El fútbol es cuestión de ciclos y ese galardón honorífico de campeonato más potente o de fútbol referente europeo ha ido cambiando de manos.
Tras la arrolladora superioridad de los equipos ingleses hasta mediados de los 80, cortada de raíz tras su expulsión del fútbol continental por, entre otras catástrofes, la de Heysel (1985), el epicentro futbolístico tardó en asentarse.
La Juventus se llevó aquella fatídica final de Copa de Europa, última antes del castigo inglés. Fue la carta de presentación del Calcio para llenar el vacío dejado por los británicos.
No sucedió de un día para otro, ya que, los siguientes años no hubo un claro dominador y los campeones de competiciones europeas fueron alternando nacionalidad, en parte reforzados por el éxodo y reparto de los grandes jugadores de la Premier.
No me voy a detener demasiado, en esta etapa tenemos campeones de Europa como el Steaua de Bucarest, Olympique de Marsella, Oporto, PSV, Estrella Roja o Ajax, y otro reparto dispar en la UEFA.
A medida que avanzó la década se incrementó la preeminencia de los equipos italianos en todas las competiciones europeas, UEFA, Copa de Europa, Recopa y Supercopa.
El Calcio toma la delantera
Sirva como ejemplo que desde el 89 hasta el 95, hubo 17 finalistas italianos entre las dos grandes competiciones. Dándose habitualmente enfrentamientos directos entre equipos del Calcio en varias finales y semifinales de competiciones continentales.
En la Copa de Europa, que solo participaba el campeón de cada liga y el vigente campeón, entre AC Milan y Juventus se llevaron 5 copas, 3 y 2 respectivamente en esa década.
Entonces se hizo muy popular el término de “Las siete hermanas” o lo que es lo mismo: Juve, Inter, Fiorentina, Roma, Milan, Lazio y la última en llegar, el Parma. De este elenco de equipos salían los principales candidatos a todos los títulos, nacionales y europeos.
No hay que olvidarse de otros clubes italianos, que sin formar parte de este selecto grupo, como Nápoles o Sampdoria, darían también un rendimiento excepcional.
A la vera del crecimiento del fútbol italiano fue creciendo un equipo hasta entonces modesto que daría mucho que hablar, hasta ganarse un hueco en ese selecto club que hemos mencionado.
El auge de «Los Cruzados»
El Parma, era un habitual de la 2ª y la 3ª división del fútbol del país de la bota hasta que su destino cambió de la mano de Ernesto Ceresini.
Bajo su presidencia ascendió de nuevo al club a la Serie B, dando la batuta a un jovencísimo Arrigo Sacchi, que pondría en práctica por primera vez el estilo futbolístico que le catapultó al AC Milán donde creó aquella temible apisonadora que asoló Europa tiempo después.
Volviendo a Parma y a Ernesto Ceresini, tal vez su mejor gestión fue conseguir el patrocinio o colaboración de Parmalat, que por cierto ya lucía en las camisetas del Real Madrid desde la 85-86.
Con aquella colaboración entró el dinero, que acompañado de una muy buena gestión, alzó por primera vez al Parma hasta la Serie A en 1990, 77 años después de su fundación.
El año de su debut en ese campeonato lleno de «monstruos», consiguió nada menos que clasificarle para la Copa de la UEFA, logrando un 6º puesto empatado a puntos con el 5º, el Torino.
Los gialloblu de Nevio Scala eran un plantel plagado de jovencísimos talentos nacionales apuntalados por el portero carioca Taffarel y el sueco Thomas Brolin (con un papel muy destacado en USA ’94), que desde luego sumaron mucho al proyecto.
Al año siguiente, en la 91-92, tuvieron suerte dispar; en la UEFA debutaron frente al CSK de Sofía, que sin ganarles ninguno de los dos encuentros les apeó a las primeras de cambio por el valor de los goles en campo contrario.
Asentándose en la élite
En el Calcio volvieron a repetir el 6º puesto del año anterior, pero la gran sorpresa la dieron en la Copa de Italia, venciendo en la final a la Juventus de Turín, que sería su rival más habitual durante el siguiente lustro.
En la 92-93 se refuerzan con hombres importantísimos como Faustino Asprilla, aquel poderoso delantero colombiano que tanta gloria les traería.
La temporada se inicia con una decepción por la derrota en la Supercopa ante el AC Milan de Fabio Capello, el heredero de Sacchi en el banquillo rossoneri.
En cambio, la Liga les deparó un meritorio tercer puesto. El plato fuerte sería la Recopa de Europa. En su segunda aparición europea, tras su breve paso por la UEFA del año anterior, los debutantes se alzaron con el título continental.
Todo un hito para el modesto club de la Romaña que apenas 3 años antes había llegado a la élite del fútbol de su país.
La 93-94 como cada curso llegó con los refuerzos de rigor, que mientras que no dejasen de dar sus frutos, no pararían de llegar.
En esta ocasión a los Benarrivo, Asprilla, Brolin y compañía se sumaría la figura de Gianfranco Zola, el menudo y habilidoso delantero procedente del Nápoles (que ya perdía protagonismo) formaría una dupla letal con el cafetero.
Volvió a codearse con los grandes de su campeonato para quedar en cuarta posición. Intentaron revalidar su título de Recopa, pero esta vez el Arsenal se impuso por 1-0 en la final.
¿Un equipo sin techo?
Unos meses antes se había enfrentado en la Supercopa de Europa al todopoderoso Milán, que ya le había sobado el morro anteriormente, pero en esta ocasión no fue así. El Parma hizo insuficiente el 0-1 de la ida, al imponerse por 0-2 en San Siro.
No se veía el techo de este asombroso equipo. Por cierto, el rival no debía ser el Milan, que había sido subcampeón, debió ser el Olympique de Marsella, pero había sido descalificado.
En la 94-95 sigue acertando con los fichajes. Dino Baggio, Fernando Couto y Buffon encajan a la perfección y continúan mejorando el bloque.
Esa temporada fue la que más repitieron su duelo ante los bianconeri. Se enfrentaron en la final de de la UEFA, donde se impusieron, pero por contra sucumbieron en la Copa de Italia.
La 95-96 fue una temporada peculiar. Sería la primera que no levantarían ningún título desde que se instalaron en la élite. Aunque parezca raro, se había convertido en algo habitual.
Os sonara el delantero búlgaro que fichan, un tal Hristo Stoichkov. Casi nada. Además llegó un central napolitano, Fabio Cannavaro.
El legado imborrable de aquel Parma
Esa liga la disputaron hasta el final, pero son sus enemigos íntimos turineses los que se hacen con el Calcio. Aun así, el cambio de formato les permite disputar la Copa de Europa como 2º clasificados.
Tras la salida de Scala un joven Ancelotti, ex jugador del Parma, se hace con el banquillo en la 96-97. A este se unen hombres como el central de Guadalupe, Liliam Thuram, o un joven delantero argentino, Hernán Crespo.
Tuvieron que aguantar tres temporadas sin levantar otro título, pero lo bueno siempre se hace esperar, y así fue.
La temporada 98-99, de la mano de Alberto Malessani, un equipo ya plagado de estrellas como Chiesa, los mencionados Buffon o Thuram, Cannavaro, Dino Baggio, Crespo, Verón… se imponen en la Copa de Italia a la Fiorentina y en la UEFA golean a un histórico como el Olympique de Marsella. Aquel doblete les convirtió en leyenda.
A esto sumarían una Supercopa de Italia (99) y otra Copa de Italia (2002) para cerrar un ciclo mágico que les dio 8 títulos en 10 años, solo al alcance de un equipo de leyenda.
Tras su periodo triunfal, se fue disolviendo como un azucarillo hasta finalmente desaparecer en 2015 acosado por las deudas económicas. Posteriormente sería refundado de nuevo para comenzar desde abajo. En 2018 el Parma volvió a la élite con un nuevo ascenso a la Serie A.
