Normalmente se recuerda a los que se creía predestinados a alcanzar la gloria y de golpe y porrazo una situación trágica provoca que el sueño se desvanezca.
Las catástrofes aéreas en el mundo del fútbol merecen un capítulo aparte, ya que, por lo general suelen hacer desaparecer una generación entera de jugadores, por lo que a la conmoción que provocan en la entidad, hay que sumarle un vacío deportivo difícil de llenar.
Tenemos infinidad de ejemplos, el reciente caso del Chapecoense en 2016, el del Manchester United en 1958 o la catástrofe sufrida por el Torino FC en 1949 y por la selección de Zambia en 1993.
Seguramente el caso de Zambia sea el menos conocido de todos los anteriores, no porque lo sucedido tenga menor importancia, más bien por ese chovinismo panoccidental que quita relevancia a todo lo sucedido fuera de nuestro entorno y, más aún en África.
Zambia es un país sin salida al mar, ubicado en la zona sur del continente africano, denominado como Rodesia del Norte hasta su independencia del Reino Unido en 1964.
Como casi todos los países africanos, a pesar del interés que el fútbol siempre ha despertado entre su población, no fue hasta finales del siglo XX cuando fue ganando cierto peso en el fútbol profesional.
Fútbol emergente
La profesionalización del fútbol africano llevaba varias décadas de retraso respecto al Viejo Continente. Como siempre. Salvo contadas excepciones, en su mayoría ligadas a intereses políticos como el caso de Zaire.
La primera aparición internacional relevante de Zambia llegó con la clasificación para los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988.
En aquellos momentos el fútbol africano estaba años luz de los continentes con tradición futbolística, Europa o Sudamerica, por lo que se tenía a Zambia por una selección menor y se esperara que fuese la cenicienta la competición.
Las “Balas de Cobre” quedaron encuadrados en el grupo B, junto a Irak, Italia y Guatemala.
El primer partido se saldó con 2-2 frente a Irak, en el que los africanos dejaron bien claro que no iban de vacaciones a Corea del Sur.
El segundo partido fue su escaparate al resto del mundo y sirvió para que el panorama futbolístico pusiera a Zambia en el mapa.
Se impusieron con un contundente 4-0 a la todopoderosa Italia en un gran partido a nivel colectivo, en el que destacó especialmente Kalusha Bwalya que destrozó a la «azzurra» con un hat trick.
Kalusha Bwalya era uno de los pocos integrantes de la expedición que no jugaba en su país. Cuatro jugaban en Bélgica y un quinto en Suiza.
Kalusha jugaba desde 1985 en el modesto Cercle Brugge, cuando los jugadores africanos eran excepción en el fútbol europeo.
«El demonio de Zambia»
El eterno «11» zambiano contaba que emigró a jugar a Europa por una casualidad.
Ese año había sido nombrado mejor jugador de Zambia y unos empresarios belgas que se encontraban de viaje de negocios en su país se interesaron por conocer a los mejores jugadores nacionales.
Evidentemente su nombre encabezaba aquella lista y no se sabe muy bien cómo, pero Kalusha terminó en el equipo belga, a cambio de 5.000 dólares y un puñado de botas y balones para su club de origen, Mufulira Wanderers.
Ese partido antológico frente a Italia supuso un giro de 180 grados en la vida de “Kalu», fue nombrado Balón de Oro africano y de facto significó su fichaje por el PSV Eindhoven. Por si a alguien se le escapa los «Granjeros» ganaron el triplete aquella temporada, Copa de Europa incluida.
Volviendo a la selección de Zambia, volvieron a repetir resultado frente a la modesta Guatemala logrando el pase a la siguiente fase, donde la potencia del momento, Alemania Federal no les dio ninguna opción. Los «Chipolopolo« cayeron 4-0.
Los tres goles de Jürgen Klinsmann no dieron opción al conjunto africano a pesar de su vistoso juego.
Para poner en valor la magnitud de aquella Alemania, cabe destacar que muchos jugadores del equipo olímpico fueron campeones del mundo dos años después en Italia ’90.
Para ese Mundial estuvo a punto de clasificarse la selección de Zambia, pero finalmente Camerún y Egipto ocuparon las dos plazas africanas.
Un proyecto ilusionante
También tuvo una meritoria actuación en la Copa Africana de Naciones de 1990, donde quedaron en tercera posición por detrás de Argelia y Nigeria.
En poco más de un lustro las «Balas de Cobre» habían pasado de la más absoluta intrascendencia futbolística a convertirse en uno de los combinados más potentes del continente.
En la primavera de 1993 Zambia se encontraba inmersa en la fases de clasificación para el Mundial de USA ’94, encuadrada en un grupo junto a Marruecos y Senegal en el que el campeó obtendría la plaza mundialista.
Zambia partía como favorita, incluso algunos veían en esta selección la revelación del siguiente Mundial.
Tras disputar un partido de clasificación para la Copa Africana de Naciones frente a Mauricio, en el que vencieron 0-3, la expedición partió rumbo a Dakar (Senegal) con una parada técnica en Libreville (Gabón).
Para aquel partido en Mauricio la selección de Zambia tuvo varias ausencias importantes, Charles Musonda (padre del reciente jugador del Chelsea FC, Charly Musonda) del RSC Anderlecht se encontraba lesionado y no fue convocado.
Johnson Bwalya, hermano de Kalusha y jugador del FC Bulle suizo no fue convocado por decisión técnica y por último el jugador del PSV, Kalusha Bwalya, que fue convocado para el partido ante Senegal.
Zambia era muy superior a Isla Mauricio y el seleccionador Godfrey Chitalu no convocó a «Kalu» para el primer partido, permitiéndole acudir al partido de homenaje a Mario Kempes y volar directo a Dakar para unirse a la expedición.
Marcados por la tragedia
El 28 de abril el avión militar del ejercito de Zambia, que acababa de repostar en Libreville, se precipitaba al océano Atlántico sin que ninguno de los 30 pasajeros lograra sobrevivir.
Entre los fallecidos se encontraban los 18 jugadores de la selección de Zambia, su cuerpo técnico con el ex jugador Godfrey Chitalu al frente y el presidente de la Federación de Fútbol de Zambia.
De un plumazo Zambia había perdido a todo su equipo en el mejor momento de su historia deportiva. Solo los jugadores que no fueron convocados sobrevivieron a la tragedia.
Kalusha Bwalya ya no era solo el capitán y el mejor jugador de aquella selección, ahora tendría que ser el líder de espiritual de un país destrozado.
Todo el país lloró la muerte de la mejor generación de jugadores de su historia, pero al contrario de esperado el país no se dejó llevar por la tristeza y decidió reinventarse para honrar a sus muertos.
Solo dos semanas después de la tragedia, Zambia armó un nuevo equipo plagado de jóvenes desconocidos e incluso juveniles para enfrentarse a Marruecos.
El panorama había cambiado radicalmente, de ser un claro favorito para acceder a la fase final del Mundial pasó a ser la cenicienta del grupo. Contra todo pronóstico vencieron 2-1 al combinado marroquí.
Unidos frente al infortunio
Como el ave fénix Zambia había resurgido de sus cenizas, sacando fuerzas de flaqueza para honrar la memorias de sus compañeros caídos.
Ante Senegal empataron a domicilio y le endosaron un 4-0, lo que les ponía la clasificación al alcance de la mano. Un empate frente a Marruecos les dabe el billete para Estados Unidos.
En un partido no apto para cardíacos “La Nueva Zambia” estrelló dos balones en el travesaño, pero cayeron por la mínima con un gol de Laghrissi y Marruecos obtuvo la clasificación.
A pesar de no lograr la clasificación la actuación de Zambia fue mucho mejor de lo que se podía esperar tras semejante mazazo.
Un par de meses después Kalusha y sus muchachos volvieron a sorprender a todos plantándose en la final de la Copa Africana de Naciones..
Su más que digna actuación no fue suficiente para derrotar a una de las mejores selecciones africanas (si no la mejor) de todos los tiempos.
La Nigeria de los Okocha, Amunike, Yekini o Finidi se impuso 2-1 y volvió a dejar a los zambianos a las puertas de la gloria.
Homenaje a los héroes caídos
A pesar de haber mostrado una enorme fortaleza, la sombra de la mejor selección zambiana de todos los tiempos era muy alargada y los muchachos no consiguieron alzarse con un título que honrase a los héroes caídos.
No se resignaron y siguieron firmes buscando la meta, así en 2012 lograron al fin proclamarse campeones de África y dedicárselo a sus caídos.
Los «Chipolopolo» se impusieron en la final a Costa de Marfil en un partido cargado de simbolismo.
El presidente de la Federación era el mítico Kalusha Bwalya, el partido se disputó en Libreville, en cuyas costas tuvo lugar el fatídico accidente.
Por todo esto fuera poco el partido acabó 0-0 e hicieron falta hasta 18 penaltis para que los zambianos se proclamaran campeones, tantos penaltis como los jugadores que fallecieron aquel 28 de abril de 1993.
Casi 20 años después, Zambia pudo dedicar un título a las 30 víctimas del accidente aéreo y el destino saldaba en parte su deuda con ellos.
Por desgracia Kalusha ya no es el héroe que fue para sus paisanos, en 2018 fue inhabilitado por corrupción cuando aun era presidente de la Federación de Fútbol de Zambia.