo al Mundial.
Realismo mágico sobre el verde
Como era de esperar los locales tuvieron un arranque fulgurante. En su equipo tenían figuras de talla mundial como Ruggeri, Redondo, Simeone o el infalible ariete Gabriel Batistuta.
Por su parte, la selección colombiana se presentaba con un ataque temible comandado por “El Pibe” Valderrama y sus excelentes escuderos Freddy Rincón, Asprilla y el “Tren” Valencia.
El “10” colombiano tocó su primera pelota antes del minuto 2, ahí comenzaron los silbidos de la hinchada argentina hacia “El Pibe”. Ironías de la vida. 90 minutos más tarde saldría ovacionado del estadio. La afición rival supo reconocer el buen fútbol.
Tras el arreón inicial de los locales, los cafeteros con el capitán al mando se hicieron dueños del encuentro. En el 12’ Valencia dio el primer aviso con un disparo cruzado.
Nadie regalaba nada y las buenas jugadas colombianas se entrelazaban con duras entradas de ambos contendientes por la disputa del balón.
Mediada la primera parte Valencia recibe en el área, recorta a su zaguero hasta dejarle en el suelo y, su duro lanzamiento es repelido por Goycoechea.
Instantes después Batistuta tuvo la suya, quien sabe lo que hubiese sucedido de adelantarse Argentina en el marcador. Pero eso es fútbol ficción.
No fue ficción el susto que se pegaron todos los espectadores de El Monumental al ver como un avión de pasajeros pasaba muy cerca de la grada. El comandante era muy futbolero y esta peligrosa “gracieta” le costó la suspensión.
Tras el partido el humor negro salió a relucir entre los hinchas argentinos con la siguiente macabra afirmación:
El pánico se trasladó de la grada al campo. Al filo del descanso Valderrama mete el balón en profundidad para la imponente cabalgada de Freddy Rincón, que regatea a Goycoechea y marca a placer.
Un rodillo colombiano
Si en la primera mitad los colombianos habían dominado sin demasiada fortuna de cara a portería. La segunda fue un monumento al fútbol y a la eficacia.
Apenas a los 8 minutos de la reanudación. Rincón pone el balón en largo, Asprilla hace un control antológico, le rompe la cintura a Borelli y pone el segundo en el marcador.
Valderrama era el dueño y señor del partido. Protegía la pelota, la distribuía con criterio y asistía a sus compañeros. Normal que saliese ovacionado tras aquella majestuosa exhibición en El Monumental.
Cada vez que rondaban la meta de “Goyco” se le encogía el corazón a la grada, mientras que los suyos lo intentaban a la desesperada y sin criterio alguno.
Así se llegó a los minutos de la locura, del 72’ al 74’. Tras una embarullada jugada, Leonel Álvarez pone un centro al área y el disparo mordido de Rincón se convierte en el tercero.
Sin tiempo para reaccionar Asprilla roba un balón a la zaga albiceleste se escapa en carrera y salva la salida del portero con una vaselina preciosa.
Dos de “El Tino” y dos Freddy. 0 a 4 en electrónico. Inaudito. Pero aún quedaba más café en el tintero.
Los “olés” de la grada eran para los visitantes. Los suyos ya no podían hacer nada, su destino mundialista estaba en manos de peruanos y paraguayos.
Perú llevó cierta calma a los argentinos marcando en Lima. En El Monumental los colombianos ajenos a todo seguían a los suyo. A cinco minutos para la conclusión “El Tren” apuntilló a los locales con la “manita”.
Balón largo de Valderrama. Rincón pone el temple, espera la llegada de su compañero y filtra un pase entre tres argentinos. “El Tren” que llegaba como una bala la desvía ligeramente para hacer el quinto. Delirio colombiano.
A por la estrella
Colombia lideró la clasificación en la Conmebol con 4 victorias y dos empates. 13 goles a favor y sólo dos encajados. Además de infligir la peor goleada sufrida por Argentina en su territorio.
La albiceleste por su parte, tuvo que recurrir a la repesca australiana para llegar al Mundial “yanqui”.
Dos meses después una victoria por la mínima ante los “Socceroos” en El Monumental selló su billete mundialista.
Este partido cambió la historia del fútbol colombiano. La afición lo tenía claro. La Copa del Mundo tenía que ser suya. Esta generación iba a hacer historia.
Una serie de catastróficas desdichas tumbaron el sueño cafetero. Las derrotas ante la anfitriona y ante Rumanía hicieron inútil la victoria frente a los suizos en la tercera jornada.
Fuera del Mundial a las primeras de cambio, pero el golpe más duro vendría después. El futbolista Andrés Escobar fue asesinado en Medellín. Otro día trataremos aquellos hechos que empezaron con un gol en propia puerta.
Igual el problema estuvo en poner demasiado alto el listón. La contundente victoria en El Monumental disparó el optimismo. Al menos esta maravillosa generación y todo el país cafetero, tuvieron una noche gloriosa.