Aunque los “rossoneri” no ganan la Copa de Europa desde hace más de una década, son el segundo equipo que más veces ha conquistado el máximo cetro del Viejo Continente.
En su país tampoco celebran títulos desde hace demasiado tiempo. Su último Scudetto data de 2011 y la Copa de Italia la ganaron por última vez en 2003.
Da pena ver a un gigante del fútbol así. Vamos a rememorar tiempos mejores. A finales de los 80 y comienzos de los 90 no solo fueron el gran dominador del fútbol europeo. Crearon escuela.
A comienzos de la década de los ‘80 el AC Milan vivía una crisis institucional y deportiva motivada por el escándalo “Totonero”, que inhabilitó de por vida al presidente Felice Colombo y provocó el descenso del equipo a la Serie B.
Había que reconducir la situación. El último título del equipo databa de 1977. Llevaban 9 años sin ganar el Scudetto y casi dos décadas sin alzar la Copa de Europa. A grandes problemas, grandes soluciones.
En 1987 aterrizaba en la ciudad lombarda Arrigo Sacchi. Un técnico con su propia idea de fútbol total, cuyo mayor logro hasta el momento era haber ascendido al Parma a la Serie B.
Cambiando el rumbo
Adaptó los conceptos de Rinus Michels al AC Milan. Lo nunca visto en el fútbol italiano.
Su equipo se caracterizaba por la presión constante, una defensa en zona que aplicaba a la perfección la táctica del fuera de juego y la presencia de gran cantidad de jugadores polivalentes, capaces de adaptarse a varias posiciones.
Los había que no se fiaban de él por su nulo bagaje en el fútbol de máximo nivel. El bueno de Arrigo respondió contundentemente:
Formó un bloque que funcionaba como un reloj suizo. Contaba con algunos de los mejores defensas del país transalpino, Baresi, Costacurta, Tassotti y un jovencísimo Paolo Maldini.
A ellos se les fueron uniendo algunos de los más grandes solistas del planeta fútbol, que llegaban por la fuerte inversión que inyectó en el club el exitoso empresario Silvio Berlusconi.
Por Frank Rijkaard, Marco Van Basten y Ruud Gullit se le comenzó a conocer como el Milan de los holandeses. Un elenco de estrellas que hizo las delicias de la afición «rossoneri«.
Los métodos de Sacchi al principio no eran bien acogidos por la plantilla ¿A quién le gusta entrenar 7 horas? Además la eliminación en la UEFA a manos del Espanyol de Clemente puso al técnico en el alambre.
La confianza de “Il Cavaliere” tuvo su recompensa. El AC Milan volvió a conquistar la Liga italiana imponiéndose al Nápoles comandado por la estrella del momento, Diego Armando Maradona.
Conquistando Europa
Los Galli, Maldini, Baresi, Costacurta, Tassotti, Ancelotti, Rijkaard, Colombo, Donadoni, Gullit y Van Basten reinaban en Italia y ahora ansiaban expandir sus dominios.
Nadie fue capaz de pararles en Europa. Aunque empezaron el torneo un tanto dubitativos.
Dejaron por el camino al Vitosha Sofia en primera ronda. En dieciseisavos lograron la clasificación en los penaltis frente a la talentosa generación del Estrella Roja.
Ante el Werder Bremen pasaron gracias a un gol de Van Basten de penalti. En semifinales se desataron. 1-1 en el Santiago Bernabéu y goleada de escándalo en San Siro.
En apenas 60 minutos marcaron 5 goles a un Real Madrid al que nadie tosía en España. 20 años después estaban en la final. En el Camp Nou el Steaua no tuvo opciones y sucumbió por 4 a 0.
Ya eran Los Inmortales, pero los retos no se habían terminado para aquel equipo. Desde el sorprendente Nottingham Forest de Brian Clough, ningún equipo había conquistado el cetro europeo en años correlativos.
Sacchi y sus chicos tenían ese hito entre ceja y ceja. Apearon al HJK Helsinki, Real Madrid, Mechelen, Bayern Múnich y Benfica en la final, (sobre el que pesaba la maldición de Bela Guttmann) para volver a levantar la “Orejona”.
Añadieron a su palmarés dos títulos Intercontinentales y dos Supercopas de Europa. En el Viejo Continente nadie les tosía. Todo lo contrario en Italia donde se les escapó el Scudetto ante Inter, Nápoles y Sampdoria respectivamente.
Un sistema (casi) infalible
Versátiles peloteros en vanguardia y un sistema defensivo prácticamente infalible eran las señas de identidad de los “rossoneri”. Los Inmortales rozaron la excelencia durante 4 años.
Cuando el capitán Franco Baresi gritaba ¡Milán! los zagueros salían despavoridos para dejar a los atacantes rivales en offside. Supuso tal revolución que la International Board cambió la normativa sobre el fuera de juego tras 65 años vigente.
A esto sumaban una presión brutal sobre la defensa rival para que no sacase el balón jugado y así recuperarlo en zonas comprometidas. Nadie escatimaba en esfuerzos. Era una nueva versión del fútbol total.
Unamuno dijo en su célebre discurso “Ganaréis pero no convenceréis”. Esto no ocurrió con el Milán de Sacchi. Ganaron. Deslumbraron con su juego y sentaron cátedra.
Un equipo adelantado a su época, con un técnico que supo adaptar lo mejor de épocas pasadas para revolucionar el fútbol europeo.
El fin de un sueño
Todo sueño. Incluso los más bonitos, llegan a su fin. Ya eran leyenda, pero ahora querían emular la gesta del Bayern de Beckenbauer, el Ajax de Cruyff o por qué no las 5 consecutivas del Real Madrid de los ’50.
En la 90-91 tras eliminar al Brujas en octavos, les tocaba medirse a un potente Olympique de Marsella. En San Siro empataron a un gol. Estaban obligados a ganar en Francia.
El Milán de Sacchi. El de Los Inmortales se apagó con los focos del Vélodrome un 20 de marzo de 1991. Corría el minuto 87 y perdían por 1-0, cuando parte del campo se quedó a oscuras.
Fue toda una premonición. Galliani saltó al campo pidiendo la suspensión del encuentro y mandó a sus futbolistas al vestuario para que no siguieran jugando.
La pataleta les costó la eliminación y un año sin jugar competiciones europeas. Adriano Galliani además fue sancionado con dos años sin poder ejercer su cargo.
Era el triste fin de un ciclo, pero no tardarían mucho en montar otro bloque de leyenda. Los Invencibles comandados por Fabio Capello.
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