¿Qué es el fútbol sin público? el fútbol es jolgorio, aplausos, griterío, tifos y música de viento.
Aunque con la situación actual casi nos ha hecho acostumbrarnos a las gradas vacías, ha sido algo muy poco habitual a lo largo de la historia.
Poco quedaba ya de los tan recurrentes castigos de jugar a puerta cerrada tras los excesos de algún club.
Buen ejemplo de ellos fue la sanción que la UEFA impuso al Real Madrid tras el pisotón de Juanito a Matthaus.
En la siguiente edición los blancos tuvo que recibir al Nápoles de Maradona en un Santiago Bernabéu vacío, en lo que se conoce como «el partido del silencio».
Las sanciones no son la única razón por la que pueden verse gradas desnudas, sino que se lo digan al Getafe, que apenas habrá notado diferencia entre la situación actual y la anterior a la pandemia.
Una Recopa atípica
La Recopa de la temporada 1980-1981 fue un torneo baste singular que aglutina un buen puñado de historias curiosas.
Este extinto torneo continental cuyo nombre oficial era Copa de Europa de Campeones de Copa, lo organizaba la UEFA y lo disputaron los campeones de Copa entre 1960 y 1999.
En el caso español, la final de Copa del Rey de 1980 también fue atípica, enfrentando a Real Madrid y su filial, Castilla CF.
Ganaron los «mayores», que ese año hicieron doblete y tenían plaza para la siguiente Copa de Europa, por lo que el Castilla CF, se convirtió en el primer y único filial de la historia en disputar competiciones europeas.
La primera eliminatoria enfrentó al filial blanco con el West Ham United, un equipazo del campeonato más poderoso del momento en el Viejo Continente.
Boleyn Ground vacío
El 17 de septiembre de 1980 los mirlos blancos vencieron 3-1 ante 40.000 espectadores, pero los escasos aficionados ingleses dieron mucha, mucha guerra. Los hooligans de los «Hammers» lanzaron sillas, orines y escupitajos a los aficionados locales.
Eso en el campo, porque en los alrededores del Santiago Bernabéu destrozaron mobiliario y agredieron a aficionados merengues y transeúntes, lo que obligó a la policía a disolver a los ebrios aficionados ingleses.
Fruto de esos incidentes hubo que lamentar la pérdida de una vida. Un hooligan inglés fue atropellado por un autobús cuando trataba de huir de la policía.
Ante lo sucedido la UEFA responsabilizó al West Ham y sancionó por primera vez a un club que ejercía como visitante, obligándole a disputar dos partidos a puerta cerrada, cumpliendo el primero de ellos en la vuelta de esta eliminatoria.
El 1 de octubre se disputó aquel partido a puerta cerrada en Boleyn Ground. Ni siquiera la televisión pudo retransmitir aquel encuentro y a última hora permitieron el acceso a la BBC para radiar la segunda parte.
Esos 262 espectadores constituyen el récord de menor asistencia en la historia de este mítico estadio también conocido como Upton Park.
Ya en el partido calcaron el resultado de la ida y los ingleses lograron el pase en la prórroga tras el 5-1 definitivo, en un encuentro conocido como «Ghost Match» (partido fantasma)
El West Ham cayó en cuartos de final ante el campeón de Copa de la Unión Soviética, el desconocido Dinamo Tbilisi, que no lo era tanto al otro lado del telón de acero.
La «era» de los Dinamo
Si bien su palmarés resulta algo escueto en aquella (1964 y 1978) y dos Copas de la URSS (1976 y 1979) era uno de los clubes punteros del país, más aún tras la independencia de Georgia donde nadie le tose dominando tanto la Liga como la Copa con 18 y 13 títulos respectivamente.
Además, como el resto de “Dinamos”, formaba parte de los clubes vinculados a la policía secreta de cada país del bloque comunista.
En aquella Recopa dejaron por el camino al mencionado West Ham y al Feyenoord para plantarse en la final, donde les esperaba otro equipo de la órbita socialista y también poco acostumbrado a estas lides, FC Carl Zeiss Jena.
Este modesto club germano-oriental, que debe su nombre a una industria óptica de la región cuyos trabajadores fundaron el club, alberga en sus vitrinas 4 Copas de la RDA (1960, 1972, 1974 y 1980)
Los turingios eliminaron al campeón de la edición anterior, Valencia, Roma, Newport Country y Benfica, para alcanzar la que sigue siendo a día de hoy su única final continental.
Nadie daba un duro por aquel desconocido equipo de la RDA y menos aún cuando en dieciseisavos la Roma le endosó un contundente 3-0 en el Olímpico de Roma, pero los germanos le dieron la vuelta a la eliminatoria en su estadio.
Rivales inesperados
A lo largo del torneo Dinamo Tbilisi y Carl Zeiss Jena fueron dando la campanada eliminatoria tras eliminatoria hasta plantarse en la final contra todo pronóstico.
El magnifico Rheinstadion de Düsseldorf, con capacidad para 55.000 espectadores fue el escenario de la gran final, pero la realidad distó mucho de lo que había imaginado la UEFA para su segundo torneo continental.
Düsseldorf estaba en la Alemania Federal, la mitad controlada por el bloque capitalista, mientras que ambos contendientes pertenecían al bloque comunista, los soviéticos del Dinamo Tbilisi y Carl Zeiss Jena representando a Alemania Oriental.
Por cuestiones meramente políticas los habitantes del bloque comunista tenían grandes dificultades para viajar al mundo capitalista. En la práctica estas salidas eran casi imposibles, salvo visitas oficiales y alguna que otra excepción.
Final desangelada
Este fue el principal motivo por el que las aficiones de ambos clubes no pudo asistir al partido, pese a ser el más importante en la historia de ambos clubes.
Por otra parte, el escaso cartel internacional de los finalistas, prácticamente dos desconocidos para el gran público, generó muy poca expectación entre el público local.
Por si fuera poco, la tarde del 13 de mayo de 1981 el Papa Juan Pablo II fue víctima de un atentado, recibiendo 4 disparos en la plaza de San Pedro.
Mientras se disputaba el partido el Sumo Pontífice estaba en quirófano debatiéndose entre la vida y la muerte, lo que alejó el encuentro más si cabe del foco mediático.
Por todo esto el partido tuvo un escaso seguimiento y asistieron al Rheinstadion poco más de 4.700 aficionados, siendo hasta la fecha la final de competición continental con menos público, sin tener en cuenta las disputadas durante la pandemia.
En las imágenes podéis ver las gradas despobladas que lucen prácticamente desnudas, un hecho insólito para un encuentro de ese calado.
Aquel graderío que dejaba ver mucho más hormigón que aficionados fue testigo de un gran partido. Los dos equipos plagados de jugadores desconocidos, sobre todo en occidente, dieron un recital de futbol no apto para cardíacos.
Losos georgianos se llevaron el gato al agua, anotando el gol de la victoria en el 86′, cuando todos esperaban la prórroga.
El Dinamo de Tiblisi ganó 2-1 aquella final a la que Europa le dio la espalda. Una pena que todo el mundo estuviera a otras cosas durante aquel partidazo. Ellos se lo perdieron.
