En lo futbolístico aquel torneo nos dejó la resurrección de la “azzurra”, la subida a los altares de Paolo Rossi tras tocar fondo con el caso “Totonero”, las delicatesen del portentoso Brasil de Sócrates y Zico o el férreo marcaje en de Gentile a Maradona en su primera participación.
Tampoco se olvida la decepcionante puesta en escena de la anfitriona. Eliminada en la segunda fase tras ganar un único encuentro y dejar petardazos como al empate frente a Honduras.
Si por algo se recuerda con cariño aquel torneo por los aficionados españoles es por su mascota. El afable Naranjito.
A comienzos de 1979 se convocó el concurso para el diseño de la mascota del Mundial de 1982, una tradición que comenzó en la edición de 1966 con el pionero Willie.
Sus sucesores fueron Juanito (México ’70), los hermanos Tip y Tap (Alemania ’74) y Gauchito (Argentina ’78). Hasta ese momento todas las mascotas habían sido animales o personas.
Conquistando nuestros corazones
En España queríamos transgredir y cambiar la dinámica. Elegimos una fruta. Una naranja. Olé.
Compitieron por ese honor 600 aspirantes y 586 diseños. El 29 de mayo de 1979 el jurado del a RFEF dio su veredicto entre los tres finalistas, Brindis, Naranjito y Toribalon. Ya sabéis todos quién ganó. El cítrico derrotó a los tópicos taurinos.
Aquella naranja rechoncha y paticorta vestida con los colores de “La Roja” la diseñaron José María Martín Pacheco y María Dolores Salto, que se embolsaron un millón de pesetas como premio y dieron un espaldarazo a su agencia, Publicidad Bellido.
Naranjito ha llegado hasta nuestros días convertido en un auténtico icono, pero sus inicios no fueron nada fáciles. Durante su presentación le llovieron las críticas. Nuestro deporte nacional.
Una vez pasado el enfado inicial, Naranjito fue calando hondo en el corazón de muchos españoles. No de todos. No faltaron las voces que le tildaron de gafe tras el paupérrimo papel de “La Roja” en el torneo.
Naranjito llegó a tener su propia serie, “Fútbol en acción”. Junto a su novia Clementina y sus amigos Citronio e Imarchi combatían al malvado Zruspa. Todo muy bizarro.
Todo bajo la narración del legendario Matías Prats y con Alfredo Di Stéfano como asesor futbolístico de la serie.
Naranjito resurge de sus cenizas
Durante muchos años su imagen únicamente “sirvió” para adornar las almohadillas de los estadios en los que se disputó aquella Copa del Mundo de 1982. Fue olvidado.
La pegatina de la oronda naranja desapareció de las carpetas y mochilas de los niños hasta que éstos se volvieron adultos. La insatisfacción dejada por aquel campeonato hacía insoportable su figura.
Como en sus inicios Naranjito volvía a ser tildado de “monstruo”, “adefesio” e incluso “vergüenza de España”. Los hubo que no supieron reprimir su ira y cargaron las tintas contra el amable cítrico.
Por suerte para Naranjito llegó la expansión de la cultura “friki” y el aumento de los nostálgicos. Naranjito fue rescatado del ostracismo para ser elevado a la categoría de mito.
Esa afición por lo vintage ha recuperado la figura de la fruta más famosa de España y cuarenta años después está más de moda que nunca.