El 17 de noviembre de 1993 es una de las fechas que los hinchas españoles tienen grabadas a fuego en su memoria. Aquel día en el Sánchez Pizjuán y de la forma más agónica posible su selección se metió en la Copa del Mundo de 1994.
España y Dinamarca se jugaban en la última jornada una plaza para el torneo futbolístico más prestigioso. Los locales llevaban dos décadas sin perderse esta cita, desde aquel gol de Katalinski que les dejó fuera de edición celebrada en Alemania en 1974. Enfrente tenían un hueso duro de roer, “La Dinamita Roja”, vigente campeona de Europa.
Había dos vacantes y el tercero en discordia era Irlanda, que igualó a un tanto contra sus vecinos del norte situándose con 18 puntos. Dinamarca contaba con las mismas unidades y a España con 17, solo le valía la victoria.
Este trascendental encuentro llegó tras una magistral victoria ante Eire apenas un mes antes, pero en un clima irrespirable por la agria batalla dialéctica entre Javier Clemente y la prensa deportiva.
Ganar o ganar
Todo parecía torcerse para los locales cuando en el minuto 10 un gravísimo error de Zubizarreta dejó solo a Michael Laudrup. Al meta vasco no le quedó más remedio que derribarle ganándose a pulso la expulsión. España debía afrontar 80 minutos con uno menos.
Se mascaba la tragedia en Sevilla. La ilusión del Mundial se veía cada vez más lejana para los españoles.
Instantes después de aquella jugada Paco Camarasa cayó lesionado y fue sustituido por un jovencísimo Santiago Cañizares, que debutó en la meta española. Y lo hizo con nota, desbaratando todos y cada uno de los ataques nórdicos, para convertirse en uno de los héroes de la noche.
Al Sánchez Pizjuán llegaban las noticias de que las dos Irlandas empataba en Belfast, por lo que los de Clemente necesitaban marcar un gol para cumplir el objetivo.
El milagro llegó en el 63’. Jon Andoni Goikoetxea sacó desde la esquina, Peter Schmeichel hizo una de las peores salidas de su carrera (él reclamó desesperadamente falta de Bakero) y, Fernando Hierro se elevó por encima de toda la zaga danesa para mandar el balón al fondo de las mallas y llevar al delirio a todo un país.
La vigente campeona de Europa se quedaba fuera del Mundial, pero entregaron la cuchara en ningún momento. Asediaron la meta española hasta el pitido final, pero no pudieron con un agigantado Cañizares. «La Furia Española» se apuntaba a su quinta cita mundialista consecutiva.