La Junta Militar inició el Proceso de Reorganización Nacional ¿En qué consistía? Simple y llanamente era quitarse de en medio a cualquier persona sospechosa de estar en contra del régimen.
En este contexto el país sudamericano organizaba el Mundial de 1978. Ganar no era una opción. Era una obligación.
El golpe de Estado hizo que se planteasen el cambio de sede, pero la FIFA decidió mantener a un organizador al que le había negado este honor durante décadas.

Al igual que hiciese su homónimo italiano Mussolini en 1934, Videla veía el torneo como el mejor escaparate propagandístico posible.
Se pretendía trasladar la imagen de una Argentina abierta y plural. La realidad era muy distinta. Torturas, detenciones ilegales y asesinatos estaban a la orden del día. Se contabilizaron hasta 30.000 personas desaparecidas durante el régimen de Videla.
La pasión futbolera del pueblo argentino se contraponía con la barbarie que se vivía en las calles. Cada jueves a las 15:30 las Madres de la Plaza de Mayo se reunían con la intención de recuperar a sus seres queridos desaparecidos.
Mientras, otros celebraban con fervor los goles de su equipo o entre tortura y tortura eran obligados a salir a festejar a las calles bajo la coacción de sus captores. Demencial.

Un inicio complicado
La albiceleste no entró con buen pie en la Copa del Mundo. Antes de comenzar el equipo estaba envuelto en la polémica. Menotti decidió no convocar a un joven de 17 años. Diego Armando Maradona.
El técnico alegó que no tenía experiencia en torneos internacionales de nivel y se decantó por el centrocampista Omar Larrosa. Fue un jarro de agua fría para “El Pelusa” y para la hinchada que veía en este joven su gran esperanza para salir campeones.
Menotti sabía que Diego iba para crack, como afirmó poco después de no convocarle. Quién sabe, igual aquel fue el acicate perfecto para que Maradona explotase como jugador deslumbrando al planeta fútbol en la década de los 80.

Argentina jugaría sus tres partidos de grupo en el Estadio Monumental. A apenas 2 kilómetros se encontraba la Escuela Superior de Mecánica de la Armada, convertida en centro de detención y tortura en aquellos días.
La sinrazón invadía la sociedad. Desde allí se pudieron escuchar los goles que dieron la victoria a la albiceleste frente a Hungría y Francia.
Una derrota por la mínima contra Italia mandaba a los de Menotti a jugar la segunda fase en Rosario pero ¿A quién le importaba el fútbol con lo que estaba sucediendo en el país?

Un as en la manga
Se marchó el equipo nacional de Buenos Aires y el bigote del rostro de Kempes. Llegaron sus goles y Mario Alberto se convirtió en “Matador”. Hizo sus dos primeros tantos para doblegar a Polonia y ya no paró.
El empate sin goles frente a Brasil y la victoria de la “verdeamarela” contra los polacos ponía contra las cuerdas a la anfitriona.
La organización adelantó casi 3 horas el partido de Brasil para conocer el resultado antes del trascendental encuentro de la anfitriona. Llama poderosamente la atención que se permitiese tal triquiñuela.
Argentina ya sabía que tenía que ganar a Perú por al menos 4 goles de diferencia. Lo iban a conseguir por lo civil o por lo criminal.
La previa ya desató las suspicacias. El meta peruano Quiroga era un argentino nacionalizado peruano. Para más inri nacido en la ciudad de Rosario donde se disputaría el encuentro. Cabe decir que no tuvo culpa en ningún gol.
21 de junio de 1978. Estadio Gigante de Arroyito. Algo más de 45.000 almas ajenas a la barbarie que se vive fuera del campo, tienen el corazón en un puño por el fútbol ¿Qué escala de valores más rara tienen los humanos verdad?

¿Amaño?
La sospecha de amaño sobrevoló el partido desde el pitido inicial del árbitro. En el minuto 50 los argentinos ya habían alcanzado su objetivo. Terminaron goleando 6 a 0 a una inoperante selección peruana.
Cierto es que los locales eran muy superiores a la blanquirroja y, que estos estrellaron un disparo en el palo aun con empate a cero.
De haber anotado la historia habría cambiado, pero la aparente pasividad de los defensores y el holgado resultado dejaron un tufillo imposible de disimular.

Hay múltiples teorías sobre el amaño. Jugadores peruanos que acusan a compañeros de venderse ¿Qué hacía Videla en el vestuario peruano minutos antes del inicio del encuentro?
La más extendida hace referencia precisamente a un pacto entre dictadores. El gobierno peruano habría aceptado que su selección fuese goleada a cambio de 35.000 toneladas de grano y 50.000 dólares para los jugadores que participaran en este contubernio.

Días después del encuentro un carguero partía rumbo al país andino con cantidades ingentes de trigo en la bodega, hecho que reafirma aquella teoría.
Otra versión indica que Perú fue goleada a cambio de entregar 13 disidentes exiliados en su país. Esta operación quedaba en el marco del Plan Cóndor acordado entre ambas dictaduras para eliminar a los opositores.
Una vez en Argentina fueron arrojados al mar. Una práctica habitual de la Junta Militar para deshacerse de los presos.
El fútbol “blanquea” la dictadura
Bertoni y Kempes con un doblete doblegaron a Holanda sobre un césped repleto de papelitos y, la albiceleste levantó su primera Copa del Mundo.
El Monumental fue una explosión de júbilo y Videla tuvo su lavado de imagen. Aunque el fútbol no pudo disimular la crueldad a la que estaba siendo sometido el pueblo argentino.
Durante mucho tiempo se dijo que Johan Cruyff rehusó ir a aquel Mundial por estar en contra del régimen de Videla.
Años más tarde “El Flaco” reconoció que su familia sufrió un intento de secuestro poco antes de la convocatoria y por ese motivo declinó participar con la “oranje”.
Aunque múltiples protagonistas aseguran la veracidad de todas estas teorías y existe una base más que sólida para confirmar el amaño. No se ha podido demostrar. Sea como fuere es otra muestra de cómo la política utiliza el fútbol para sus intereses.
Aquel campeonato no debió celebrarse en un país sumido en el terror. Lamentablemente silenciaron los gritos de los torturados con goles. Pan y circo que dirían los romanos.
