Pero la historia que hoy os traemos no trata solo de sus grandes dotes como centrocampista llegador (que también), nos centramos más en un rasgo de su personalidad, la rebeldía.
Con su inconfundible melena rubia al viento levantó nueve trofeos con las camisetas de Borussia Mönchengladbach, Real Madrid y Alemania, a lo largo de 14 años de carrera profesional.
De todos ellos, quizá no sea el más importante, pero sí el más especial fue el que logró el 23 de junio de 1973 en el Rheinstadion de Düsseldorf. Su única Copa de Alemania, en la que pese a empezar como suplente jugó un papel fundamental en la victoria de su equipo.
¡¡Voy a jugar!!
Netzer empezó el choque en el banquillo, según su entrenador por una dolencia en un dedo del pie, desde donde vio como Wimmer adelantó a los suyos en el 24’ y Neumann hizo la igualada para el Colonia al filo del descanso. El 1-1 se mantuvo en el electrónico hasta el final del tiempo reglamentario.
Sus compañeros tuvieron que convencerle para que estuviese en el Rheinstadion, ya que, su primera idea fue hacer las maletas y marcharse directamente a su nuevo club.
Tras aquel partido iba a dejar el equipo de su vida rumbo al Real Madrid y en los planes de Netzer no entraba pasar sin pena ni gloria por su último partido con “Los Potros”.
Durante la segunda mitad Jupp Heynckes falló un penalti y el Colonia estrelló el balón dos veces en el larguero, en una de las finales más apasionantes en la historia de la Copa de Alemania.
En el primer minuto de la prórroga se dirigió al técnico Hennes Weisweiler y le dijo “Voy a jugar”. Así por su cuenta y riesgo decidió sustituir a su compañero Christian Kulik, con el que poco antes había charlado desde la banda reconociéndole este que estaba muy cansado.
Solo tres minutos después el destino dio la razón a su arriesgada apuesta, culminando una genial jugada, en la que tiró una pared con Bonhof y clavó un zurdazo en la escuadra para dar la victoria a los suyos.
Él se lo guisó y él se lo comió. En un acto insolente, saltándose la cadena de mando ingresó en el césped para conquistar su último título con la camiseta del Borussia Mönchengladbach. La guinda del pastel para todo un rebelde tras una década al servicio del club de su ciudad natal.
La década de 1970 fue la edad por antonomasia para los rebeldes, marcada por una feroz lucha de los jóvenes en busca de la libertad que se les había negado durante las décadas anteriores. Un tiempo de apertura en el que florecieron versos libres como Netzer.