Aun hoy, aunque no en solitario, el modesto y cuasi desconocido AS Saint-Etienne es el club más laureado de la competición, con diez entorchados. Su máximo hito internacional es un subcampeonato de Copa de Europa en la 75-76.
El club de la ribera del Ródano fundado en 1933 tuvo su época dorada s finales de los ’50 y sobre todo en los ’60. Los verdes, que por cierto deben esta tonalidad a su primer patrocinador, fueron perdiendo fuelle hasta quedar relegados a un segundo plano. Su última Liga data de 1981 con Platini en el equipo.
En 2013 consiguieron la Copa de la Liga de Francia, toda una hazaña para un equipo que llevaba más de tres décadas sin saborear las mieles del éxito.
Siguiendo la estela
El club que tiene el honor de compartir el trono de la Ligue 1 con el AS Saint-Etienne es el Olympique de Marsella. Aunque están igualados en títulos ligueros con el club del Ródano, su rivalidad quedó obsoleta hace años.
Su máximo rival durante los ’80 fue el Girondins de Burdeos y aún más actual es la rivalidad con el Olympique de Lyon. En los partidos denominados “Olímpicos”.
A sus diez Ligas hay que añadir otras diez Copa de Francia. Su mayor hito lo consiguieron en la temporada 92-93, la Copa de Europa, hazaña que no ha conseguido ningún otro club galo.
La pena es que su mayor logro deportivo sucede simultáneamente en el tiempo con la etapa más oscura del club.
En 1994 fue desposeído del título de Ligue 1 de la temporada anterior, descendido de categoría y sancionado sin disputar competición europea durante un año.
Esto le impidió acceder como vigente campeón ese año a la Copa de Europa. Además fueron descalificados para la Supercopa de Europa y les impidió disputar la Intercontinental.
Todo esto tras probarse que compró al menos el partido frente al Valenciennes de la temporada 92-93. Por lo que declaró Tapie, presidente del OM, se amañó la victoria y que ningún jugador se lesionara, ya que, debían jugar la final de la Copa de Europa frente al poderos A.C Milan días después.
Años después incluso admitió haber drogado a rivales con sustancia psicotrópicas adulterando agua embotellada y hasta la compra de un árbitro.
Arsène Wegner siempre dijo que le “robaron” dos Ligas francesas cuando dirigía al Mónaco, en clara referencia a esta época.
París se abre paso
El caso de Bernard Tapie os será muy familiar, ya que, se hizo con la presidencia del club en un momento deportivo delicado y lo llevó a su máxima gloria deportiva. Todo formaba parte un maquiavélico plan de engrandecimiento personal.
Cantante, empresario y político, se vistió de superhéroe rescatando a un club histórico con un desmesurado afán de notoriedad pública. Siempre en busca de los votos que relanzaran su carrera política hasta el Palacio del Eliseo.
Una vez más la mezcla en una misma figura del empresario, el político y el presidente de club de fútbol, acaba quebrando económicamente, inhabilitado políticamente y sancionado deportivamente. Lo nunca pensó es que su destino sería la cárcel en lugar del Eliseo.
El último equipo que se a sumado al selecto club de los elegidos franceses ha sido el Paris Saint Germain. Fundado en 1970 mediante la fusión de varios clubes, y sobre todo gracias a la inversión de Canal+ en los 90, se convirtió en uno de los favoritos a todas las competiciones francesas.
Su mayor hasta la fecha es la Recopa de Europa de 1996. Al año siguiente volvió a disputar la final, pero en esa ocasión sucumbió ante el Barcelona de Ronaldo.
En su corta existencia ha cosechado gran número de éxitos, a día de hoy asciende a 8 Ligue 1 y 12 Copas de Francia. Hay que tener en cuenta que 6 Ligas y 4 Copas de Francia han llegado de la mano de los petrodólares, tras convertirse el jeque catarí en máximo accionista del club en 2011.
Su ingente inversión económica ha estado siempre bajo sospecha y su «fair play» financiero más que cuestionado.
Derbi de Francia
Desde los ’90 los gallos de la competición gala han sido el Olympique de Marsella y el PSG. Esta rivalidad nació más por razones socioeconómicas que por razones deportivas.
El equipo de la rica y señorial capital francesa, frente a la obrera y multirracial ciudad del sur. La prensa deportiva y los medios de comunicación bautizaron a este partido con el nombre Derby de France o Le Classico, en referencia a los Madrid-Barça.
A día de hoy el incuestionable potencial económico del PSG ha consolidado su supremacía deportiva y el partido ha perdido bastante interés, aunque la rivalidad como tal sigue existiendo está muy lejos de la de antaño.
Uno de los derbis de Francia más famoso es el de diciembre de 1992, con ambos clubes en plenitud deportiva y la rivalidad en su momento álgido.
Este encuentro se conoce como Dirty Classico (El clásico sucio) o La Boucherie (La carnicería). El encuentro recibió una gran presión mediática previa, con la prensa, jugadores, directivos y aficiones calentando el encuentro. Desde el principio se planteó como una batalla.
Marsella gana en «La carnicería»
Una semana antes la prensa se hacia eco de unas declaraciones de David Ginola: “Vamos a caminar sobre ellos”. También hubo enfrentamientos dialecticos entre amigos y ex compañeros como Lama y Anglomá.
Se enfrentaban dos formidables plantillas repletas de talento. El PSG contaba con estrellas como Ginola, Lama o George Weah, aunque el africano no disputó el encuentro, mientras que los foceos tenían entre sus filas a hombres de la talla de Barthez, Angloma, Desailly, Deschamps, Rudi Völler o Boksic.
Este partido es considerado comienzo del odio entre sus aficionados y no es para menos.
Finalmente, el 0-1 con gol de Boksic fue lo de menos. Las 6 tarjetas amarillas se quedaron un poco cortas para las 55 faltas que pitó el árbitro aquel día, pero lo realmente sorprendente es que no se viera ninguna roja y el partido terminara con 22 jugadores sobre el césped.
Lo único positivo es que la cosa no pasó de ahí. Tras el intercambio de golpes todo hacía presagiar que en cualquier momento se montaría una batalla campal, pero milagrosamente la más que previsible tangana no llegó. Tampoco hubo disturbios graves en las gradas. Hasta en días como estos hay algo que celebrar.
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