Corría el invierno de 2004 y los blancos sufrían en sus carnes el error al haber dejado escapar a Makelele, así que peinaron el mercado en busca de un mediocentro defensivo y ahí apareció en escena el tosco futbolista danés.
Gravesen era pieza clave en el Everton que copaba la zona alta de la tabla en Inglaterra. Como acababa contrato el siguiente verano el los merengues desembolsaron 2,5 millones de libras para hacerse con sus servicios.
Vestido de blanco siguió siendo el de siempre, un destructor de juego de toda la vida, que de vez en cuando dejaba algún destello de calidad. No puede decirse que su rendimiento individual fuese malo, pero claro, él era lo que era.
Tampoco ayudó a mejorar el juego del equipo, pero a la prensa y aficionados les hizo mucha gracia verle junto a los Beckham, Zidane y compañía.
Este fue el único gol de Gravesen en el Real Madrid, donde permaneció temporada y media. Sirvió para cerrar la goleada 4-0 en el duelo liguero de la 2004-2005 contra el Espanyol.
Su aspecto recio y su juego tosco fueron objeto de burla en los medios. Además el danés contribuyó al show con alguna anécdota inolvidable.
En cualquier caso, hay que reconocer que caló en la afición, aunque por motivos ajenos a lo meramente futbolístico.