Antes de la llegada del nuevo milenio y de la colección de éxitos cosechada por la Selección Española hubo una generación dorada en el fútbol español.
Ellos fueron los encargados de traer el primer Mundial sub-20 de fútbol a nuestro país. Fue en 1999 y en categoría juvenil.
Seguíamos en los tiempos de la “Furia”. El último Mundial, el de Francia 1998, había sido un absoluto fracaso.
Caímos en la fase de grupos, con aquella esperpéntica actuación de Zubizarreta ante Nigeria. El inoperante empate ante Paraguay y la estéril goleada a Bulgaria.
La absoluta estaba inmersa en la clasificación de la Eurocopa que se celebraría en los Países Bajos durante el verano de 2000.
Hace dos décadas, al igual que en la actualidad, Francia era la envidia del mundo futbolístico tras alzar la Copa del Mundo.
Ni ellos, ni casi nadie (Luis Aragonés sí) sabían que una década más tarde nosotros seríamos el referente del fútbol mundial, y, que hasta los alemanes vendrían a empaparse de nuestro estilo de juego.
A lo que vamos. Corría la primavera de 1999 y nuestros sub-20 tenían que viajar a tierras nigerianas para disputar el Mundial.
Un torneo impecable
Aquella España dirigida por Iñaki Sáez contaba con nombres como Casillas, Xavi, Orbaiz, Yeste, Varela, Barkero, Gabri, Aganzo, Colsa, Marchena o Pablo Couñago.
Muchos tuvieron una larga y exitosa carrera, otros cayeron en el olvido o no pudieron triunfar, pero aquel año en Nigeria juntos alcanzaron la gloria.
El torneo arrancó para los nuestros un 5 de abril en Calabar ante la bicampeona Brasil, en la que jugaba un tal Ronaldinho. Los nuestros se impusieron por 2 a 0. Sin duda un comienzos más que prometedor.
Tres días después Zambia se encargó de rebajar los ánimos españoles, en un partido que terminó con empate a 0. Los nuestros cerraron la clasificación tras ganar por 1 a 3 a Honduras.
En octavos nos cruzamos con Estados Unidos en un disputado partido que terminó con victoria española por 3 a 2. En cuartos tuvo que llegar a la tanda de penaltis tras empatar a 1 con Ghana.
Un colosal Casillas empezaba a demostrar su valía bajo palos dando el pase a semifinales.
Algo menos costó el partido de semifinales frente a Malí, en el que los nuestros se impusieron por 3 a 1.
España alcanzaba su segunda final del Mundial sub-20, tras caer 14 años antes ante Brasil. El rival iba a ser Japón. Fue un paseo militar.
Los jugadores del país del sol naciente nada pudieron hacer ante la calidad de los nuestros, que en un partido soberbio, les vapulearon con un contundente 4 a 0.
Barkero de falta directa nada más comenzar el encuentro, Pablo Couñago por partida doble y Gabri, fueron los goleadores.
El valor de la cantera
El balance final del torneo para esta generación dorada fue proclamarse campeones invictos con 5 victorias y 2 empates. 16 goles a favor y sólo 5 en contra.
De esos 16 goles, 5 fueron del delantero gallego Pablo Couñago, que fue el Bota de Oro del torneo. También fue Balón de Bronce por detrás del nigeriano Ikedia (Balón de Plata) y el maliense Seydou Keita (Balón de Oro).
Apenas tres meses después, otros Juniors de Oro, estos un poco más altos hicieron historia en Lisboa conquistando el Mundial de baloncesto. Sin duda una generación dorada de deportistas españoles.
Tras años de decepciones parecía que empezábamos a sacar la cabeza, y, esto no fue más que la semilla de los éxitos venideros.
Desde la implantación de la Ley Bosman en 1995 había una tendencia en España a pensar que el talento estaba en el extranjero y en cierta medida se había abandonado a su suerte los jugadores de la cantera.
La conquista del Mundial sub-20 les ayudó a reivindicarse y demostrar que tenían mucho que decir tanto en el fútbol de clubes como de selecciones. Así lo afirmaba un joven Iker Casillas:
Sin duda el paso del tiempo ha dado la razón al portero mostoleño. Aquella generación dorada de futbolistas tenía mucho que decir y demostró todo el potencial futbolístico que llevaba dentro.
Este Mundial sub-20 sirvió para revalorizar nuestra cantera. Demostró la importancia de formar a los jóvenes y dotarles de un estilo futbolístico definido. Tener paciencia y ayudarles a crecer asegura los éxitos del futuro.