Aún en nuestros días los índices de pobreza y paro en el sur del país de la bota triplican los niveles registrados en las regiones del norte.
A mediados del siglo XIX, un combatiente romántico llamado Giuseppe Garibaldi, encarnó el espíritu de lucha de los italianos por tener un país libre y unido.
Tras décadas con sucesivas guerras. Italia volvía a ser un país unificado, otra cosa bien distinta fue lograr la unión entre sus gentes, como en casi todos los lugares del mundo empeñados en diferenciarse por aquello que les une.
Héroe napolitano
Más de un siglo después y tras su agitado paso por Barcelona, en el verano de 1984 Diego Armando Maradona aterriza en Nápoles. Una apuesta arriesgada para el crack argentino, ya que, desembarcaba en un equipo de media tabla que no peleaba por los títulos.
Si por algo se ha caracterizado Diego es porque siempre le han gustado los retos. Se propuso hacer a ese equipo olvidado del sur de Italia campeón de la Liga más potente del Viejo Continente.
A los napolitanos no les consideraban ni siquiera italianos en las regiones ricas del país. Marginados. Vilipendiados y despreciados por sus paisanos.
Sabiendo esto se comprende aún más que Maradona fuese elevado a la categoría de “Dios” por todos los napolitanos. El héroe que les puso en el mapa y lleno de orgullo. Por fin eran noticia por algo positivo.
En sus 8 campañas en el equipo “Partenopeo” logró el primer Scudetto de su historia en la temporada 1986-1987, al que acompañó el título liguero de la 89-90. Una Coppa Italia y la Copa de la UEFA de 1989.
Para un equipo acostumbrado deambular por la zona intermedia de la tala, aquello fue una hazaña que trascendió las fronteras del fútbol.
Aunque en alguna ocasión han estado cerca de lograrlo, desde la marcha del “10” no han vuelto a ganar la Serie A.
El pobre se rebelaba y, no solo le plantaba cara al rico. Era capaz de ganarle una y otra vez. Un orgasmo futbolístico para los napolitanos. Recordemos que aquella Serie A era el campeonato más duro del mundo. Y todas las estrellas internacionales jugaban en él.
El rey del mundo
En plena efervescencia maradoniana Argentina conquista, en gran media gracias a la estelar actuación del “10”, la Copa de 1986 del Mundo.
Cuatro años después el torneo se celebraría en el país transalpino. En los dos campeonatos anteriores hubo un Italia vs Argentina. En España ’82 con aquel infatigable marcaje de Gentile a “El Pelusa”.
En 1986 se midieron en la fase de grupos firmando las tablas. Ambos conjuntos eran los dos últimos campeones del mundo y eran claros candidatos al título.
La “azzurra” avanzó con paso firme hasta las semifinales. 5 victorias y ni un solo gol encajado.
Por su parte, la albiceleste llevaba un rumbo mucho más dubitativo que en el anterior torneo. En juego sobre todo, pero también en resultados.
Caminando en la cuerda floja
Cayeron de forma sorprendente ante Camerún en el partido inaugural y desde ese momento fueron con el agua al cuello.
Los dos siguientes encuentros de la fase de grupos se jugaron en San Paolo, la “casa” de Maradona. Victoria ante la URSS y empate con Rumanía.
La vigente campeona accedía a los octavos e final como uno de los mejores terceros, pero dejando muchas dudas.
En esa ronda tuvimos el Superclásico de las Américas más rocambolesco de la historia, con el supuesto bidón de agua adulterada, el mareo de Branco, la jugada antológica de Maradona y el aguijonazo de su socio Caniggia que llevó a la albiceleste a cuartos.
No con menos dificultades superaron a Yugoslavia. Juego espeso y falto de creatividad. 0-0 en los 180 minutos y Argentina avanzaba desde el punto de penalti.
El crack argentino erró su lanzamiento en la tanda. Era momento para otro héroe. Goycoechea paró los dos últimos disparos de los yugoslavos para meter a Argentina en semifinales.
El hombre más odiado de Italia
En los cinco partidos disputados por la albiceleste en tierras italianas, habían sido abucheados en Milán, Turín y Florencia.
El Italia vs Argentina del 3 de julio de 1990 decidía el primer finalista. La Federación Italiana tuvo la feliz idea de que aquel tenso encuentro se disputase en San Paolo.
Maradona salió al paso indicando que no quería un enfrentamiento entre italianos y napolitanos porque eran lo mismo. Excepto para los habitantes de esta región del sur del país transalpino el «10» era el demonio. El hombre más odiado de Italia.
Como era de esperar los napolitanos se pusieron de parte de Diego. Disidentes de la selección del país que les marginaba. Por primera vez en el torneo el himno argentino fue aplaudido de principio a fin.
Tras el encuentro hicieron una encuesta sobre quién era la persona más odiada de Italia. Entre los candidatos había dictadores y criminales… ¿Sabéis quién fue el más votado? Diego Armando Maradona.
Pasaba a ser el enemigo público de todos los italianos. De todos, menos de los napolitanos. Allí siempre se le ha perdonado todo y se le ha seguido venerando.
Fin del sueño de la «azzurra«
En lo meramente futbolístico el duelo entre la “azzurra” y la albiceleste, fue muy tenso y el bueno juego brilló por su ausencia.
El artillero “Totó” Schillaci ponía en ventaja a la anfitriona en el minuto 17 aprovechando un balón suelto en el área y en posición más que dudosa. A la postre fue el máximo realizador del torneo con 6 goles.
La albiceleste se volcó sobre el área italiana. Las ocasiones se sucedieron hasta que en el 67’ Cannigia, de cabeza y de espaldas, bate por primera vez en el campeonato a Walter Zenga,
En el tiempo restante y durante los 30 minutos de la prórroga no se movió el marcador. La suerte de los penaltis decidiría el finalista.
Ahí se erigió de nuevo la figura de Sergio Goycoechea, que paró los lanzamientos de Donadoni y Serena para meter a su país en la segunda final consecutiva de la Copa del Mundo.
Italia llora primero. Maradona después
Al igual que cuatro años atrás, Argentina y Alemania disputaban la final del Mundial. Esta vez ante un Estadio Olímpico de Roma a reventar y con la mayoría del público apoyando al “Die Mannschaft”.
Durante los himnos la pitada fue atronadora. Música de viento a la que Diego reaccionó mal. No reproduciremos sus palabras. Mejor las escucháis.
Los italianos no tenían nada en contra de Argentina. Más allá del dolor por haber caído en la semifinal. Su pitada era contra Maradona, por ser un napolitano más.
El encuentro siguió la tónica general del campeonato. Poco fútbol. Mucho contacto físico. Un espectáculo deslucido en la cita más importante del deporte rey.
Los germanos se tomaron su particular venganza y ganaron el título gracias a un penalti transformado por Andreas Brehme en las postrimerías del encuentro.
Franz Beckenbauer agrandaba su leyenda convirtiéndose junto a Zagallo en los dos únicos que han logrado el trofeo como jugador y como entrenador. A este selecto club se unió Deschamps en 2018.
Maradona no lució su mejor versión sobre el terreno de juego y el equipo se resintió. Terminaron desquiciados y con nueve hombres sobre el campo.
Tras aquel Italia vs Argentina y pese a seguir contando con el apoyo incondicional del público napolitano todo cambió para Maradona en el país transalpino.
Los excesos empezaron a pasarle factura. Ya no era él ni dentro, ni fuera de los terrenos de juego. Estaba enfadado con el mundo.
En 1991 dio positivo por cocaína en un encuentro frente al Bari. Fue sancionado con 15 meses y su última temporada en Nápoles no disputó un solo minuto
Maradona engulló a Diego. Seguía teniendo toda la clase del mundo en sus botas, pero había comenzado el declive de una gloriosa carrera, que pudo haber sido aún más exitosa de haber tenido los cinco sentidos puestos en el balón.