Existe la falsa creencia, muy extendida por cierto, que sitúa el origen del Atlético de Madrid en el Atlético Aviación o simplemente en el Aviación.
Los orígenes del club colchonero se remontan a 1903, cuando miembros del Athletic Club, el de Bilbao, desplazados a Madrid, fundaron una sucursal en la capital.
No se comieron mucho el tarro y lo llamaron Athletic Club de Madrid, compartiendo incluso indumentaria, pero la azul y blanca.
Años después se inició el camino independiente de este club tan ilustre y así llegamos a 1936.
La última temporada antes del inicio de la guerra civil española, la 35-36 el Atlético certificó su descenso quedando en penúltima posición, solo por delante de Osasuna.
El fútbol se abre camino, siempre.
Durante el año 1937 surge en retaguardia, en territorios del bando mal llamado Nacional, surge un equipo de gran nivel.
Entre personal militar y civil ligados al ejercito del aire, aparece un conjunto de jugadores que van despuntando partidos, primero en Salamanca y después en Zaragoza, según avanza el frente.
Sus artífices serían el Alférez Salamanca, el Teniente González Conlicosa y el Capitán Trujillo.
Grandes aficionados al balón, quienes reclutaron para la causa futbolística a jóvenes con buenas aptitudes en la base de Matacán.
Sin liga y con varios torneos regionales en cada bando, de mayor o menos tronío, el Aviación ganó el Torneo de Aragón de 38-39.
Y llegó a disputar la copa de ese año, llamado Torneo Nacional de Fútbol.
Aunque acabó cayendo en cuartos de final frente al Sevilla, a pesar de su gran nivel.
Con el fin del conflicto el equipo cambió su sede a Madrid y allí comenzó a buscar las formulas para instituirse como un “equipo/ club profesional”.
Regreso a la normalidad
La normativa era clara, si querían seguir jugando deberían comenzar por las categorías más bajas e ir ascendiendo, aunque fuera un equipo de máximo nivel.
Entonces surgió la posibilidad de “fusionarse” con un equipo ya existente de la máxima categoría.
Tras mantener contactos con el Real Madrid, el club blanco no acepto las condiciones del Aviación.
Su segunda opción era el Nacional, equipo de segunda categoría pero que con jugadores de primer nivel aportados por el Aviación se convertiría en uno de los principales del campeonato.
Entonces apareció el Atlético de Madrid, temeroso incluso de desaparecer.
Descendido, con su plantilla muy menguada, con el Metropolitano casi en ruinas y prácticamente en quiebra, no pasaban por su mejor momento.
Finalmente se llegó a un acuerdo y ambos unieron sus caminos, aunque podría decirse que la aviación salvó al Atlético.
De facto sería una absorción del Aviación por parte del Atlético, aunque con algunos matices.
Incorporarían las famosas alas al escudo colchonero y el nombre sería Athletic Aviación, Atlético Aviación a partir de 1940 por imperativo legal.
La junta directiva se formo conjuntamente y lo mismo pasó con el equipo, compuesto casi a partes iguales.
El entrenador sería el mítico Ricardo Zamora, aportado por el Aviación.
Una etapa rojiblanca gloriosa
El acuerdo se firmo el 4 de octubre de 1939, aunque algunos lo fechan el 20 de septiembre.
Faltaba un último fleco y de nuevo la fortuna se alió con los rojiblancos.
El Oviedo, con plaza en primera división, se encontró su campo destruido por el conflicto y solicitó una prorroga de un año para ponerlo en funcionamiento de nuevo.
Su plaza la ocuparía uno de los descendidos, Atlético u Osasuna.
Ambos solicitaron la plaza, cada uno con sus argumentos y finalmente se decidió que se jugara a un partido en campo neutral.
El partido se disputó el 26 de noviembre en Valencia y el Atlético Aviación se impuso por 3-1 al conjunto navarro.
El equipo funcionó a las mil maravillas y ganó los dos primeros campeonatos de liga tras la guerra.
Llegados a 1946 acabó por eliminar el “aviación” y sus últimos vestigios, quedando simplemente como una etapa gloriosa del club, pero nada más.