En apenas dos meses cambiábamos de año. De siglo. De milenio. El Club Deportivo Leganés ya parecía hipnotizado por ese temido fenómeno, que dicho sea de paso quedó en agua de borrajas.
Ocupaba la última posición de la tabla en Segunda División y no había sido capaz de ganar desde el comienzo de la temporada.
Visitaba el Estadio Municipal de Butarque un CD Badajoz más desahogado en la clasificación y, que no conocía la derrota en las once jornadas disputadas.
El banquillo “Pepinero” lo ocupaba Enrique Martín, que había sustituido varias jornadas atrás a José Antonio Fernández, para tratar de frenar la sangría de resultados.
Estaban cerca del abismo. El fantasma de la 2ªB planeaba sobre ellos y el nerviosismo se había instalado en este equipo del sur de Madrid.
«La jugada» de Enrique Martín
Corría el minuto ’89 del encuentro entre Leganés y Badajoz cuando Pachón adelantó a los locales. La ansiada victoria estaba a punto de llegar.
En el descuento el equipo extremeño lanza el contragolpe. Sabino se escapa por banda. Llega el momento de Enrique Martín.
Como el mejor de sus zagueros. Sale del área técnica para meter el pie y robarle el balón al rival. El míster la cortó a la perfección. Obviamente era una jugada ilegal.
Su equipo se llevó los 3 puntos. Merecieron la pena los 10 partidos de sanción y las 500.000 pesetas de multa. Salieron de la mala dinámica y terminaron salvándose de forma holgada.
Quizá si el Badajoz hubiese empatado aquel encuentro el conjunto “Pepinero” no hubiese salido de aquella depresión.
Curiosamente casi 20 años después Enrique Martín vivió una situación idéntica en su paso por el banquillo del Albacete.
La Cultural Leonesa visitaba el Carlos Belmonte con el agua al cuello. En las postrimerías del encuentro un futbolista del Albacete se internaba por la banda con peligro y el técnico visitante, Rubén de la Barrera, ni corto ni perezoso le robó el esférico.
Seguro que esta jugada no le hizo tanta gracia al bueno de Enrique. El encuentro terminó con empate a cero y los visitantes perdiendo la categoría al final de temporada.
«La bruja de Campanas»
Este fue el apodo que le pusieron en El Sadar, donde pasó toda su carrera deportiva y sus inicios como técnico. Más de dos décadas de fidelidad y trabajo para los “Rojillos”.
Además de su técnica y velocidad endiablada con el balón en los pies, siempre le ha caracterizado una tupida melena y una nariz aguileña. De ahí lo de bruja.
La segunda parte del mote se debe a su lugar de nacimiento. El municipio navarro de Campanas.
Hasta su llegada al CD Leganés en 1999 Enrique Martín no había trabajado para otro club. Pese a que tuvo una gran oportunidad en la década de los ’80.
El Real Madrid se interesó por el delantero navarro y ofreció 80 millones de pesetas y dos jugadores por su fichaje. En ese momento existía el derecho de retención y Osasuna vetó su salida.
Fue una espina en la carrera de Enrique Martín que cuando comenzó a entrenar afirmó que iría donde le dictase su corazón. Desde entonces ha ido apagando fuegos en más de una decena de equipos.
La pasión con la que siempre ha vivido el fútbol le llevó cortar un contragolpe en su etapa como técnico del Leganés. Una de las anécdotas más simpáticas del fútbol español.