Aquel día el equipo comandado por Frank Rijkaard con el crack brasileño en estado de gracias visitaba el coliseo blanco con la intención de asaltar un liderato por entonces en manos de un sorprendente CA Osasuna.
Por su parte aquel Real Madrid de “Los Galácticos”, pese a estar tercero en la tabla había empezado la Liga con muchas dudas y sumaba cuatro derrotas en apenas once partidos.
El encuentro se puso rápidamente de cara para los visitantes. Salieron a imponer su juego y tras varias ocasiones en el 14’ Samuel Eto’o abrió el marcador.
Ya en la segunda parte el mago brasileño logró dos tantos prácticamente calcados para sentenciar el encuentro.
En el 60′ arrancó en el mediocampo y en una cabalgada magnífica dejó por el camino a Sergio Ramos y dentro del área recortó en seco a Helguera y coló la pelota junto al primer poste.
17 minutos después Ronaldinho se zafó con una facilidad pasmosa de Ramos y se la puso en el segundo palo a Iker Casillas. Los aficionados locales se levantaron para ovacionar aquella gran actuación y el “10” agradeció el gesto con su eterna sonrisa.