Hasta entonces el campeonato español tenía un genuino sistema de puntuación. A los 2 puntos por victoria y 1 por empate se le sumaban los positivos y negativos, exclusivos del fútbol español.
En el fútbol de antaño el factor campo era mucho más decisivo que en la actualidad y el porcentaje de victorias de los equipos locales era mucho mayor. Dándose esta casi por segura.

¿Para qué servían los positivos y negativos?
Buscando incentivar que los equipos visitantes fuesen a por la victoria se instauró el sistema de positivos y negativos. Básicamente consistía en premiar las victorias y empates a domicilio y penalizar perder o las tablas cuando jugaban como locales.
En los casos en los que el partido terminaba igualado ambos recibían 1 punto y el equipo local también sumaba un negativo a su casillero, justo lo contrario que el visitante que recibía el punto más un positivo.
Si había victoria visitante el local se llevaba un rosco y dos negativos, mientras que el vencedor sumaba dos puntos y otros dos positivos.
Resumiéndolo todo al mínimo los equipos que al final de temporada sumaban muchos positivos habían mostrado su fortaleza en casa y que no se amedrentaban a domicilio y, por el contrario aquellos que tenían más negativos, reflejaban su falta de contundencia en casa y fragilidad como visitantes.
Lo que al final contaba era el total de puntos obtenidos, pero no cabe duda que tenía su gracia aquello de ver la tabla con positivos y negativos. Todo desde un punto de vista nostálgico, ya que, a efectos clasificatorios no tenían ninguna trascendencia.