El Liverpool domina la estadística entre ellos. Nunca ha sido eliminado por el equipo culé. Ni en Copa de Europa ni en Copa de la UEFA.
Pero el enfrentamiento del que vamos a hablar hoy fue un oasis en una etapa convulsa del Barcelona.
El club catalán aún renqueante tras la marcha de Cruyff a finales de la temporada 95-96 seguía intentando recuperar su sitio entre los grandes.
La temporada siguiente a la marcha de “El Flaco”, Bobby Robson tomó las riendas ganando todos los títulos en juego a excepción de la Liga. Fue despedido y tras él salió “El Fenómeno” Ronaldo con destino al Inter.
Van Gaal que venía de triunfar con el Ajax fue su relevó y empezó bastante bien. Se produjo la “holandesización” del club, y, los dos primeros años conquistó la Liga. Pero en la tercera campaña fue despedido. La inestabilidad se apoderó del club azulgrana.
Trayectorias opuestas
Tras 22 años en el cargo José Luis Nuñez abandonaba la presidencia del club. Le sucedió su vicepresidente, Joan Gaspart, cuyo mandato quedó marcado por la salida de Figo rumbo a Madrid.
Por el banquillo pasaron viejos conocidos de la afición blaugrana, Serra Ferrer y Carlos Rexach. El saldo de las 5 temporadas entre 1999 y 2004 fue de 5 presidentes, 7 entrenadores, un clima de crispación social y 0 títulos para el museo de la entidad.
Dentro de este completo desastre hubo un partido. 90 minutos de buen fútbol en el que los aficionados pudieron disfrutar entre tanto vaivén.
Para ser sinceros gran parte de los 10.000 “kilos” ingresados por la cláusula de rescisión se dilapidaron en fichajes de escaso o nulo rendimiento.
En este listado encontramos a los Christanval, Simao, Petit, Bonano, Rochemback o Coco, entre otros futbolistas de medio pelo que desesperaron durante años a los culés.
El Liverpool por su parte venía de conquistar la UEFA en aquella legendaria final frente al Alavés, de la que otro día hablaremos largo y tendido.
Además esa temporada los Reds la cerraron con un majestuoso trébol, conquistando la FA Cup y la Copa de la Liga. Un hito para la entidad inglesa sólo comparable al triplete de la 83-84, cuando ganaron Liga, Copa de la Liga y Copa de Europa.
Además un joven de Chester era motivo de orgullo para todos los aficionados de Liverpool. Michael Owen, el canterano “Red” era el actual Balón de Oro.
La entidad blaugrana vivía una época muy convulsa con mucha crispación en todos los ámbitos y un nulo rendimiento deportivo.
Sin ir más lejos durante la campaña 2000-2001 el único “título” que pudieron celebrar en Can Barça fue aquella espléndida chilena de Rivaldo frente al Valencia, que valió la clasificación para la siguiente Champions League.
El oasis culé
Precisamente en esta competición se produjo el partido del que hoy vamos a hablar. El sorteo emparejó en el Grupo B de la segunda fase de grupos a Liverpool, Barcelona, Roma y Galatasaray.
En la primera jornada el equipo entrenado por Carles Rexach viaja a Anfield. El equipo llegaba con muchas dudas, cuarto en la tabla y en el último partido había cosechado un triste empate a cero frente a Las Palmas.
Con su habitual estilo el Liverpool comenzó el encuentro avasallando al Barcelona. En el minuto 27, el chico de oro, Michael Owen batía a Bonano con un disparo cruzado. La afición culé se temía lo peor.
Esta vez no fue así. Anfield fue ese oasis en medio del caos. Los jugadores blaugrana sacaron fuerzas de flaqueza y cuajaron el mejor partido en años.
Las ocasiones locales se sucedían, pero al filo del descanso una combinación en la frontal entre Rivaldo y Kluivert terminó en el empate tras un remate acrobático del delantero holandés.
Antes del intermedio Rivaldo filtró una asistencia portentosa que dejó a Overmars sólo ante Westerveld, pero el atacante holandés no acertó a meterla entre los tres palos.
Este era sólo el aviso de lo que vendría a continuación. Rochemback con un derechazo desde la frontal puso en ventaja a los visitantes en el 65’.
Fue el primero de los tres goles que marcó el centrocampista brasileño con el Barça. Se le fichó por su trabajo en la medular y porque tenía un magnífico golpeo desde media distancia. Una habilidad que mantuvo bastante olvidada durante sus dos años en el Camp Nou.
Aunque el Liverpool tuvo algunas opciones para lograr el empate, el Barcelona era el dueño del partido y mostraba una solidez inusitada por aquel entonces.
La guinda del pastel la puso Overmas en el 84’. Xavi filtra un balón en largo, marca de la casa, que deja sólo al holandés. Esta vez sí acertó el veloz jugador oranje. Regatea al meta Red y marca a placer con la zurda. Maravilloso.
Pocas alegrías
Sólo fue eso, un oasis. Las dos jornadas de Liga que siguieron a este partido terminaron en derrota. El Barcelona continuaba con su particular travesía por el desierto.
Aquel año el Barça terminó cuarto en la Liga a 11 puntos del Valencia. En la Champions dejaron con la miel en los labios a los suyos tras caer en semis frente al futuro campeón, nada más y nada menos que el Real Madrid.
En la Copa del Rey la cosa fue aún peor, ya que, se produjo la conocida debacle frente al Figueres en la primera ronda de la competición.
Hoy Liverpool y Barcelona vivirán su noveno enfrentamiento. La estadística está del lado inglés, ya que, nunca han quedado eliminados cuando se han enfrentado.
Se midieron en dos ocasiones en las semifinales de la UEFA, en 1976 y 2001, ambas cayeron del lado Red.
El último duelo entre ambos fue en los octavos de final de la Champions League 2006-2007. Los azulgrana defendían título, cayeron en la ida en el Camp Nou 1 a 2. La victoria por la mínima en Anfield dos semanas después no les valió para lograr la clasificación.
El balance de los 8 enfrentamientos es ligeramente favorable a los ingleses, que han logrado 3 victorias por 2 para los azulgrana. Otros tres partidos se saldaron con empate. Ambos equipos han marcado seis tantos en estos duelos.
Se da la curiosa circunstancia de que el Barcelona jamás ha sido capaz de ganar al Liverpool en el Camp Nou. Sus dos triunfos los han conseguido en Anfield.
Fue una época muy convulsa. Hasta la llegada de Joan Laporta, Frank Rijkaard, su acertada política de fichajes y la vuelta al fútbol asociativo, no volverían los éxitos a la Ciudad Condal.
Ahora la situación es muy distinta y la afición culé disfruta de buen juego y títulos de forma muy asidua, pero hace apenas dos décadas ser seguidor del Barça era más que complicado y aportaba pocas alegrías.