En 1995 un médico mallorquín, habitual de la radio y la televisión, se convierte en accionista mayoritario y presidente del equipo balear.
En su primera temporada al frente del proyecto bermellón no consiguió el ansiado ascenso. Tras el paso de tres entrenadores quedó en 3ª posición, llegando a jugar la promoción de ascenso.
Venció 1-0 en el Luis Sitjar, pero el Rayo Vallecano se impuso 2-0 en Vallecas manteniendo así su plaza en la élite. Lo que sí consiguió el conjunto bermellón fue afianzar en el banquillo a un jovencísimo técnico, Víctor Muñoz.
El regreso de los rojinegros
La 96-97 comenzó como se esperaba y el conjunto isleño se mantuvo en lo alto de la clasificación de la Liga hasta la jornada 32, cuando a pesar de mantener al equipo como líder de la competición fue cesado por desavenencias con la junta directiva.
De forma interina se hizo cargo del banquillo insular Llompart. Hasta entonces técnico del filial y “bombero” habitual de la casa cuando el banquillo estaba en llamas.
Llompart no consiguió mantener el liderato, y los bermellones cayeron en picado hasta la 3ª plaza que les llevaba una vez más a rememorar la promoción de ascenso de la temporada anterior frente al Rayo Vallecano.
El Mallorca golpeaba primero. Una vez más en su feudo. Se impuso por 1-0. En la vuelta en Vallecas, como el curso anterior, los franjirrojos lograron vencer 2-1, pero esta vez el gol balear valía un ascenso.
El proyecto del mediático cirujano comenzaba a dar sus frutos y en las islas todo iba viento en popa. Ahora tocaba armar un equipo para mantener la categoría que tanto había costado alcanzar.
Lo fundamental era conseguir un capitán para el barco, se eligió a un joven entrenador argentino, Héctor Cúper. Técnico que llevaba entrenando desde el 93 en Huracán y Lanús, con quien había logrado una Copa Conmebol.
Jugadores importantes de la temporada anterior salieron hacia proyectos aparentemente más potentes, como el delantero Carlitos, rumbo a Sevilla.
Gâlcă se marchó a Montjuic. El centrocampista rumano había sido nombrado mejor jugador de 2ª División la temporada anterior, además de haber marcado la friolera de 14 goles. Una autentica burrada para un jugador de medio campo.
Dos argentinos con mucho peso
Mención aparte para los veteranos “Txingurri” Valverde o López Rekarte, que a pesar de no haber tenido un papel fundamental en el equipo, eran futbolistas de renombre que colgaban las botas.
Como cada club modesto que llega a la máxima categoría, el Mallorca debía incorporar jugadores jóvenes y experimentados con el menor coste posible, en su mayoría cesiones o descartes de otros equipos. Como se suele decir “de retales”.
De la mano del técnico, vino su guardameta en Lanús, el controvertido Carlos Ángel Roa, «El Lechuga». Un tipo con idas y venidas por lo extradeportivo, pero que en la isla dio su mejor versión, convirtiéndose de paso en un fijo en la albiceleste.
En el 94, aun jugando en Racing de Avellaneda, enfermó de malaria, lo que le obligó a dejar el fútbol por un tiempo. Cuando se recuperó fichó por Lanús, también en la época dorada de ese modesto club.
En el mejor momento de su carrera, rechazó una oferta del United y se retiró del futbol para dedicarse a Dios. Ingresó en una comuna religiosa para estudiar la biblia y dejar de ser “un mal cristiano”, ya que, la iglesia evangélica del séptimo día no permitía trabajar los sábados. Ahí es ná.
Junto a él llegó Óscar Mena, el aguerrido centrocampista que había sido el líder del vestuario en Lanús.
Armando un nuevo equipo
Pescó en el Manzanares, sumando a su proyecto a dos rojiblancos, el delantero riojano Santi Ezquerro y el defensor carioca Iván Rocha. Con bastante mejor resultado para el atacante.
Directo de las Islas Canarias llegó, con 22 años, un espigado centrocampista con la voz aflautada y cara de no haber roto un plato.
Aquel chico de Arguineguín tardaría poco en demostrar la magia que atesoraba en sus botas. A todos os sonará un tal Juan Carlos Valerón.
Donde más se pescó fue en el Turia. Llegaron 4 refuerzos descartados por el club che: dos centrales, Romero e Iván Campo, con mención especial para el melenudo central vasco, que a pesar de su juego tosco y poco estético, se mostró como un efectivo y práctico defensor.
Dos centrocampistas, Eskurza y Vicente Engonga, este último de ascendencia ecuatoguineana y que se convirtió en un pilar fundamental del equipo. Por último el veterano delantero Gabi Moya, que junto a otro Gabriel (Omar Amato) procedente del Hércules, formarían la dupla de ataque balear.
Algunos viejos conocidos bermellones continuaron siendo habituales en el equipo, como el capitán Olaizona, Jovan Stanković o Marcelino.
Sorprendentemente el equipo no sufrió apuros y se convirtió en el equipo revelación. Siempre se mantuvo cerca de los puestos de cabeza, hasta alcanzar una más que meritoria 5ª posición, que le daba acceso a la UEFA, pero terminó jugando la Recopa por haber alcanzado la final de Copa del Rey.
Un sorbito de la Copa
No probó la derrota hasta la jornada 7, cuando el Barcelona visitó el Luis Sitjar. El feudo balear se convirtió en un fortín. El pequeño estadio de Palma registraba cada partido una gran entrada que llevaba en volandas a los jugadores, venciendo entre otros al Atlético de Madrid.
Entre otras proezas, el equipo mallorquín consiguió sendos empates ante Barcelona y Real Madrid.
Si su actuación en Liga había sido para sobresaliente, en Copa se dio la campanada más sonora. Goleó al CF Sóller, pasó no sin sufrimiento frente a Las Palmas, donde los goles fuera de casa una vez más les dieron el pase.
Los octavos de final le depararon al Celta de Vigo, al que vencieron en casa 1-0 y, a pesar de sucumbir en Balaídos por 2-1 lograron pasar gracias a ese gol a domicilio que valía su peso en oro. En cuartos de final, cuando ya se habían convertido en la revelación de Liga y Copa, se enfrentaron al Athletic Club, el rey de Copas y equipo que acabaría 2º en Liga.
Para no perder la costumbre perdieron 2-1 en San Mamés y vencieron en casa por la mínima y de nuevo sin encajar. Ya era toda una tradición que un gol fuera les diera el pase.
En las semifinales tenían enfrente otro «matagigantes», el Deportivo Alavés de Mané. Un segunda que había apeado entre otros al Real Madrid. Ninguna de las dos aficiones habría soñado a principios de temporada con aquella semifinal de Copa. Un recién ascendido y un segunda ¡y a doble partido!.
En esta ocasión «La Ensaimada Mecánica» vencía 2-1 en casa y 0-1 en Mendizorroza, echando por tierra la hazaña del conjunto patatero. Aunque para los vitorianos, esto solo sería el inicio de sus años dorados, que llegarían un par de años después.
El sueño bermellón
El Mallorca igualaba su mayor gesta y se plantaba en una final copera. En el 91, con Serra Ferrer a los mandos, había disputado la final frente al Atleti, pero en aquella ocasión cuando casi podía tocar la gloria los indios les habían aguado la fiesta. Ahora tenían una segunda oportunidad.
La final se disputó en Mestalla. Frente a los baleares un Barcelona, que se proclamó campeón de Liga y que se había paseado por la Copa superando cómodamente todas las eliminatorias. Los de Van Gaal eran un equipazo; Hesp, Figo, Rivaldo, Giovanni, Sonny Anderson y Luis Enrique entre otros… Simplemente temibles.
La Ensaimada Mecánica se adelantó en el 6′, por medio de Stankovic y aguantó hasta que Rivaldo ponía la igualada en el 66´. El resultado no volvería a moverse hasta finalizar la prórroga.
En la lotería de los penaltis el Barcelona necesitó ocho lanzamientos para doblegar a los irreductibles bermellones. Con una actuación destacada del portero Roa, que detuvo los lanzamientos de Rivaldo, Figo y Celades, además de marcar el suyo.
De cara a puerta sus compañeros no estuvieron tan acertados como Roa y Reiziger marcaba el 5-4 mientras que Eskurza fallaba el lanzamiento definitivo.
Lo recuerdo como si fuera ayer. Esos héroes del Mallorca aclamados como auténticos campeones por una afición entregada a esos hombres que lloraban como niños pero que correspondieron como pudieron a su gente. Alguno tiró a la grada hasta los pantalones en agradecimiento a los suyos.
Del primer título a rozar la gloria europea
Así acababa la mejor temporada en la historia del Mallorca. Como subcampeones de Copa disputaron la última Recopa de la historia, ya que, el Barça tenía plaza para la Liga de Campeones.
Pocos meses después se enfrentaron de nuevo a sus verdugos de Copa, esta vez en la Supercopa de España, ahora si consiguieron doblegar a los blaugrana y alzarse con el primer título de su historia. Vencieron en casa 2-1 y 0-1 en el Camp Nou.
El Mallorca hacía historia disputando competición europea por primera vez, la Recopa de Europa. Como el año anterior, dieron la sorpresa apeando de la competición a: Heart of Midlothian, Genk, Varteks y Chelsea, plantándose en la final de Birmingham para enfrentarse al Lazio de Roma.
Ese Lazio, a parte de su bagaje histórico, que era abrumadoramente superior al del debutante equipo mallorquín, era uno de los favoritos en todas las competiciones que disputaba.
Era un formidable equipo comandado por el sueco Sven-Göran Eriksson. Entre sus filas destacaban jugadores de clase mundial; Siniša Mihajlović, Nesta, Nedved, Dejan Stankovic, Matías Almeyda, Roberto Mancini, Marcelo Salas o Christian Vieri.
Los romanos se adelantaron en el 6´ por medio de Vieri. Los isleños igualaron cinco minutos después con el gol de Dani García. Resultado que no se movería hasta los instantes finales del encuentro, a pesar de la expulsión de Mihajlović a mitad de la primera parte.
El equipo biancocelesti supo sufrir y en el 80´ el checo Nedved marcaba y acababa con el sueño continental mallorquín. No pudo ser. La Ensaimada Mecánica se quedó sin su título continental.
No quiero dejar sin comentar el curioso caso del zaguero luso Fernando Couto, que ganó la final de Copa con el Barcelona (1998), fichó ese verano por el Lazio, por lo que no disputó la Supercopa (1998), y volvió a ser verdugo de los baleares en la final de la Recopa(99), esta vez con la Lazio.
La vida real no es como los cuentos y no siempre tiene un final feliz…