Para los ingleses es el homónimo de Beckenbauer, el mejor defensa que ha dado Reino Unido. Un central de esos que antes no se llevaban y ahora tan de moda, con buen desplazamiento de balón.
Sus atributos físicos chocaban con los de los centrales de la época. Espigado y ágil, con aspecto de poco contundente. Destacó por una privilegiada visión de juego, que le proporcionaba una colocación y capacidad de anticipación excepcional. Debido a esto recibió muy pocas tarjetas en su carrera.
Bobby Moore nació en 1941 en un suburbio londinense y desarrolló la mayor parte de su carrera en el West Ham United. Alguna temporada en el Fulham y un breve salto al futbol norteamericano antes de su retirada en 1978. Su palmarés no está a la altura de su dimensión futbolística, apenas una FA Cup (1964), una Recopa de Europa (1965) y el Mundial del 66.
Una inoportuna visita
Justo antes de disputar el Mundial México 70, el entrenador inglés, Alf Ramsey, decidió jugar unos partidos previos para adaptarse a la altura y que los jugadores ingleses se aclimatasen mejor. Se esperaba mucho de los vigentes campeones.
La primera parada de la gira sería Bogotá, donde debían enfrentarse a Colombia. Cabe recordar que había una gran polémica entre los ingleses y los árbitros sudamericanos, despreciando a estos por considerarlos de menos nivel que los europeos.
No había una buena relación entre la Europa y Sudamérica futbolística desde los polémicos arbitrajes del último Mundial disputado en tierras británicas. Pelé terminó lesionado, Rattin expulsado incomprensiblemente…etc.
La historia fatídica comenzó el 18 de mayo del 70, los dos Bobbys, Moore y Charlton decidieron darse una vuelta por la famosa joyería Green Fire en busca de un regalo para sus mujeres.
Moore cogió y observó durante un buen rato un brazalete de oro y esmeraldas, que finalmente no compró, a la espera de volver en otro momento y no cargar con la pieza todo el viaje.
Esa misma tarde la vendedora de la joyería avisó al dueño y dijo que la joya había desaparecido y éste denunció la desaparición. Los dos jugadores accedieron voluntariamente al registro de la policía, que no halló nada.
Dos días después goleaban 0-4 a los cafeteros y para continuar su gira que los llevaba hasta Quito para medirse a Ecuador a los que se impusieron por 0-2. Por último, para volar a México debían hacer escala en Bogotá.
El dichoso brazalete
Aunque se planteó la posibilidad de cambiar la ruta hacia el país azteca, haciéndolo vía Panamá, Ramsey desestimó dicha posibilidad y decidió cumplir con la ruta establecida.
El mismo día de su llegada el equipo pasaba la tarde en el cine cuando la policía irrumpía en la sala y se llevaba detenido al bueno de Moore acusándole del robo del brazalete.
El dueño de la joyería y su empleada habían declarado haber visto a Bobby Moore esconder la joya. El caso había saltado a los medios que azuzaron a la opinión pública contra la selección de los tres leones.
Hasta el primer ministro británico llamó al presidente de Colombia. La suerte del Imperio estaba en manos de la justicia colombiana.
La selección inglesa tuvo que partir hacia México sin su capitán, aquel que había levantado la Copa de manos de la reina 4 años atrás. Desde luego no empezaban con buen pie.
Mientras en Londres los aficionados («hooligans«) rodearon la embajada colombiana y tuvieron que ser dispersados por la policía.
En Colombia, tras declarar durante horas, dormir en el calabozo y demás penurias, el presidente de Millonarios, Alfonso Senior (el que vendió al Real Madrid los derechos de Di Stéfano) personaje de gran relevancia n Colombia y miembro destacado de la FIFA se ofreció para mediar en el conflicto.
Incluso ponía su casa a disposición de Bobby Moore para que pudiera cumplir con el arresto domiciliario. El capitán inglés durante ese tiempo entrenó con las categorías inferiores de Millonarios para no perder la forma.
Libre a tiempo
Inglaterra tuvo que enviar como fianza la cuantía equivalente al valor del brazalete y comprometerse a que el jugador no se fugaría.
Entre tanto, el seleccionador Ramsey para avivar más si cabe el conflicto declaró ante la prensa que para que iba a robar Bobby Moore el dichoso brazalete si podía comprar la joyería entera. Esto enfureció aun más a los colombianos.
Los esfuerzos del Foreing office consiguieron finalmente la libertad condicional de Moore. El 28 de mayo volaba a México con 3 kilos menos, tras el pago de una cuantiosa fianza y una declaración jurada avalada por el Gobierno británico de que volvería para el juicio.
Tal era su importancia en el equipo que incluso jugó el 2 de junio frente a Rumanía, donde lograron imponerse por 1-0.
Días después, en su enfrentamiento contra Brasil durante la fase de grupos, Pelé quiso mostrarle su respeto regalándole la camiseta, lo que se interpretó como gestó de solidaridad y apoyo al capitán inglés.
Aunque es lo de menos, los alemanes apearon a los ingleses en cuartos de final, tomándose la venganza por la final perdida cuatro años antes en Wembley.
Un gentleman del fútbol
Como había prometido el jugador volvió a Colombia para el juicio. No tardaron en aflorar las contradicciones en la declaración del dueño de la joyería y de la empleada.
Finalmente, el dueño admitió haber robado el brazalete y fue condenado. Bobby Moore fue absuelto, aunque la sentencia no tuvo la repercusión mediática que tuvo su detención.
Al bueno de Moore se lo llevó un cáncer a los 51 años, y por cierto sin que se le concediese el título de Sir, que parece una tontería, pero es la forma en la que los británicos homenajean a estos caballeros del Imperio.
En cambio, si lo recibieron con Hurst, Charlton o el propio Ramsey, mientras que se privó del título al verdadero gentleman del combinado inglés.