Un chico de 23 años de origen croata que había jugado allí las dos últimas temporadas, tras vestir la camiseta del NK Osijek. El club de su ciudad natal.
No hay que olvidar, que ese mes de junio de 1991 daba comienzo la guerra de los Balcanes. Un conflicto bélico de origen nacionalista que, tras años de guerra civil concluyó con la disolución de Yugoslavia y la aparición de un conglomerado de pequeños estados.
No puedo evitar comentar una anécdota que roza lo absurdo, pero que describe a la perfección la situación de paranoia nacionalista que vivía el país justo antes del conflicto.
Un grupo croata había ganado el festival de Eurovisión y la costumbre dice que el campeón organiza la gala del siguiente año. Hasta donde yo sé, suele designarse la capital como sede (perdónenme los expertos en la materia, no tengo ni idea) por lo que el gobierno central inició los movimientos para realizar la gala en Belgrado.
Los croatas se negaron rotundamente alegando que debía ser en “SU” capital; Zagreb. Pues si amigos. Por surrealista que parezca se encuentra entre las causas reales de la guerra de los Balcanes.
El nacionalismo, tan de actualidad hoy en nuestro país, llevó a Yugoslavia a una guerra civil que provocó migraciones masivas de la población y claro está de jugadores, en los que significó un éxodo sin precedentes las figuras balcánicas de la época.
Constelación de estrellas
Se trata de la mejor generación de futbolistas yugoslavos de la historia, con el Estrella Roja de Belgrado, como máximo exponente de aquel equipo campeón del Mundial sub-20 en Chile.
Aquel conflicto nacionalista no solo acabó de un plumazo con Yugoslavia, también fragmentó aquel elenco de estrellas que deslumbró al mundo y que jamás volvió a competir bajo una misma bandera.
Ese combinado podría haber reunido a jugadores de la talla de Meho Kodro (Bosnia), Pedja Mijatovic(Montenegro) Robert Jarni (Croacia) Zvonimir Boban (Croacia), Siniša Mihajlović (Serbio), Robert Prosinecki (Croacia), Dejan Savićević (Montenegro) o Davor Suker (Croacia). Esto ya es ficción, pero… ¿Hasta dónde habrían llegado?
Uno de esos jugadores fue a parar a Nervión. En su primera temporada compartió delantera con el chileno Iván Zamorano y la verdad es que no fue demasiado prolífica, pero el segundo año si rayó a gran altura.
Esa temporada 92-93 dirigía el equipo un tal Bilardo que había sido campeón del mundo con Argentina en el ’86 y hasta la capital hispalense arrastró a un par de pupilos suyos, uno que acaba de iniciar su carrera en Europa, el Cholo Simeone.
El otro, llegó casi en el ocaso de su carrera, seguramente con más cartel que futbol en sus botas, pero ese tal Diego Armando Maradona se tornaría fundamental en el éxito de aquel delantero croata.
Idolo en Nervión
Según cuenta el propio Davor Suker, para él estar junto a Maradona fue algo casi místico. Pasó de imitar a «El Pelusa» durante su infancia a compartir con el mesa y entrenamientos. Según se dice, Diego le dio un consejo que le sería de gran utilidad:
Siguió creciendo y marcando goles. En la 93-94 estuvo apunto de alzarse con el pichichi, pero finalmente fue Romario quien se llevó el gato al agua.
Davor Suker se convirtió durante 5 temporadas en el ídolo de la afición sevillista. Sus goles dieron muchas alegrías a la parroquia hispalense. Era el mejor jugador de la plantilla y como tal el mejor pagado. Su cláusula de rescisión ascendía a 1500 millones de las antiguas pesetas
El verano de 1995 tras un lío económico, judicial y administrativo, la Liga pasa de tener 22 equipos. Celta y Sevilla fueron los equipos que descendieron, pero finalmente se quedaron en primera.
Todo ese jaleo afectó anímicamente y estratégicamente al club que ni planificó bien su plantilla y durante toda la temporada 95-96 transitó por la zona baja de la tabla, incluso coqueteando con el descenso.
El otrora gran equipo, que había jugado en Europa y competido con los grandes se encontraba en una depresión sin precedentes.
Ante tal situación Davor Suker, como muchos otros jugadores, había manifestado sus deseos de abandonar la entidad.
Rumbo a Madrid
A principios de 1996, con todavía 3 años de contrato, se filtraron a la prensa unas declaraciones del atacante balcánico en las que pedía a la directiva que le vendieran.
Reconocía que tenía ofertas de Italia, la Premier e incluso del Barcelona y, que con ese dinero podían comprar 4 ó 5 jugadores que afianzasen la situación del club.
Tras esas declaraciones, Suker fue sancionado, por petición expresa del entrenador, con una cuantiosa multa económica, ya que, ni por asomo podían permitirse apartarle del equipo. La afición empezó a cuestionar su sentimientos sevillistas y a tacharle de mercenario y pesetero.
Incluso el presidente, había admitido que la cláusula de la estrella croata era negociable, lo que admitía abiertamente su condición de transferible.
Había un malestar generalizado en la capital andaluza, acrecentado por la situación favorable de sus vecinos béticos. En estas circunstancias se hace público el fichaje de Davor Suker por el Real Madrid, a cambio de 600 millones de pesetas y la cesión de su compatriota Petkovic.
A falta de dos jornadas y con los deberes aun por hacer, Suker fue despedido multitudinariamente por el Sánchez-Pizjuán para marcharse con su selección ante el inminente inicio de la Eurocopa de Inglaterra de 1996. La afición agradecía los servicios prestados y olvidaba viejas rencillas .
No te vayas todavía
Llevaba dos semanas concentrado con Croacia. Mientras el Sevilla se jugaba caer en la promoción ante el U.D Salamanca en la última jornada. Con el drama instalado en la parroquia sevillista, Davor Suker hizo algo que pocos jugadores harían y por lo que será recordado eternamente en el Pizjuán.
El bueno de Davor, en un acto de generosidad descomunal con su ex equipo, al que tanto debía. Pidió permiso para abandonar la concentración de Croacia. Cogió un jet privado y se plantó en Sevilla dos semanas después de su adiós “definitivo”.
Como no podía ser otra forma, Luis Aragones alineó a su estrella por última vez. Aquella tarde en la que el Sevilla se jugaba todo, Davor se convirtió en «Sukerman»
Con 3 goles finiquitó aquel partido y el estadio se llenó de pañuelos blancos en señal de agradecimiento por el último servicio que había hecho su estrella por la causa… ¡Y qué servicio!
Un comentario
El fútbol de hoy en día no vale un ardite.