Aquel chaval del barrio de San Nicolás de Buenos Aires nacido en 1970, debutaba en Vélez Sarsfield en 1987. Compartía apellido, que no parentesco, con Carmelo, lateral derecho de los ’60 y leyenda del club.
Su entrenador le apodó de la misma forma “Cholo”, mote que le acompañó toda su carrera. Como su seña de identidad. Ese carácter aguerrido.
En 1990, con tan solo 20 años, cruza el charco para jugar un par de temporadas en el AC Pisa. La primera sin demasiada fortuna, ya que, no fue capaz de evitar el descenso. La siguiente campaña aun siendo favoritos al ascenso fueron incapaces de lograr el objetivo.
En 1992 su compatriota, y en ese momento entrenador del Sevilla, Carlos Bilardo “El Narigón”, pide expresamente su contratación.
A orillas del Guadalquivir coincide con Maradona y con Diego, el central ex del Betis. Por estos tres aquel Sevilla será recordado como el Sevilla de “Los Diegos”. Todos ellos estaban el día del famoso “pisalo” del Narigón.
Sangre caliente
En el 94 recala en el club de su vida, el Atlético de Madrid. Tras una temporada sin pena ni gloria coqueteando con el descenso, sobrevive a la renovación total de la plantilla.
Está a punto de marcharse, pero finalmente Radomir Antic aborta su salida al no conseguir la contratación de Jokanovic, al que conocía de su etapa en Vetusta y que en el último momento se decantó por el Tenerife.
La temporada 95-96, de la mano de Radomir Antic, consiguen el histórico doblete, Liga y Copa y, experimenta su mayor crecimiento como jugador.
Su estilo de juego, duro e intenso, encajaba perfectamente en el esquema del técnico. Orden defensivo y estrategia a balón parado. Siempre ha destacado por su carácter ganador, capaz de imprimir al equipo ese afán de superación. Como máximo exponente de la cultura del esfuerzo y la capacidad de sufrimiento.
Esta forma de entender el juego, llevando al límite cada acción, le costó caro en más de una ocasión.
Las escenas del vídeo anterior sucedieron el 8 de diciembre de 1996. El árbitro no le mostró ni tarjeta amarilla, a pesar de los tres puntos de sutura que recibió Julen Guerrero. Antic le retiró poco después por la polémica generada.
Tras el partido hubo cruce de declaraciones entre los dos clubes. Julen Guerrero hablaba de intencionalidad, Antic de fortuito, así como el propio Simeone.
El Athletic recurrió al comité de competición y finalmente fue sancionado con 3 partidos. A todo esto, Luís Fernández, criticó las declaraciones de Gil y de Antic, para poco después ser calificado por el entonces alcalde de Marbella como “afrancesado» y «vulgar mercenario”.
Donde las dan las toman
Simeone era reincidente. Un año antes de este incidente había pisado en la espalda al propio Julen.
Toda cara tiene su cruz, y poco después se cambiaron las tornas. Algunos lo llamarán karma, otros justicia poética.
En febrero de 1997 se enfrentaban en los cuartos de final de la Copa del Rey en el Calderón, el Atlético de Madrid y el Barcelona.
El encuentro acabó 2-2, pero el resultado ese día no fue lo más destacado. El partido será recordado por el pisotón de Fernando Couto a Simeone. Ya sabéis: “Quien a hierro mata…”
El central portugués Fernando Couto, siempre fue un tipo de esos que no hacen prisioneros y ese día no sería una excepción. A pesar de ser una declaración de guerra en toda regla, Simeone no entro en el juego, incluso saludó y dio la mano a Couto al finalizar el encuentro. El Cholo siempre fue un fiel defensor del discurso «lo que pasa en el campo, se queda en el campo».
Aquella tarde quien se llevo tres puntos fue Simeone, pero esta ocasión fueron de sutura, como consecuencia del pisotón del luso.
Lejos de buscar venganza cuando el Atlético de Madrid pretendía denunciar el hecho al comité de competición, Simeone se negó siendo fiel a su filosofía:
Finalmente todo quedó en nada y Fernando Couto solo se llevó la tarjeta amarilla que Mejuto González le mostró durante el partido.