A nadie se le escapa que Real Betis y Sevilla FC nunca se han llevado bien. Con las pasiones que el fútbol desata es prácticamente imposible la cordialidad entre dos rivales que deben convivir cada día en la misma ciudad.
El primer derbi sevillano fue un amistoso disputado el 24 de febrero de 1909. Durante las primeras décadas del siglo XX los béticos acusaban a los sevillistas de gozar de un trato de favor de las autoridades. Un favoritismo que influía (según ellos) en las decisiones arbitrales.
Uno de los momentos cumbre de esta rivalidad llegó en 1918 en el marco del Campeonato Regional Sur. Una decisión de las autoridades provocó que los béticos a modo de protesta se presentasen con el equipo juvenil y cayeron goleados 22-0 ante los hispalenses.
Punto de no retorno
Si hay un momento que marca la rivalidad entre los dos grandes clubes de Sevilla fue el fichaje de Francisco Antúnez.
Rechazado por el Sevilla, llegó en 1941, con 19 primaveras al vecino verdiblanco. Allí jugó durante cuatro temporadas, alternando las posiciones de defensa y centrocampistas y, convirtiéndose en uno de los mejores futbolistas de la categoría.
En la campaña 1945-1946 el conjunto hispalense quería reforzarse y se fijó en él. Mediada la temporada ambos conjuntos se sentaron a negociar un traspaso que quedó fijado en la nada desdeñable cantidad de 81.000 pesetas de la época. El Sevilla quería al futbolista y el Betis necesitaba dinero fresco. La génesis del “Caso Antúnez”.
La noticia corrió como la pólvora entre los béticos y el presidente Eduardo Benjumea se echó atrás ante el descontento de su masa social. Alegaba que su firma no estaba en el documento del traspaso, pero sí la de su vicepresidente. El fichaje fue aprobado por la Federación Española pese a contravenir su propia normativa.
Antúnez era increpado por los béticos allá por donde iba y llegó a sufrir algún intento de agresión. El tema traspasó lo deportivo y cómo era común en la época se trasladó a la política. Los exiliados republicanos vieron en este traspaso la larga y autoritaria mano del franquismo en pro de un equipo capitalista y perjudicando a uno proletario. Incluso la Pasionario llegó a hablar sobre el “Caso Antúnez” en Radio Moscú.
El mismo fin de semana del traspaso el Sevilla debía visitar el Santiago Bernabéu para enfrentarse al Real Madrid en un trascendental choque por mantenerse en los puestos punteros de la tabla, mientras que el Betis viajaba a Tarragona. A ciencia cierta nadie sabía los colores que vestiría Antúnez aquel día. Finalmente de incógnito y separado de sus compañeros se subió en un tren hacia Madrid.
Escándalo nacional
Una vez finalizada la temporada y con el Sevilla como campeón, el Tribunal Superior de Deportes, dirigido por el general Moscardó (reconocido bético) decidió anular el fichaje y obligarle a regresar al conjunto verdiblanco.
El jugador ya no era bien recibido en un Real Betis que había caído al pozo de la Tercera División. Los verdiblancos clamaban venganza y pedían que se le quitasen los puntos a los hispalenses en los diez partidos que Antúnez había vestido su camiseta.
Esto no solo suponía la pérdida de su único título de Liga hasta la fecha, de haberse llevado a cabo la medida solicitada el Sevilla habría descendido a Segunda División.
En medio del caos y con múltiples litigios debido al “Caso Antúnez” dimitieron los presidentes de la Federación Española y de la Federación Sur, así como el máximo mandatario verdiblanco. Una auténtica escabechina.
El futbolista regresó al Sevilla FC y allí jugó hasta 1952, sumando a su palmarés una Copa. También jugó en el CD Málaga y colgó las botas en el Xerez CD en 1955.
Entrenó a varios clubes durante una década, entre ellos el filial sevillista, pero tras aquella polémica nadie del Betis quiso saber más de él. De hecho el 17 de agosto de 1994, un día después de su muerte, el entonces presidente verdiblanco Manuel Ruiz de Lopera se negó a guardar un minuto de silencio en su memoria. Hay heridas que nunca se cierran.
Existe una cláusula no escrita que indica que un jugador del Betis no puede vestir la camiseta del Sevilla y viceversa. De hecho el último que lo hizo fue entre las décadas de 1980 y 1990. El tinerfeño Diego Rodríguez.
Un comentario
Juvenil no, infantil. Jugaron hombres y derechos contra niños. Desde siempre el señorío del Sevilla.