En 1968 Italia ejerció como anfitriona de la Eurocopa e hizo de la suerte su mejor aliado. Podría decirse que llegó a esclavizarla a su antojo.
Por entonces la fase final solo englobaba semifinal y final y, a la “azzurra” le tocó medirse a la URSS, campeona en la primera edición y finalista cuatro años después. Los italianos llegaron tras el descalabro contra Corea del Norte en el último Mundial.
Obviamente todos los equipos que entran a un terreno compiten por ganar, pero el anhelo de los italianos parece más fuerte. Su manera de “agarrarse” a los partidos, su capacidad de sobrevivir en circunstancias adversas es única en el mundo del fútbol.
Algunos lo llaman suerte. Otros fe. Seguramente sea una mezcla de ambas con un gen competitivo único. Sin ir más lejos solo tenemos que recordar cómo conquistaron sus dos últimas Copas del Mundo, llegando al torneo con notables dudas y tras sonados escándalos en el campeonato doméstico.
Cada dos años se apela a la fortuna de la “azzurra” en los grandes torneos internacionales. No es infalible, pero desde su origen en 1968 nos ha dejado goles en el último minuto, penaltis in extremis o paradas inverosímiles, que les han servido para sumar unos cuantos trofeos a su palmarés y convertirse en una de las selecciones más potentes del mundo.
Nace la suerte del campeón
5 de julio de 1968, San Paolo acogió el duelo de semifinales entre Italia y la URSS que finalizó con empate sin goles El muro italiano aguantó estoicamente las constantes acometidas soviéticas. Entonces no se contemplaban la tandas de penaltis para resolver los empates tras la prórroga.
¿Cómo se decidió el finalista? ¡¡Con el lanzamiento de una moneda!! Tal y como indicaba el reglamento el colegiado alemán se metió en los vestuarios junto a ambos capitanes mientras 70.000 almas esperaban expectantes en las gradas hasta que estallaron en un grito de júbilo al ver como Fachetti salía festejando por la bocana de vestuarios.
El azar sonrió a la “azzurra”, pero la cosa no terminó ahí y tres días después se citaron en la gran final del Olímpico de Roma con Yugoslavia. A escasos 10 minutos para el final los balcánicos mandaban en el marcador gracias al gol de Dragan Dzajic en el minuto 39, pero Angelo Domenghini igualó la contienda con una falta desde la frontal .
Final por duplicado
Esta vez no hubo moneda y a la conclusión del tiempo reglamentario se fijó un partido de desempate dos días después en el mismo escenario. La Eurocopa de 1968 es la única que se ha decidido con un encuentro extra.
El 10 de junio de 1968 los italianos hicieron historia, esta vez con mucho menos sufrimiento gracias a los goles de Luigi Riva y Pietro Anastasi en el minuto 12 y 31 respectivamente.
Giacinto Facchetti levantó al cielo de Roma la primera Eurocopa para Italia. Un auténtico equipazo que contaba con algunos de los mejores futbolistas en la historia del país transalpino como Dino Zoff, Sandro Mazzola, Luigi Riva (su máximo goleador histórico) o Gianni Rivera.
Dos años después llegaron a la final de la Copa del Mundo en la que cayeron ante la legendaria Brasil de los cinco dieces.