Este fue un torneo celebrado para conmemorar la coronación de Alfonso XIII al alcanzar la mayoría de edad. Fue un éxito rotundo y la organización decidió que se repetiría cada año. Así nació la actual Copa del Rey.
Madrid, entonces sin Real y Barcelona no volvieron a verse las caras (oficialmente) hasta 1916, de nuevo en el torneo copero.
Nace una rivalidad
Hasta aquel momento, aunque se trataba de dos equipos de gran potencial, no existía la rivalidad entre ellos que conocemos hoy en día.
Se midieron por un puesto en la gran final donde esperaba el Athletic Club. La ida se disputó en la Ciudad Condal, en el Campo de la Calle Muntaner antigua casa del Espanyol.
El 26 de marzo los azulgrana se impusieron por 2-1, con goles de Paulino Alcántara y Martínez. Los blancos se quejaron amargamente del último gol, mientras que, los locales criticaron la dureza con la que se emplearon los merengues y a la que acabaron sumándose los locales.
El 2 de abril se disputó la vuelta en el Campo de O’Donnell, el del Atlético (Athletic de Madrid en aquella época).
Dos de los jugadores visitantes, Santiago Massana y Vinyals partieron de Barcelona más tarde que sus compañeros por motivos laborales. Una avería provocó un retraso de más de 8 horas en el tren e hizo imposible su participación en el encuentro.
Ni la organización, ni el rival aceptaron el cambio de fecha propuesto por los barcelonistas. Con la esperanza de que los dos compañeros aparecieran en cualquier momento, arrancaron el partido con nueve jugadores sobre el césped.
A los pocos minutos se sumó Costa, que viajaba con la expedición y era parte del equipo. El undécimo hombre del lado blaugrana fue Paco Bru, retirado hacía un año y que en aquel momento trabajaba como cronista para Mundo Deportivo.
Se encontraba en la grada cubriendo la información del partido y no había jugado para ningún otro equipo ese año. Además, era socio del Barça, requisito indispensable para poder vestirse de corto. Eso sí, tuvo que jugar con una camiseta distinta porque no había más.
A pesar de la «igualdad» numérica en la mayor parte del encuentro el Barcelona sucumbió 4-1. La estrella local, Santiago Bernabéu, les destrozó con tres goles.
Larga lista de agravios
En aquel momento no se tenía en cuenta la diferencia de goles, por lo que fue necesario un tercer partido para desempatar.
Pese a los intentos culés y, consiguiente enfado, el tercer duelo también se jugó en Madrid, pero la polémica no terminó ahí. Designaron como árbitro a José Ángel Berraondo, futbolista blanco años atrás. El desempate se disputó el 13 de abril y fue uno de los mejores Clásicos de todos los tiempos.
La buena noticia para los culés fue que recuperaron a varios futbolistas: los dos ausentes por el incidente del tren y a su portero titular, Lluís Bru, uno de los mejores de la época como demostró en aquel encuentro deteniendo dos penaltis.
El choque se fue a la prórroga donde el Barça se adelantó hasta en dos ocasiones y solo al final llegó el empate de los locales, 6-6, dejando de nuevo todo por resolver en un nuevo duelo.
La polémica vino por los tres penaltis señalados a favor del Madrid, aunque solo materializó uno y, un gol anulado a Alcántara.
Además el Barcelona consideró ilegal que el Madrid alinease a Zabalo en sustitución del lesionado Belaunde. El primero supuestamente pertenecía a la cantera del Madrid, pero había jugado cedido toda la temporada en el Real Unión.
La batalla final de la guerra de Clásicos
El enfado de los azulgrana fue a mayores cuando volvió a designarse como sede para el cuarto partido el mismo escenario, Madrid. Por si fuera poco, de nuevo fue elegido Berraondo como árbitro del encuentro.
El partido se disputó el 15 de abril, solo dos días después del anterior y con cierta prisa por resolver el asunto para organizar la final.
Durante los 90 minutos reglamentarios persistió el empate, esta vez a 2. En la prórroga los merengues se adelantaron gracias a dos tantos de Sotero Aranguren. Con el 4-2 en el marcador y a falta de 12 minutos para el final los culés abandonaron el campo obedeciendo la orden de su capitán Tiago Massana.
El Barcelona se sintió profundamente agraviado por la actuación arbitral. Reclamaron que el primer gol blanco llegó precedido de fuera de juego. Además anuló un gol a Alcántara que habría significado el 1-3 y concedió un penalti inexistente que detuvo Bru.
Ya en la prorroga, el primer gol de Sotero fue en fuera de juego y el cuarto estuvo precedido por una falta al portero. Después de aquella batalla de Clásicos los blancos se colaron en una final, que también estuvo repleta de polémica.
Barcelona fue designada como sede y como colegiado el ex azulgrana Paco Bru. Supuestamente ambos equipos recibieron la propuesta de un arbitraje a favor a cambio de 500 pesetas.
El ambiente fue todo lo hostil que cabía esperar tras la interminable semifinal y en el Campo de la Calle Industria hubo cánticos y pancartas contra Berraondo. Tras el encuentro los jugadores merengues fueron apedreados, teniendo que ser protegidos por la Guardia Civil.
Los blancos cayeron ante el Athletic Club por un contundente 4-0 y toda aquella polémica en los Clásicos supuso la ruptura de relaciones entre Madrid y Barça, que no jugaron ni un amistoso durante largo tiempo.