La selección holandesa se ha topado una y otra vez con el infortunio. Es el único equipo que ha llegado a tres finales de la Copa del Mundo sin poder ganar ninguna.
Su mejor generación se topó con la Alemania de Beckenbauer en 1974; dos años después en semifinales la Checoslovaquia de Panenka les negaba el pase a la final de la Eurocopa de 1976.
En el Mundial de 1978, sin su estrella Johan Cruyff, alcanzaron de nuevo la final pero esta vez fue Argentina quien les negó el anhelado trofeo.
Fue en 1988 cuando pudieron sacarse la espinita. Comandados de nuevo por uno de los precursores del “Fútbol Total”, Rinus Michels.
Aquella magnífica generación bautizada como «el piano holandés» se encargó de derrotar en su propia casa al enemigo que les había quitado el sueño una y otra vez
En la final se impusieron a la URSS. Primero marcó Ruud Gullit y, en el minuto ’54 llegó la obra de arte. El gol de Van Basten es la constatación de que el fútbol trasciende lo deportivo acercándose a lo artístico.