Aunque muchos futbolistas han superado ampliamente esa barrera, también son muchos los casos que han dado la razón a «El Flaco».
Nunca es buen momento para despedir a una leyenda del club y casi siempre suele decirse que se pudo hacer mejor. La inmensa mayoría de estrellas terminan teniendo un final abrupto, tal vez fruto del desgaste de tantos años de grandeza.
Grande como pocos
László Kubala Stecz llegó al Barcelona durante el verano de 1950 huyendo de su Hungría natal, inmersa en un régimen filosoviético, atravesó varios países hasta recalar en la España franquista.
Su fichaje por el FC Barcelona cambió la historia del club, convirtiéndose en el mejor jugador de la época y comandando uno de los mejores equipos azulgrana, siendo el emblema del denominado «Barça de las Cinco Copas».
Era un jugador fuera de lo normal, su regate, elegancia y disparo le convirtieron en único. Fue uno de los primeros especialistas en el lanzamiento de faltas y, según dicen el primero en pegarle con el interior para darle rosca superando la barrera por encima.
Es el 4º máximo goleador del club con 194 goles en 256 partidos. Su juego generó tal expectación que el club tuvo que mudarse de casa. Les Corts se quedó pequeño ante la demanda de aficionados que querían ver a Kubala, provocando la construcción del Camp Nou.
Su palmarés con los culés esta a la altura de muy pocos: 3 Ligas, 5 Copas del Generalísimo, 4 Copas Eva Duarte, 3 Copas Duward, 1 Copa Latina, 2 Copas Martini&Rossi y 1 Pequeña Copa del Mundo de Clubes.
En una encuesta entre los socios durante el centenario azulgrana salió elegido como el mejor jugador en la historia del club.
Algo se rompió
Con todo lo anterior os podéis imaginar la magnitud de la estrella, lo que Kubala significó en Barcelona y entender lo que dolorosa que fue su salida. En 1958 el club estaba algo cansado de él, algunas fuentes dicen que incluso “muy hartos”.
Supuestamente Laszly se había acomodado. El Barcelona no ganaba la Liga desde 1953 y arrastraba una deuda importante por lo que se planteo su salida como solución.
Su cuñado Daucik había llegado con él a España, y en ese momento ya retirado, era entrenador del Atlético de Madrid, motivo por el que fue ofrecido al club del Manzanares, aunque el traspaso no llegó a buen puerto.
Las pretensiones económicas de los culés eran demasiado altas para un Atlético que había acometido varios fichajes ese mismo curso. Otro escollo importante fue el rechazo del jugador a aceptar la salida si la directiva no manifestaba públicamente que deseaba prescindir de él.
Kubala era consciente de su poder mediático, por lo que no estaba dispuesto a cargar con la culpa de la operación y que la afición lo interpretase como una traición.
La estrella se apaga
La llegada de Helenio Herrera y la irrupción de Luis Suárez Miramontes le relegó a un papel secundario y, poco a poco la afición fue asumiendo la pérdida de relevancia de la estrella.
El técnico argentino le ponía de titular en casa, donde la grada le reclamaba, pero fuera era otro cantar. La temporada siguiente perdió definitivamente la titularidad y únicamente disputó 12 partidos en los que anotó 7 goles. Cifras muy lejos de las que acostumbraba.
La 1960-1961 fue su última temporada como culé. El club le preparó un homenaje de despedida donde los blancos Di Stefano y Puskas vistieron la elástica blaugrana.
Tras colgar las botas pasó a desempeñar labores de formador y entrenador en las categorías inferiores. Poco después la destitución del entrenador le permitió acceder al banquillo del primer equipo, pero las tensiones con la directiva propiciaron su salida.
Supuestamente Kubala quería compaginar la labor de técnico con la de jugador en activo descolgando las botas de nuevo. El club no tragó con aquella exigencia y Kubala salió del Barcelona por la puerta de atrás.
La ofensa del club de sus amores le empujó aun mas a cumplir su voluntad, volver al verde. Tras un breve periplo por las Américas fichó por el RCD Espanyol donde reapareció a los 35 años.
Una temporada después se retiró, pero siguió vinculado al club perico, al que dirigió durante la 1964-1965.
Tal vez su mayor logró en dicho banquillo fue reclutar para la causa a Di Stéfano, que jugó allí sus dos últimas temporadas en activo.
Kubala, como casi todas las leyendas pudo haber tenido un mejor final en Barcelona.