Si los atletas olímpicos acuden al reclamo de países más potentes económicamente, los futbolistas acuden a selecciones con mas potencial.
Otro caso sería el de los que repudiados por los suyos, normalmente por la falta de nivel, buscan otra vía para alcanzar los grandes torneos internacionales.
Los «fichajes» de la selección
El “inventor” fue Benito Mussolini, que en 1934 durante la organización de “su” Mundial potenció a Italia con los “oriundi”.
El termino hacía referencia a los italianos o descendientes de estos, que vivía en otro país, fruto de la migración.
Mussolini reclutó para la causa a los argentinos Raimundo Orsi, Luis Monti, Attilio Demaria y Enrique Guaita, además de al brasileño Afilogino Guarisi. Fue el pistoletazo de salida para la doble nacionalidad de los deportistas.
Alfredo Di Stefano, jugó para su Argentina natal y España, su patria de adopción. Kubala lo hizo para tres, Hungría, Checoslovaquia y finalmente España.
José Emilio Santamaría jugó con Uruguay y España, Ferenc Puskás lo hizo con Hungría y España o José Altafini que jugó para Brasil e Italia. Como ellos hay innumerables casos.
Revisando las normas
Con los años la FIFA tomó cartas en el asunto y puso ciertas reglas. Los futbolistas que ya habían jugado con una selección no podían cambiar. Esta normativa básicamente significó una carrera por hacerse con los servicios de jugadores que no hubieran debutado con la absoluta.
En España han sido muy sonados los casos de Bojan Krkic, Nico Williams, Marcos Senna o Diego Costa. En la mayoría de casos esto acaba en juguetes rotos convocados una sola vez y privados de poder hacerlo con su “verdadero” país.
Esto hizo que la ley se revisase y actualmente la normativa es algo más laxa.
Ahí está el caso de Munir El Haddadi o Iñaki Williams, ambos debutantes con la selección española que finalmente se decantaron por sus países de origen, que no natales.
Muchos países aprovecharon durante años su condición de ex metrópoli para reclutar jóvenes talentos en viejas colonias emancipadas.
Caso inverso podría ser el de Zaire, que llamó a filas a jugadores que habían emigrado a Bélgica.
¿Pérdida de identidad?
La globalización ha provocado que todas las selecciones sean un conglomerado racial y cultural, fruto del mestizaje y los flujos migratorios.
La primera selección en experimentar esto a gran escala fue Francia. La campeona del mundo de 1998 solo tenía ocho futbolistas nacidos en el país galo. La mayoría de su convocatoria era fruto de la a inmigración o del colonialismo francés.
Desde Nueva Caledonia llegó Karembeu, con ascendencia Armenia estaba Djorkaeff, pasando por la Argelia de Zidane o el Senegal natal de Vieira.
Suiza es un país con una población migrante cercana al 30%, esto ha provocado que desde hace décadas el origen de sus seleccionados sea múltiple. Desde los españoles Senderos o Ricardo Rodriguez, a los albanos Shaqiri y Granit Xhaka.
Akanji tiene ascendencia nigeriana, Eray Cömert de origen turco y Embolo camerunés. Este caldo multicultural le ha ido muy bien al país centroeuropeo que ha ido ganando calidad a pasos agigantados en las últimas décadas.
Cambios forzosos
Los países desaparecidos o desmembrados han sido foco de controversia para algunos futbolistas internacionales. El récord de haber jugado para cuatro selecciones distintas lo ostentan Ajrik Tsveiba y Andréi Piatnitski.
Tras jugar con la URSS, formaron parte de la selección de la Comunidad de Estados Independientes que disputó la Eurocopa de 1992.
Después Tsveiba eligió Ucrania, con la que jugó un partido amistoso y finalmente se decantó por su Rusia natal. Por su parte Piatnitski primero se decantó por su Uzbekistán natal y finalmente también escogió a “la madre Rusia”.
Otro lugar que ha dado lugar a orígenes “dispersos” ha sido los Balcanes. Tras la disolución de Yugoslavia muchos de los integrantes de la selección vistieron la camiseta de otro combinado nacional.
Destaca el caso de Dejan Stankovic que ha vestido 3 camisetas distintas en otros tantos Mundiales, jugando para Yugoslavia, Serbia y Montenegro y finalmente Serbia. Hasta entonces el récord lo tenía Robert Prosinečki, vistiendo la de Yugoslavia y la de Croacia.
Ibrahimovic por ejemplo es de origen bosnio y a pesar de que su padre intentó que Bosnia le convocase con 17 años fue rechazado, decantándose finalmente por su Suecia natal.
Un caso muy curioso es el de Adnan Januzaj. Nacido en Bélgica, de padres albanokosovares, otorgándole acceso a dos selecciones, Albania y Kosovo. Pero la cosa no acaba aquí, ya qu,e sus abuelos eran turcos y serbios, lo que le amplió el abanico de opciones.
Para rizar más el rizo, tras jugar en el Manchester United, Inglaterra le tentó para defender a los «Three Lions«, aunque se decantó por su Bélgica natal.