Il Divino Codino dejó su Vicenza natal en 1985 para fichar por la ACF Fiorentina, donde tras una primera temporada aciaga por su maltrecha rodilla, poco a poco fue mostrando su calidad hasta convertirse en un icono para la hinchada viola.
En el fútbol moderno es normal ver en Italia el trasvase de jugadores entre los grandes clubes, pero en los años 80 no era algo tan común y, sobre todo un acto que no se perdonaba fácilmente.
Las dos últimas temporadas de Roberto Baggio en la Fiorentina fueron espectaculares, con un balance de 43 goles en 87 partidos. Aún así, todo su buen hacer no fue suficiente para un equipo que aspiraba a más pero no tocaba metal, mientras «La Divina Coleta» ya estaba preparado para alcanzar las más altas cotas.
Dado su nivel la llamada de un grande no se haría esperar. Y así fue. La Juventus veía como sus rivales se repartían el Scudetto desde la 1985-1986 y querían dar un golpe de efecto para recuperar su liderazgo en el fútbol italiano.
El comienzo de una enconada rivalidad
El 18 de mayo de 1990, tras muchos rumores saltó la noticia que ningún aficionado viola quería escuchar. El club bianconeri pagó 2.200 millones de las antiguas pesetas para hacerse con los servicios de Roberto Baggio.
De esta forma el crack italiano se convertía en el fichaje más caro de la historia y a sus 23 primaveras pasaba a embolsarse 160 millones de pesetas al año.
El jugador declaró que no quería abandonar la Fiorentina, pero los directivos vieron en aquel millonario traspaso la mejor solución para cuadrar las cuentas del club.
Solo dos días antes de hacerse oficial el fichaje de Roberto Baggio por la Juventus los bianconeri habían ganado la Copa de la UEFA, precisamente ante la Fiorentina.
Como podéis imaginar la rumorología se disparó al instante y entre la hinchada viola se extendió un sentimiento de profunda humillación. En apenas 48 horas se habían quedado sin trofeo y sin ídolo.
Es de bien nacido ser agradecido
Miles de aficionados se agolparon a las puertas del Artemio Franchi para hacer visible su enfado. El clima de tensión fue in crescendo hasta desatar una oleada de violencia en la capital de la Toscana, en la que ardieron camisetas con el “10” de Baggio y más de un coche, a lo que siguió una lamentable batalla campal con la policía.
El resultado de los altercados fueron 50 heridos y 51 detenidos, así como la sensación de inseguridad en un país en el que pocos días después arrancó la decimocuarta edición de la Copa del Mundo, obligando a reforzar los dispositivos en todos los estadios.
Roberto Baggio en su vuelta al campo de la Fiorentina con la camiseta de la Juventus se negó a lanzar un penalti y al ser sustituido recogió y besó una bufanda de su anterior equipo que le lanzaron desde la grada.