Es lo que le ocurrió al malogrado Papa Bouba Diop el 31 de mayo de 2002, cuando marcó el único tanto del partido inaugural del torneo ante Francia.
La revolución de “Los Leones de la Teranga”
Para Senegal aquella victoria trascendió lo futbolístico, habían derrotado a la superpotencia a la que estuvieron subyugados políticamente durante más de un siglo, además supuso el descenso a los infiernos de la vigente campeona y una de las grandes favoritas, que se despidió del torneo sin conocer la victoria y sin marcar perforar la meta contraria.
A la media hora de juego y después de que Trezeguet estrellase contra el poste una de las pocas ocasiones galas, El Hadji Diouf se escapó por la banda y su centro lo remató Papa Bouba Diop. Barthez lo repelió en primera instancia, pero el rebote cayó en los pies del centrocampista senegalés para empujarla al fondo de las mallas.
La celebración, con casi todo el equipo bailando alrededor de su camiseta, fue una de las más icónicas de aquel Mundial, a la altura del baile con el banderín de Roger Milla en 1990 o el grito apasionado de Yekini agarrando las redes cuatro años después. Tres grandes momentos para reivindicar el fútbol africano en el mayor escaparate de este deporte.
Tras su imponente arranque Senegal se confirmó como la revelación del torneo clasificándose como segunda de su grupo tras empatar con Dinamarca y Uruguay.
En octavos se impusieron a Suecia y solo fue capaz de apearles del torneo Turquía, otra de las revelaciones del torneo. Así “Los Leones de la Teranga” igualaron la gesta de Camerún en 1990 alcanzando los cuartos de final. Un hito que también logró Ghana en 2010.
Por su parte Papa Bouba Diop, que falleció en 2020 fue el máximo goleador de aquel maravilloso equipo con tres tantos.