El torneo de la regularidad finalmente cayó del lado merengue, pero los sportinguistas se mantuvieron en la pelea hasta la última jornada.
Contaban con una plantilla más que solvente, formada entre otros por Mesa, Cundi, Joaquín y los hermanos Castro, Jesús bajo palos y, el genial Quini, en la punta de lanza.
A ellos se les sumaban tres argentinos excepcionales, dos férreos defensas, Rezza y Doria, así como el habilidoso extremo Ferrero.
El 15 de abril de 1979 El Molinón se engalanó para acoger el duelo por el liderato entre Sporting y Real Madrid. Ambos equipos llegaban empatados a puntos.
Los visitantes daban un golpe de autoridad gracias a un solitario tanto de Santillana en el minuto 65 y las magistrales intervenciones de “El Gato de Odesa”, desbaratando todas las ocasiones rojiblancas.
La parroquia local andaba con la mosca detrás de la oreja. Una semana antes, en Salamanca habían expulsado a Doria y Ferrero. Aquel encuentro lo empataron y perdían a dos jugadores importantísimos para este transcendental duelo.
Al final de temporada cuatro puntos separaron a los merengues y a un Sporting que jamás se había visto en semejante situación.
Herida abierta
En la jornada 11 de la 79-80 los blancos visitaban de nuevo el coliseo sportinguista en similares circunstancias.
Real Sociedad y Real Madrid comandaban la tabla con 16 puntos. Solo uno por detrás marchaba el Sporting. En aquellas Ligas seguía premiándose la victoria con dos puntos.
Todavía escocía el campeonato que habían dejado escapar cinco meses atrás. La oportunidad de darle una estacada al rival y encaramarse a lo más alto era pintiparada.
La previa del partido se fue enrareciendo tras la designación del vallisoletano Ausocúa Sanz para dirigir el encuentro.
Un colegiado que la temporada anterior anuló un gol del madridista Aguilar frente al Athletic Club, para seguidamente corregirse a si mismo dándole validez. Aquel encuentro finalizó 3-3 y con un lío monumental.
25 de noviembre de 1979 , la tensión ambiental elevaba las gélidas temperaturas de Gijón a la hora del partido… y más que iba a calentarse.
El incidente
Los locales toman la iniciativa del juego. Ferrero encara al zaguero visitante San José, que comete obstrucción y saca el codo para evitar que se le escape.
El extremo argentino reacciona mal. Primero empujón y seguidamente patada en la rodilla de su oponente. Falta en contra y expulsión. Se arma la Marimorena.
Ferrero sangrando por la nariz se niega a abandonar el campo mientras discute con el árbitro. Comienza la lluvia de almohadillas y un cántico unánime de la afición gijonesa: “Así, así, así gana el Madrid”.
Ante el enfado generalizado el encuentro tarda 6 minutos en reanudarse y lo hace enrarecido. Ambos contrincantes están picados y si a San José se le ocurre tocar el balón El Molinón se le viene encima.
En el 31’ se adelantan los blancos con algo de fortuna. García Hernández remata de cabeza y Quini desvía el balón hacia su portería.
7 minutos después Boskov decide sacar del campo a San José temeroso de quedarse con uno menos. El Molinón ni olvida, ni perdona. Es un clamor. «Así, así, así gana el Madrid» cantan al unísono.
«Así, así, así gana el Madrid»
Antes de terminar este tenso primer tiempo, Benito se pasa de frenada y arrolla a Mesa. Expulsión. Se equilibran las fuerzas. Espera. El árbitro rectifica y le muestra la amarilla. El clima ya es insostenible.
En el 50’ Joaquín iguala la contienda. A nadie le importa ya. El fútbol ha quedado a un lado. La crispación se ha apoderado de todos los presentes.
El Sporting se ha quedado sin su desatascador y el Madrid encerrado atrás se conforma con el punto. La grada sigue a lo suyo. Todos a coro entonando el nuevo cántico.
Finalmente la Liga caerá de nuevo del lado madridista, con un solo punto de ventaja frente a una Real Sociedad que no perdió hasta la penúltima jornada. El Sporting fue tercero, pero esta vez muy lejos, a catorce puntos.
Su mejor generación se quedaba sin recompensa en forma de título y, su goleador Quini (único en conquistar siete veces el Pichichi entre Primera y Segunda) ponía rumbo a Barcelona.
Así nació un cántico que se ha escuchado en casi todos los campos de España. El arma arrojadiza más usada por los antimadridistas. También se entona a pleno pulmón en el Santiago Bernabéu, pero con una connotación diametralmente opuesta.
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