Tras no clasificar a la selección española para la Eurocopa de 1992, la Federación cesó primero a Luis Suárez y más tarde a Vicente Miera, apostando por un perfil diametralmente opuesto de entrenador, Javier Clemente.
Se terminó la tranquilidad en el banquillo de “La Roja” (en aquella época “La Furia”) y llegó al cargo un hombre mucho más beligerante, avalado por ser el último entrenador en conquistar Liga y Copa del Rey con el Athletic Club en 1984.
Daba comienzo una nueva era. Arrancaba la España de Clemente. Más allá de los eternos debates sobre las convocatorias, el sistema de juego y los agrios enfrentamientos con la prensa “El Rubio de Barakaldo” estuvo en el cargo 62 partidos en los que logró un 58% de victorias (36).
Solo perdieron 6 encuentros y bajo sus sus órdenes anotaron 126 goles, recibiendo apenas 43. Uno de los seleccionadores con mejores números en una plaza siempre complicada.
Con tal cantidad de partidos dirigidos, solo le superan en porcentaje victorias Vicente del Bosque con un 76% (86 victorias en 113 partidos) y Luis Aragonés con el 70% (38 victorias en 54 encuentros). Los dos seleccionadores que han dirigido a “La Roja” en su reciente etapa dorada, alzando Eurocopa-Mundial-Eurocopa de forma consecutiva.
Sobre la bocina
El primer gran torneo de la España de Clemente fue la Copa del Mundo de 1994, a la que llegaron de forma agónica, tras una pelea hasta la última jornada con Irlanda y Dinamarca por los dos billetes para Estados Unidos.
El 17 de noviembre de 1993 España y Dinamarca se enfrentaron en el Sánchez Pizjuán. A los locales solo les valía la victoria. Era un todo o nada para la incipiente España de Clemente.
Fue un partido durísimo frente a la vigente campeona de Europa. España tuvo que sobreponerse a un gran rival y a la expulsión de Andoni Zubizarreta, que dio paso al debut internacional de Santiago Cañizares.
Finalmente el testarazo de Hierro en el minuto 63 llevó la tranquilidad a los españoles, que por quinta edición consecutiva iban a disputar la fase final de la Copa el Mundo. La última vez que faltaron a la cita fue en Alemania ’74.
Un mar de dudas
“La Roja” aterrizó en Estados Unidos con el ambiente enrarecido y con una de las convocatorias más criticadas de su historia. A la España de Clemente se le acusó de tener demasiados defensas, más músculo que talento y una predilección por los futbolistas vascos.
No cabe duda que aquel era un gran equipo, no exento de calidad, que aunaba veteranía y juventud para aspirar a las más altas cotas en el torneo estadounidense.
La prensa echaba en falta a Michel, el mismo al que habían “machacado” en Italia ’90 y, que ahora les contaba a todos los españoles las andanzas de sus compañeros por televisión.
El estreno en el Cotton Bowl frente a Corea del Sur fue una auténtica montaña rusa. La tempranera expulsión de Nadal. Los goles de Salinas y Goikoetxea entre el 51’ y el 56’ parecían asegurar la victoria, pero en los últimos cinco minutos los coreanos sembraron más dudas logrando la igualada.
En al segunda jornada debían jugar contra la vigente campeona, Alemania, que había alcanzado la final en las tres últimas ediciones. España mejoró. Y mucho.
Jon Andoni Goikoetxea adelantó a “La Roja”, ¿Quiso centrar? ¿Chutó a portería? Solo él lo sabe. El caso es que batió a Illgner y, al comienzo de la segunda parte Klinsmann firmó otro empate.
Salvaron el match ball de Bolivia con un estelar Caminero echándose el equipo a los hombros. Suiza esperaba en octavos. Ya sin red de seguridad.
Los “navajos” se habían clasificado segundos en un grupo en el que se vieron las caras con la Rumanía de Hagi, la anfitriona y una de las que estaba en las quinielas para el título, Colombia, que quedó apeada a las primeras de cambio.
La calma que precede a la tormenta
Hasta este duelo de octavos de final España y Suiza se habían visto las caras en tres partidos oficiales, con un balance de dos victorias españolas y un empate.
En la clasificación para el Mundial de 1958 igualaron a dos goles en el Santiago Bernabéu y en tierras suizas “La Roja” se impuso contundentemente (1-4), con sendos dobletes de Kubala y Di Stéfano.
Su único enfrentamiento en un gran torneo había sido el 15 de julio de 1966 en Hillsborough. Sanchís (padre) y Amancio remontaron el tanto inicial de René- Pierre Quentin. Fue la única victoria de España en el torneo y, ambas selecciones quedaron eliminadas en la fase de grupos.
28 años después, el 2 de julio de 1994, España se iba a imponer con claridad a Suiza para sellar su pase a cuartos de final.
Aquella tarde en el RFK Memorial Stadium de Washington se vio el que posiblemente fue el mejor de los 62 partidos de la España de Clemente.
El partido se rompió a los quince minutos con una majestuosa subida de Fernando Hierro al más puro estilo Beckenbauer. Con un autopase rompió la línea defensiva de Suiza y desde fuera del área batió por bajo a Pascolo.
Luis Enrique amplió la ventaja en el 73’ tras una buena jugada de Sergi y, a cuatro para el pitido final “Txiki” Begiristain anotó desde el punto de penalti el 3-0 definitivo.
Aquel gol del delantero guipuzcoano marcó el comienzo de una racha de imbatibilidad para Suiza que duró 529 minutos, hasta que Mark González anotó para Chile el gol de la victoria ante el combinado helvético en la fase de grupos del Mundial 2010.
La maldición de los cuartos
Suiza se quedó muy cerca de alcanzar el registro fijado por Italia con 550 minutos sin recibir gol entre México ’86 y la siguiente edición en la que ejercieron de anfitriones.
Yannick Stopyra batió a Galli en el minuto 57’ del duelo de octavos de final disputado en Ciudad de México y Walter Zenga mantuvo el cerrojo ante Austria, Checoslovaquia, Estados Unidos, Irlanda y Uruguay.
Solo Claudio Caniggia pudo perforar su meta en el minuto 68 del encuentro de semifinales disputado en San Paolo.
Por su parte, España cayó en cuartos de final. Una ronda que no lograría superar en un gran torneo hasta la Eurocopa de 2008.
El codazo de Tassotti, la certera puntería de los Baggio unida a la indecisión de Salinas ante la meta italiana, fueron un cúmulo de circunstancias que mandaron a España para casa. La maldición de los cuartos.
Entre los aficionados se puso de moda una coletilla que persiguió durante años a la selección española: «jugamos como nunca, perdimos como siempre».
Dos años después, en la Eurocopa de 1996, volvieron a caer en cuartos. El día de la eliminación ante Inglaterra, Clemente alineó de inicio a seis defensas: Belsué, Alkorta, Nadal, Abelardo, Sergi y Hierro).
El Mundial ’98 fue el cisma para la España de Clemente. Los graves errores ante Nigeria les condenaron a la eliminación a las primeras de cambio. Ese año en septiembre llegó el descalabro ante Chipre que fue la puntilla para el técnico vasco en el banquillo de la selección.