Nació en 1969 en Adrogué, en la periferia bonarense, paradójicamente en el seno de una familia muy ligada a Independiente.
A pesar de esto se formó en la escuela de Argentinos Juniors, donde debutó con el primer equipo en 1985, a los 16 años, aunque no formaría parte de la plantilla hasta el 87.
Cabe recordar que Argentinos Junior es la cuna de grandes mediocentros, por lo que no es extraño que recalara allí.
Desempeñaba labores de mediocentro defensivo, lo que en Argentina llaman “5”. Pero que no os lleve a engaño, porque ni mucho menos era un jugador que maltratara el balón.
Pon un «5» en tu vida
Al contrario que la mayoría de jugadores de este perfil. Su gran despliegue físico y su enorme trabajo defensivo iba unido a una calidad inusual en jugadores que juegan en esa posición.
El manejo privilegiado de su zurda le permitía presumir de un exquisito regate, sin olvidar su gran sentido táctico.
Un centrocampista muy bueno en las tres facetas, física, táctica y técnica, de esos en peligro de extinción que podían jugar solos en la medular. Capaces de destruir y de crear.
En la temporada 90-91 debuta en Primera División. El CD Tenerife, que había ascendido tras 27 años sin oler las mieles de la élite, y, la campaña anterior se había salvado del descenso con un cambio de entrenador de por medio.
Ese verano de 1990 Fernando Redondo tomó una decisión arriesgada. Decidió saltar el charco y fichar por este modesto club bajo la promesa de un cambio de estilo de juego, en detrimento de suculentas ofertas del Calcio italiano.
Una apuesta por el fútbol de toque y la promesa de clasificarse en poco tiempo para disputar competición europea. Pensad la de veces que se habrá dicho esto en las oficinas de infinidad de clubes modestos…
Algunos jugadores de cierto renombre se enrolaron en aquella misión que sonaba en parte a suicida.
Una misión en la isla
Futbolistas como el veterano portero Agustín Rodríguez, Julio Llorente o Pier Luigi Cherubino, se unieron a Quique Estebaranz, Manolo Hierro (hermano de Fernando) o Rommel Fernández que ya militaban en la casa.
Se dice que Solari (Jorge), tío de Santiago Hernán Solari, fue el gran artífice del fichaje de Fernando, por cierto a coste cero.
Poco después se convertiría en su yerno, cuando ya en Tenerife comenzó una relación con su hija Natalia (Solari). Menudo panorama, el suegro de míster…
Los inicios no fueron fáciles, a pesar de haber apostado por un juego vistoso Fernando recuerda que veía una y otra vez pasar el balón sobre su cabeza.
Ese mes de diciembre llegó a Tenerife un conocido para los culés, un tal Tata Martino que precisamente destacaba por su buen trato al balón, aunque solo estaría en la isla hasta junio.
Esa temporada los chicharreros se salvaron y la directiva siguió con una política de fichajes para apuntalar esa idea de juego. Llegaron los argentinos Juan Antonio Pizzi y Dertycia que serían piezas clave en el equipo.
Una Liga que vuela
En la jornada 19, el Real Madrid destituye a Radomir Antic a pesar de ir líder, porque según Ramón Mendoza “El equipo no juega todo lo bien que debería”, volviendo Beenhakker a dirigir nuevamente al equipo merengue.
Así llegamos a la jornada 30. El conjunto tinerfeño está tan solo un punto por encima del descenso y decide cambiar al entrenador.
Solari abandona el club en favor de Jorge Valdano quien dirigirá a los tinerfeños las 8 jornadas restantes.
Llegamos a la jornada 38 y el Madrid está solo un punto por encima del Barcelona, que debe ganar al Athletic Club de Bilbao y esperar que un Tenerife, virtualmente salvado, le haga el favor de robarle puntos al Real Madrid.
Esa tarde el Barcelona cumplía con un doblete de Stoichkov (2-0) mientras que los blancos vencían al descanso con goles de Hagi y Fernando Hierro, aunque los isleños recortaban distancias gracias a un gol de Estebaranz.
En la segunda parte Rocha marcaba en propia poniendo la igualada, y, cuando el miedo atenazaba al publico asistente y a los propios jugadores, Sanchís intenta una temeraria cesión para Buyo.
Pier la convierte en una formidable asistencia y marca para darle la Liga 91-92 a los culés o lo que es lo mismo el “Hierro malo” (Manolo), ex del Barcelona, le había birlado una Liga al Hierro bueno (Fernando).
La historia se repite
El caprichoso destino volvía a enfrentar a chicharreros y merengues en la última jornada de la 92-93, situación que a principio de temporada pasó casi inadvertida, pero que fue generando gran ansiedad a los blancos a medida que avanzaba el curso.
La jornada 38 llegaba con un punto de ventaja de los merengues sobre los culés y a los tinerfeños dependiendo de sí mismos para asegurar su billete a Europa.
El Barcelona se enfrentaba a la Real Sociedad. De nuevo debía ganar y esperar. Los de Benito Floro volaron en 2 aviones a Tenerife. Uno de ellos tuvo problemas con la climatización, sometiendo a los jugadores a soportar 50 grados de temperatura, para finalmente regresar a Barajas y cambiar de aeronave.
Sin haber llegado todo empezaba a complicarse y aumentaba más si cabe la histeria colectiva blanca. Los presagios se cumplieron y los chicharreros ganaron 2-0 con goles de Dertycia y Chano dejando en bandeja otra Liga al Barcelona.
De la mano de Jorge Valdano y con nuestro hombre, “El Príncipe” llevando la manija del equipo, se alzaron hasta un meritorio 5º puesto que les daba acceso a la ansiada Copa de la UEFA.
Dos por el precio de uno
Seguramente estas dos actuaciones fueron las más determinantes a la hora de poner al frente del Real Madrid a su verdugo en dos ocasiones, aunque hay que reconocer que hicieron muchos buenos partidos y no solo estos dos.
Fernando, ya apodado “El Príncipe”, por unas declaraciones de su compatriota Simeone llegaba a Madrid de la mano de Jorge Valdano para juntos al menos devolver a Charmartín todo lo que le habían quitado.
Si sus actuaciones en Tenerife habían sido más que notables, en la capital encumbraría su leyenda.
En su primera temporada se alzó con la Liga, la primera de las dos que consiguió con el Real Madrid, para enmendar su agravio de las dos que le «robó».
A esto hay que unir las 2 Copas de Europa que levantó de blanco. En la segunda de ellas como capitán y nombrado mejor jugador de la competición, así como mejor jugador iberoamericano de los 90.
Por decir algo negativo, nunca tuvo gol, aunque sinceramente no le podía pedir más. Sus detractores criticaron siempre su “juego de codos”, aunque no destacó precisamente en amonestaciones o expulsiones, a pesar de su contundencia.
Tal vez su episodio más oscuro sea aquella pelea con su compañero del Tenerife Antonio Pinilla, al que noqueó de un puñetazo y desvió el tabique nasal.
A pesar de ser la estrella, Valdano le apartó de equipo durante unos días y tuvo que pagar una multa económica impuesta por el club. Prueba de su grandeza, poco después pidió perdón públicamente a la afición y al propio Pinilla.
Siempre en mi equipo
Siempre fue pieza clave para todos sus entrenadores y disfrutando de regularidad a pesar de las lesiones.
Cuando estaba en el mejor momento de su carrera, tras proclamarse campeón de Champions (2000) por segunda vez, y firmando una actuación memorable, Florentino Pérez se hace con la presidencia del club y con el bombazo de fichar a Figo, la estrella culé por 10.000 millones de pesetas.
Nada hacía presagiar que esa final frente al Valencia sería su último partido de blanco. Vicente del Bosque había declarado públicamente que era una pieza clave en su esquema, pero el Milán puso sobre la mesa 3000 millones de las antiguas pesetas por un jugador de 31 años.
La versión oficial del club era que dudaba de su condición física y esperaba futuras lesiones en el jugador. Hubo protestas de los aficionados a las puertas del Bernabéu al grito de «Figo no, Redondo sí«.
Además, siempre se dijo que Figo costaba mucho dinero y había que hacer caja. Hasta el propio Berlusconi tuvo que llamarle para convencerlo cuando todo estaba hecho entre los clubes.
Al poco de estar en Milan, tras una pretemporada en Madrid, donde había primado el balón, se encontró con un sistema de entrenamiento basado en lo físico y su rodilla no aguantó Se rompió el cruzado sin haber siquiera debutado.
La directiva merengue siempre le había acusado de pesetero y había declarado que se marchaba por dinero, cosa que él siempre negó.
Esta lesión le dio la oportunidad de demostrar que clase de profesional era. Renunció a su sueldo hasta que volviera a jugar. O mejor dicho hasta que debutara.
El regreso deseado
Para eso tuvieron que pasar dos años. Dos operaciones y técnicas de recuperación de lo más rocambolescas. Ejercicios en las frías aguas del Mar del Norte en invierno o sangrías en la rodilla mientras aplicaban un torniquete y le inyectaban fármacos.
Cuando volvió, el caprichoso destino quiso que Fernando Redondo, volviera a la que fue su casa, al Santiago Bernabéu, esta vez vestido de rossoneri.
La parroquia madridista le esperaba con los brazos abiertos y se sentía en deuda con él. Al pisar el césped todo el estadio coreó su nombre y al mirar alrededor pudo ver a todos los jugadores, locales y visitantes, coreándolo también.
Ese improvisado homenaje concluyó con un estruendoso aplauso de todos los asistentes. La gente de a pie le dio el homenaje que el club de sus amores le había negado oficialmente.
No sin mi melena
A pesar de todo lo que hemos dicho, únicamente disputó 28 partidos con Argentina. Ganando la Copa Confederaciones de 1992, donde se granjeó el apodo de “El Príncipe” (de Arabia).
Todo cambió cuando Passarella “recomendó” cortarse el pelo para ser seleccionables con la albiceleste. Algunos como Batistuta tragaron, otros como Fernando se negaron en rotundo.
El seleccionador zanjó la cuestión diciendo que Fernando no jugaba con la selección, a pesar de ser el mejor centrocampista de su país, porque no quería jugar en la banda izquierda.
Años después volvería tras el cambio de entrenador (Bielsa), pero ya habían pasado sus mejores años y debió renunciar para poder rendir al 100% en su club. Su rodilla le demandaba un mayor descanso.
En 2004 se retiró en Milán, como él dice cuando quiso, antes de que sus rodillas le retiraran. Aunque tuvo la oportunidad de jugar en Independiente, lo rechazó porque no se veía capaz de rendir a buen nivel.
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