Más de mil años después sus paisanos asombraban a todo el mundo con un balón en los pies. Un fútbol alegre y vistoso que sólo tenía un problema. Los daneses tiraban con balas de fogueo y a la hora de la verdad su fútbol se diluía.
En Europa no daban la talla. En 1984 España les apeó en semis, tras una tanda de penaltis. Cuatro años después en Alemania no pasaron ni la fase de grupos, perdieron todos los partidos.
1986 fue un gran año para la «Dinamita Roja». Alcanzó por primera vez en su historia la fase final de un Mundial.
Tras solventar de forma brillante el grupo, venciendo a Alemania, Escocia y Uruguay, cayeron vapuleados por España en aquella mágica tarde de Emilio Butragueño en Querétaro. «La Roja» fue su gran verdugo en los 80.
A los mandos de esta selección que jugaba como los ángeles estaba el polaco “Sepp” Piontek, que abandonó el cargo tras no lograr la clasificación para el Mundial de Italia ’90.
Haciendo hincapié en la excelsa calidad de sus futbolistas, pero consciente de la falta de ambición y competitividad, había declarado que eran: “Los mejores perdedores del mundo”.
La Federación Danesa no confiaba en los entrenadores nacionales, pero sus pretensiones de encontrar un seleccionador extranjero se veían frustradas una y otra vez.
Aprendiendo a competir
Richard Moller Nielsen, al que habían cerrado más de una vez la puerta, había sido ayudante de Piontek en su brillante pero poco fructífera etapa en el banquillo danés.
Nielsen fue un defensa del Odense BK que llegó a ser internacional danés entre las décadas de 1950 y 1960.
Como entrenador era concienzudo y con un estricto sentido del rigor táctico, algo que chocaba de frente con la anarquía de los futbolistas que iba a entrenar.
En aquella selección figuraban grandes estrellas como los hermanos Laudrup (Michael y Brian), Vilfort, Arnesen, Larsen y el espigado pero ágil portero del Manchester United, Peter Schmeichel.
Faltos de disciplina y autocomplacientes rápidamente chocaron con los métodos y las exigencias del nuevo entrenador. Los dos “artistas” del equipo, los hermanos Laudrup, lanzaron todo un órdago, renunciaban a la selección mientras el entrenador siguiese en el cargo.
Años más tarde el mayor de los Laudrup vivió una situación similar con Cruyff propiciando su fichaje por el Real Madrid, tras la desastrosa final de los culés en Atenas.
La falta de competitividad y disciplina les llevó a quedar fuera de la Eurocopa 1992, en un grupo que lideró Yugoslavia.
Un golpe de suerte
En 1991 comenzó un conflicto armado en el territorio de la antigua Yugoslavia. La conocida como guerra de los Balcanes conllevó un bloqueo por parte del Consejo de Seguridad de la ONU.
Dicho bloqueo incluía los eventos deportivos, por lo que la selección yugoslava que ya se había desplazado hasta Suecia quedó excluida de la competición. Era la hora de la «Dinamita Roja2.
Los jugadores apenas tuvieron tiempo de entrenar (10 días) llegaban a Suecia con el bañador y las chanclas en unas maletas hechas a toda prisa.
Todo apuntaba a desastre absoluto, pese a la incorporación de Brian Laudrup, que aceptó a última hora la llamada del seleccionador.
Verano del 92
El torneo comenzó por los mismos derroteros que la fase de clasificación. Nielsen quería implantar el concepto de equipo por encima de la individualidad, pero los jugadores no le hacían ni caso.
Pese a las adversidades y la falta de entrenamiento lograron un meritorio empate a 0 frente a Inglaterra en su debut
En la segunda jornada un solitario gol de Tomas Brolin les noqueó dejando a la selección danesa al borde de la eliminación.
Un 17 de junio de 1992 se lo jugaban todo en Malmö frente a la Francia de los Blanc, Cantona, Papin y compañía. La «Dinamita Roja» no defraudó.
Los daneses salieron a comerse el césped. Henrik Larsen (que terminó pichichi del torneo) adelantó a los suyos a los 8 minutos. Papin les bajaba los humos en el ’60. Ya se veían cogiendo el ferri de vuelta a Copenhague.
Sacaron el coraje del que habían adolecido durante años mientras su entrenador tomó un decisión valiente y sorprendente a partes iguales.
Sacó del campo a su estrella, Brian Laudrup, para dar entrada a Elstrup. El delantero del Odense BK le dio la razón anotando el tanto de la victoria en el ’78.
Contra todo pronóstico se habían clasificado en un grupo en el que tenían a dos selecciones históricas como Francia e Inglaterra y a la anfitriona. No se frenaron ahí
El verano del 92 cambió la historia del fútbol danés. Lo mejor estaba por llegar, pero no iba a ser nada fácil.
Apenas cinco días después tenían que escalar el Everest. El rival era nada más y nada menos que la Holanda de los Van Basten, Gullit, Rijkaard, Koeman, Bergkamp…etc.
Estalla «La Dinamita Roja»
El rival era potentísimo, pero Moller Nielsen tenía un arma secreta bajo la manga. La Federación no tenía ninguna fe en que el equipo llegase tan lejos, por lo que no había reservado habitaciones para los familiares de los jugadores.
El seleccionador utilizó esto a su favor asegurando que si lograban el pase a la final, mujeres y novias dormirían junto a ellos en el hotel de concentración. Los daneses hicieron el mejor partido del campeonato.
Nada más comenzar, Larsen adelantaba a los suyos. Bergkamp en el ’23 contrarrestaba el tanto danés. Sólo diez minutos más tarde Larsen ponía de nuevo en ventaja a su equipo.
Ahí comenzó la exhibición del espigado Peter Schmeichel. Holanda empujaba con todo y el meta del United era un auténtico muro. Brian Laudrup tuvo que retirarse por lesión y poco después Andersen se destrozó la rodilla. Ya sabéis a perro flaco…
La presión tulipán era asfixiante y en el ’86 Rijkaard logró la igualada tras un barullo en el área. Se iban a los penaltis.
Van Breukelen utilizó todo tipo de artimañas para molestar a los lanzadores daneses. No se dejaron intimidar y anotaron los cinco penaltis. Van Basten (Balón de Oro en 1992) no pudo superar a Schmeichel ¡¡La «Dinamita Roja» estaba en la final!!
Leyendas nórdicas
En Gotemburgo les esperaba Alemania. Esos que ganan siempre. Los daneses lo tenían todo en contra frente a la campeona del mundo.
A los 18 minutos Jensen inauguraba el marcador con un cañonazo desde fuera del área que se coló por la escuadra de Illgner.
La selección danesa aguantó estoicamente el asedio teutón y Kim Vilfort remató la faena marcando en el ’78 tras deshacerse de dos defensas y sacarse un disparo ajustado al palo.
El país nórdico estalló de alegría y Vilfort tuvo su momento de gloria apenas seis semanas antes de perder a su hija.
El mediocampista danés cuajó un excelente campeonato mientras lidiaba con la tragedia familiar. Durante el torneo el empeoramiento de la salud de su hija le obligó a abandonar la concentración para regresar a Dinamarca.
Nadie es profeta en su tierra. Moller Nielsen no era muy querido en su país. Curiosamente no fue elegido como mejor técnico danés del año, pero si como el mejor del mundo.
Seguro que hasta el fin de sus días el metódico entrenador danés recordó y rememoró aquel verano del 92, en el que llevó de la playa a la gloria a un grupo de futbolistas tan talentosos como díscolos, a los que por fin enseñó a competir.
3 comentarios
Los qué presidieron la Federación Danesa del 92 ni se los deberían nombrar por menospreciar a sus compatriotas , Nielsen les dio una bofetada de ida y vuelta y pasó sus dedos por sus labios 👄 haciéndoles bruuu
Desde luego la historia es tremenda y maravillosa a la vez.
Aquella selección nos maravilló a todos en la primavera del 92. Y eso ya queda para la historia de los anales del fútbol.