No confundir con el Campeonato Africano de naciones, muy similar, pero donde solo participan jugadores que juegan en clubes del continente.
Desde su creación a finales de los años 50, a imagen y semejanza del resto de torneos continentales, ha ido creciendo edición tras edición.
El fútbol africano siempre ha estado muy condicionado por la situación política del continente, ha sufrido innumerables reveses y algunos incidentes fruto de la inestabilidad política.
Víctima de sus circunstancias
En muchos casos, considerado “un trofeo menor” ha tenido que ir a rebufo del resto.
Por ejemplo, se celebra siempre en los meses de enero y febrero, mientras se disputan las competiciones en el hemisferio norte, sin que estas se detengan.
Esto ha generado muchos conflictos entre las federaciones africanas de cada país y los clubes de los jugadores convocados.
En 2013 se decidió cambiar el año de celebración a fechas impares, para no coincidir con mundiales de fútbol.
También han sido sus selecciones las más golpeadas por la tragedia, como el tiroteó al autobús de la selección de Togo durante el torneo de 2010.
La tragedia aérea sufría por Zambia o incluso la participación de Zaire en el Mundial de 1974.
El fútbol siempre se ve salpicado por la situación política de un país, por lo que no es normal que se vea afectado por la inestabilidad africana.
El caldo de cultivo
Para la Copa de África del 2000 se designó como organizador a Zimbabue.
Aunque finalmente acabarían organizando el torneo Nigeria y Ghana, siendo la primera edición con dos anfitriones.
Costa de Marfil es una ex colonia francesa situada en África occidental, a orillas del océano Atlántico.
En diciembre de 1999 Costa de Marfil sufrió un golpe militar.
El presidente Henri Konana Bédie fue depuesto y sustituido por una junta militar con Robert Guéï a la cabeza.
Robert Guéï era un alto mando militar leal al presidente hasta hacia poco tiempo.
El presidente Beide habría recurrido a el para que persiguiera militarmente a la oposición política encabezada por Alassane Ouattara, a lo que este se negó.
Tras su negativa, fue apartado por Beide y hasta expulsado del ejército.
Solo unas semanas después del golpe la selección de fútbol partía rumbo a Ghana para disputar la Copa de África.
Los Elefantes estaban encuadrados en el grupo de la muerte.
Sus rivales serían la anfitriona Ghana, la siempre complicada Camerún y la en principio asequible Togo.
Por cierto, en aquel Camerún empezaba a un jovencísimo Samuel Eto´o.
Costa de Marfil tenía muy buen equipo y aunque no como favorita al título estaba considerada una de las selecciones más fuertes de la competición.
Ghana y Camerún empataron lo que ponía en bandeja el liderato del grupo a Los Elefantes.
Resultó que los Togoleses no eran tan mala selección como se esperaba y Costa de Marfil no fue capaz de pasar del empate frente a la teórica cenicienta del grupo.
Cuatro días después, el coco Camerón endosaba un contúndete 3-0 a los marfileños.
Unido a la victoria de Ghana frente a Togo dejaba todo abierto para la última jornada, pero los costamarfileños necesitaban un milagro.
Tendrían que imponerse a los anfitriones en su capital, con el ambiente más hostil que se pueda imaginar y al menos por 3 goles.
Ahora si Costa de Marfil hizo los deberes y se impuso a Ghana, aunque por un insuficiente 1-0.
Togo sorprendió a la favorita y se impuso 1-0, lo que se tradujo en un cuádruple empate a 4 puntos.
Cameron quedaba líder con un +2, Ghana segunda con un +0 y a continuación Costa de Marfil y Togo con un -1 en el golaveraje.
Las consecuencias de la derrota
Con aquella eliminación agónica embarcaron en un vuelo rumbo a Abiyán, pero el vuelo cambió de rumbo y se dirigió a Yamusukro.
La excusa fue que el aeropuerto había quedado devastado por una catástrofe y no se podía utilizar.
Supuestamente retomarían el viaje a casa desde allí por carretera, nada más lejos de la realidad.
Al aterrizar fueron introducido en camiones militares y llevados entre el engaño y la fuerza al campamento de Zanbrako.
Allí fueron recluíos para recibir un programa de reeducación orientado a mejorar su civismo y disciplina.
Su deshonrosa actuación que había avergonzado al país sería debía castigarse con durísimo entrenamiento y clases teóricas donde aprenderían a ser “buenos patriotas”.
Todo bajo la supervisión de Guéï y aderezado con la más férrea de las disciplinas.
Solo unos días después la noticia trascendió más allá de sus fronteras y la presión internacional hizo que acabara la pesadilla.
La presión vino sobre todo de los países europeos donde jugaban algunos de los internacionales, como Francia, Bélgica, Escocia o Países Bajos.
La presión diplomática dio sus frutos y los jugadores fueron liberados.
Robert Guéï estaba aún afianzando su poder y tenía suficientes problemas dentro de sus fronteras como para afrontar un conflicto diplomático de tal envergadura.
La versión oficial rezaba que habían sido “escondidos” allí para salvaguardar sus vidas.
Supuestamente la inestabilidad del país hacía muy difícil su protección en la capital, donde se temía que una turba enfurecida atentase contra los jugadores.
Si al final iba a ser que les estaban haciendo un favor…