Expresiones manidas del casi siempre belicoso lenguaje utilizado por los comentaristas deportivos.
Hubo una ocasión en la que una de estas frases no fue una exageración. Un gol salvó una vida. Literalmente.
Sucedió el 30 de junio de 1998 en el Estadio Geoffroy-Guichard de Saint-Étienne. Argentina e Inglaterra, dos rivales irreconciliables, se medían por un puesto en los cuartos de final de la Copa del Mundo
Fue un auténtico partidazo. Un inicio fulgurante con 3 goles en apenas 16 minutos y empate a 2 al descanso. Aquel fue el día en el que un imberbe Michael Owen pintó una obra de arte sobre el césped.
Cuando Simeone desesperó a Beckham y su expulsión hizo que le odiase todo un país. Ese encuentro en el que la albiceleste (vestida de azul marino para la ocasión) ejecutó la jugada ensayada perfecta.
A más de 1.000 kilómetros de ese estadio francés un hombre veía plácidamente en su sofá semejante espectáculo futbolístico. Él no podía esperar que aquel encuentro le iba a salvar la vida.
Por los pelos
Ese hombre era Narek Kopaczen, fiscal en la ciudad polaca de Szydlowiec. Como millones de personas seguía al detalle uno de los enfrentamientos más apasionantes de aquel torneo.
Días antes un grupo de criminales le había destrozado el techo del coche. Tenía por costumbre salir todos los días de su casa a las 10 de la noche para pasear al perro y de paso aparcar su vehículo en la comisaría de policía para disuadir a los vándalos.
El duelo entre ingleses y argentinos había comenzado a las 9. Zanetti marcó al filo del descanso. Narek decidió quedarse frente al televisor para no perder detalle de aquel emocionante encuentro.
La cosa se alargó. Hubo prórroga y penaltis. Cuando el colegiado danés Kim Milton Nielsen decretó el final del tiempo reglamentario escuchó una explosión.
Salió a la ventana y vio su coche en llamas. Habían atentado contra su vida a la hora exacta a la que bajaba cada día a cambiar su coche de aparcamiento.
Fruto de la casualidad o del destino aquel gol del zaguero argentino en el alargue de la primera parte había salvado su vida.
Kopaczen a través del ex futbolista polaco Zbigniew Boniek hizo llegar una carta a Javier Zanetti agradeciéndole haberle hecho quedarse frente al televisor.
Monumento al fútbol
Como 12 años atrás la albiceleste apeó a los “Pross” del torneo mundialista y soñaban con levantar su tercera Copa. Ilusión que se encargó de romper el holandés Dennis Bergkamp en el último minuto del duelo de cuartos.
Este enfrentamiento de octavos en la capital de Loira arrancó con un más que dudoso penalti de Seaman sobre Simeone. Batistuta se encargó de transformarlo.
Tan sólo 4 minutos después se repite la escena en el área contraria. Ayala apenas roza a Owen, pero el colegiado no duda. Penalti. El artillero británico Alan Shearer no falla.
En el 16’ Beckham filtra un balón para Michael Owen. Control magistral con la espuela. Desborde en velocidad. Deja a dos zagueros argentinos atrás y la coloca fuera del alcance de Roa. Magistral.
6 minutos hicieron falta para que los ingleses le dieran la vuelta al marcador. Los argentinos eran incapaces de detener al joven delantero y las ocasiones en su portería se sucedían una tras otra.
Sacaron fuerzas de flaqueza y supieron aguantar estoicamente. “Burrito” Ortega frotó la lámpara y se hizo con el dominio del juego. En el 46’ salió a relucir la pizarra de Passarella.
Falta a varios metros de la frontal. Verón amaga con el lanzamiento mientras Zanetti se cuela por detrás de la barrera inglesa. Recibe libre de marca y ejecuta un zurdazo inapelable. 2-2.
Enemigo público número uno
En la reanudación Beckham va a por una balón dividido en el medio campo. Simeone le arolla como cual trolebús.
El “Spice Boy” reacciona mal. Lanza una coz. El “Cholo” pone mucho de su parte con una gran actuación. Roja para el “7”. De ídolo a villano en segundos. Por suerte para él obtendría su particular venganza desde los 11 metros en el siguiente Mundial.
De ahí al final se sucedieron las ocasiones para ambos contendientes. Los argentinos hacían valer su superioridad, pero los ingleses no se achicaron.
Pitido final. Narek Kopaczen sigue vivo gracias a su pasión futbolera. Mientras tanto argentinos e ingleses nos regalan una vibrante prórroga, pero el marcador no se volverá a mover.
A los penaltis. Ahí emerge la figura de otro héroe. “El Lechuga”. Dos meses atrás Carlos Roa había parado tres penaltis en la tanda de la final de Copa, pero para su desconsuelo el Mallorca sucumbió ante el Barcelona.
En Saint-Étienne la historia iba a ser bien distinta. El guardameta detiene los lanzamientos de Paul Ince y David Batty asegurando la clasificación de su selección.
Un partido apoteósico con un final de infarto. “Pupi” mantuvo a los suyos en el partido y además su gol salvó una vida a miles de kilómetros ¡Qué grande es el fútbol!