Se me ocurren de esos fuertes rematadores de área, veloces llegadores o pequeños ratoneros de gran regate. Pues bien, hoy vamos a hablar de un efectivísimo delantero italiano que no cumple con ninguno de esos cánones.
Su única habilidad era el gol. La salsa del fútbol. No era rápido. No tenía un gran disparo. Carecía de regate, pero…
Nacido en 1956 en Prato, una localidad de la Toscana, pronto se le conoció con el apodo de “Pablito”, dada su complexión menuda y su corta estatura (1,74).
A los 20 años, en 1976, debuta en la Serie B con el Vicenza. La verdad sea dicha, debuta por una plaga de lesiones en la delantera del equipo.
Paolo no solo debuta, sino que logró afianzarse en el 11 titular. A pesar de la forma tan fortuita por la que entra en el equipo, los resultados dieron la razón al entrenador, ya que, fue máximo goleador de la categoría y el equipo logra el ascenso a la Serie A.
El gol en las venas
Al año siguiente en la Serie A se convierte nuevamente en máximo goleador y esto hace que los grandes del Calcio comiencen a vigilarle de cerca. Aunque ninguno cierra su contratación.
El verano de 1978 disputa el Mundial de Argentina con la azzurra, consiguiendo 3 goles y una más que meritoria actuación. Fueron apeados del torneo por Holanda en la segunda fase de grupos.
Durante la temporada 78-79 sus 15 goles no son suficientes para conseguir la permanencia con el Vicenza, que desciende a la Serie B.
A pesar de las presiones de los grandes del Calcio, el Vicenza consigue cederlo al Perugia para no perder definitivamente a su mediática estrella.
En marzo del 80 todo se tuerce. Durante la dis puta de una jornada los carabinieri entran en varios vestuarios del fútbol profesional y detienen a un buen número de futbolistas en lo que se llamó el escándalo «Totonero», que significa literalmente quiniela negra.
La trama consistía en una serie de apuestas clandestinas en partidos de fútbol de la Serie A y la Serie B en la que jugadores, entrenadores y dirigentes de clubes amañaban resultados. Un tema tristemente tan de actualidad a día de hoy.
Todo saltó por una denuncia por estafa por alguien que no cobró lo pactado.
Escándalo nacional
Entre las sanciones destaca el descenso administrativo a la Serie B del Lazio y el AC Milan. Así como encarcelamiento del presidente de los rossoneri, Colombo o las sanciones de varios años de inhabilitación para muchos jugadores, como el portero internacional italiano Albertosi o la estrella nacional Paolo Rossi.
Italia se vio sumida en este escándalo a escasos tres meses del inicio de la Eurocopa de 1980, de la que era organizador. Os podéis imaginar el bochorno.
De los 4 años de sanción que impusieron a Paolo Rossi solo tuvo que cumplir 2, ya que, la pena le fue rebajada. Posiblemente influyeran las miles de firmas recogidas en un movimiento popular en busca de su perdón.
Durante su sanción se materializó su fichaje por la Juventus de Turín. Pudiendo debutar con los bianconeri para finales de la 81-82.
Para entonces y a pesar de que al Mundial de 1982 llegó habiendo disputado 3 partidos y que sólo marcó un gol en toda la temporada no había perdido su vitola de estrella y el seleccionador italiano decidió incluirle en la lista.
Italia pasó sin pena ni gloria la fase de grupos con 3 empates, ante Polonia, Camerún y Perú, con un juego rácano y carente de gol. Consiguió clasificarse por tener dos goles a favor, uno más que los africanos.
Resurgiendo de sus cenizas
Esto les llevó al grupo C con dos cocos de la talla de Argentina y Brasil. Fue entonces cuando descubrimos a la verdadera Italia, venció 2-1 a la albiceleste con el célebre marcaje de Gentile sobre Maradona.
Contra Brasil nos dejó el mejor partido de su vida, anotando los tres goles, en el 3-2 definitivo. No olvidemos que era el Brasil de Zico, Sócrates, Eder… etc.
Años después esta anécdota daría nombre a su libro autobiográfico, “Yo hice llorar a Brasil”. Se cuenta que por este motivo un taxista brasileño años después le obligó a bajarse de su taxi.
Con un doblete dejó KO a Polonia en semis y se enfrentaron a Alemania Federal en la final. Vencieron 3-1 y Paolo Rossi abrió el marcador de cabeza.
Ese año ganó el Balón de Oro que puso el broche dorado a su carrera, en la que conquistó un Scudetto, una Copa de Italia, una Recopa y una Copa de Europa.
Paolo Rossi se retiró en 1987 en un Hellas Verona que dos años antes había sorprendido a propios y extraños imponiéndose a todos los grandes para alzar el Scudetto.
Su gran don fue el oportunismo. Estaba en el lugar adecuado en el momento adecuado. Su inteligencia privilegiada le permitía intuir dónde caería el balón para meterlo en el fondo de la portería.