En muchas ocasiones cesados por motivos que solemos denominar extradeportivos, en otras siendo forzados a salir por desavenencias con dueños o mandamases de los clubes.
Todos recordamos el ataque de celos que sufrió Rubiales tras hacerse público el fichaje de Lopetegui por el Real Madrid a dos días de comenzar el mundial. Lopetegui fue cesado contra la voluntad de la plantilla (sin hablar de la opinión pública) y el batacazo fue catastrófico.
Ni que decir queda que su cese supuso un desembolso de 2 millones para el entrenador. Además de renunciar a percibir los 2 millones que iba a abonar el Real Madrid en concepto de cláusula cuando se hiciera oficial el fichaje, al finalizar el Mundial. Una gestión «inmejorable» de Rubiales.
Un ejemplo similar, pero gestionado con total naturalidad fue Miljanic. En 1974 justo antes de comenzar el Mundial y siendo seleccionador de Yugoslavia, se hace oficial su fichaje por el Real Madrid cuando finalice dicha competición.
Como era de esperar la Federación balcánica no tomó ninguna represalia y disputaron la competición con total normalidad hasta ser eliminados en la segunda fase de grupos.
Aquí ya comentamos el cese de Radomir Antic cuando su Real Madrid lideraba la clasificación liguera.
¡A la calle!
En el caso de Marcelino, no es la primera vez, ya fue cuando dirigía al Villareal nada más comenzar la Liga por haber dicho en rueda de prensa que le gustaría que le mantuviera el Sporting de Gijón.
En la última jornada de la Liga anterior el «Submarino Amarillo» se enfrentaba a los asturianos, que si vencían mantendrían la categoría. Marcelino alineó a los menos habituales, ya que, los castellonenses no se jugaban nada.
El Sporting se llevó los 3 puntos y se salvó. Al técnico asturiano no solo le acusaron de dejarse ganar y de amañar la competición, también le costó el puesto.
Esto me ha recordado otro caso de alguien que salió dos veces en extrañas circunstancias del mismo club.
Natural de Murcia, desarrolló su carrera como jugador en club de Chamartín (73-89), donde ocupó el carril izquierdo y fue siempre un ejemplo de compromiso, pundonor y garra.
Podría decirse que era el típico jugador de corazón, pero José Antonio Camacho fue mucho más, tanto en el Madrid como en la selección española.
Tras retirarse comenzó su carrera en los banquillos. Como era de esperar, sus equipos destacaban por esa exigencia física y ese trabajo del que hacía gala como jugador. Bloques compactos, aguerridos y poca floritura. Un fútbol más práctico que vistoso.
Un técnico experimentado
Comienza su etapa como entrenador en 2ª División, tras un exitoso ascenso con el Rayo Vallecano a Primera en la temporada 92/93. A pesar del ascenso, el siguiente curso recala en el RCD Espanyol, en ese momento en la División de Plata, pero donde ve un proyecto más sólido.
Esa temporada acabaría lograría el ascenso como campeón de Liga. Este vídeo es de esa temporada y da muestras del carácter guerrero y competitivo que trasmitía a sus equipos y exigía a sus jugadores.
El actor secundario en este vídeo es Roberto Fresnedoso, el que fuera jugador años después del Atlético de Madrid. Para los que no conozcan la anécdota, éste se había hecho un pequeño corte en la mano y provocó esta reacción del míster de Cieza.
Permaneció en el conjunto perico hasta el ’96. Logró clasificarlo para la Copa de la UEFA en dos ocasiones. Contaba en su plantilla con jugadores míticos como Pocchetino, Luís Cembranos, Pacheta, Lardín o el rumano Raducioiu.
La 96-97 entrenó al Sevilla, un club muy acorde a su intenso estilo de juego y al año siguiente volvería Barcelona para dirigir de nuevo al club perico durante una campaña más.
El verano del 98 en el Bernabéu se vive una época extraña. Capello dejaba el equipo al finalizar la Liga 96-97 con el trofeo bajo el brazo porque echaba de menos Milán.
Su sustituto fue Jupp Heynckes, pese a ganar la Supercopa de España y la 7ª Copa de Europa después de tantos años, no fue renovado… Se dice que, por su bajo rendimiento en Liga, ya que, el equipo acabó en 4ª posición.
La «Casa Blanca» se le atraganta
Ahora sí. Había llegado el momento de Camacho. Tras varias exitosas campañas con clubes de menor entidad Lorenzo Sanz elige a José Antonio, de corazón merengue de toda la vida, para dirigir al club.
A comienzos del verano de 1998 firmaba con la entidad blanca y para sorpresa de todos dimitía tan solo 20 días después junto a sus colaboradores.
Según se filtro a los medios Onieva, vicepresidente del Real Madrid, incluyó una cláusula en los contratos de sus asistentes por la cual si Camacho dejaba el club ellos también deberían abandonarlo.
Supuestamente gracias a esa artimaña, el Real Madrid se había ahorrado unos 80 millones de pesetas tras la salida de Capello, en concepto de indemnizaciones a sus asistentes.
Camacho desconocía esto y cuando se enteró solicitó al club que dichas cláusulas fuera revocadas. Ante la negativa del club Camacho interpretó que no se creía en su proyecto.
Sus colaboradores habían dado poca importancia al asunto, ya que, si Camacho decidía irse o era cesado, ellos habrían salido voluntariamente con él, independientemente del contrato.
“Nos vamos. Más vale ponernos colorados una vez que ciento amarillos” les dijoCamacho a sus colaboradores tras cerrar la puerta del despacho de Lorenzo Sanz.
Una vez más el Real Madrid recurrió a un seleccionador nacional. Guus Hiddink dirigía a los Países Bajos durante el Mundial de Francia ’98 cuando llegó a un acuerdo para incorporarse al Real Madrid al finalizar la competición en la que su equipo terminó en 4ª posición.
Cuando “La Furia Española” era la carta de presentación de la selección española, se le encomendó dirigir al combinado nacional. ¿Quién mejor que él?
Segundas partes nunca fueron buenas
Tras el batacazo (atraco de Corea) en el Mundial de 2002 se marchó al Benfica. Club al que renunció en 2004 cuando volvió a recibir la llamada del equipo de sus amores.
El Real Madrid de «Los Galácticos» (aunque ya sea fútbol moderno no vamos a dejar la historia a medias) presidido por Florentino Pérez, no había renovado a Del Bosque al finalizar la 2002-2003, a pesar de haber levantado la Liga y un año antes la 9ª copa de Europa.
Le había sucedido Carlos Quiroz, un técnico portugués cuya única experiencia era haber sido el 2º de Ferguson en el United. Por cierto, como me suena esto de poner becarios en los banquillos… y que lo se lo digan al Valencia.
Camacho aterrizó en un vestuario plagado de jóvenes millonarios y consentidos. El fútbol era una cuestión secundaria y el negocio ya había pasado a primer plano.
Según dijo, se daba más importancia a los eventos publicitarios que a la faceta deportiva.
Con ese caldo de cultivo, Camacho, fiel a su estilo, implantó medidas disciplinarias. Concentraciones la noche previa al partido, el trabajo físico en los entrenamientos o los castigos económicos ante comportamientos indisciplinados.
La respuesta de los jugadores no fue la esperada, ya que, las multas económicas suponían muy poco perjuicio para sus contratos multimillonarias.
Ante esto Camacho atacó donde más dolía, castigando a esos niños mimados con entrenamientos físicos y dobles sesiones. La verdad es que eso les hizo pupa.
Los jugadores, llamaban al presidente para pedir permisos o ponían compromisos publicitarios para evitar los castigos y conseguían indultos para sus penas desde el palco.
¡¡Ahí os quedáis!!
Los problemas de Camacho habían comenzado durante la pretemporada. Le habían impuesto el fichaje de Michael Owen, flamante Balón de Oro, en lugar de traer un centrocampista de trabajo como él había pedido.
El presidente decidía los fichajes, más por marketing que por motivos deportivos. Tras esto su autoridad se veía cuestionada por la directiva una y otra vez delante de los jugadores.
Como cuando dejó en el banquillo a Zidane, Raúl y Figo y fue reprendido por el presidente.
En septiembre, tras haber dirigido solo 6 partidos oficiales, 3 de Liga y otros tantos de Copa de Europa, con un balance de 4 victorias y dos derrotas (estas dos últimas consecutivas) presentó su dimisión alegando que “sobraba en este proyecto”.
En más de una ocasión ha manifestado su rechazo por esa política imperante en aquel Real Madrid con frases como:
Nunca en la historia del Madrid o de ningún otro club se ficharon cuatro o cinco balones de oro de golpe. No es lo mismo que alguien venga con el balón de oro, siéndolo, a que lo obtenga aquí, es una gran diferencia
Camacho siguió dirigiendo equipos, si bien es cierto que, de menor entidad, siempre ha sido fiel a su filosofía y ha conseguido mantener unos mínimos de autonomía.
Seguramente, esa integridad le ha privado de oportunidades en grandes clubes, pero que le ha valido para mantener su conciencia tranquila.