Al frente del equipo se puso «Cacho» Heredia, que ya se había hecho cargo del equipo las últimas jornadas de la temporada anterior.
Su redebut en el banquillo rojiblanco fue en los dieciseisavos de final de la Copa de la UEFA ante un más que asequible, OFI Creta.

De la depresión al éxtasis
Los colchoneros se impusieron en el Vicente Calderón gracias a un solitario gol del mexicano Luis García y, a pesar de lo ajustado, el resultado se dio por bueno.
En el siguiente partido liguero, ante el Albacete, no lograron pasar del empate y las dudas se fueron multiplicando entre la parroquia rojiblanca.
Recibieron al líder en la jornada 9, el «Dream Team» dirigido por Johan Cruyff y, algunos presagiaban una debacle, más si cabe cuando transcurrida poco más de media hora los azulgranas ganaban 0-3 con un hat trick de Romario, que campaba a sus anchas por el verde.
Tiraron de orgullo y lograron una soberbia remontada cuando casi nadie daba un duro por ellos, imponiéndose 4-3 en la mejor noche de Kosecki como rojiblanco.

El «infierno» griego
Esa victoria tuvo un carácter balsámico y la euforia colectiva corrió como la pólvora entre las filas atléticas.
Viajaron a Creta en un ambiente casi festivo, acompañados de innumerables declaraciones que calificaban el encuentro de poco más que un trámite o un paseo militar.
El Atlético llegó Grecia con las bajas de Luís García, Vizcaíno y Sabas por lesión. Además Tomás Reñones y Juanito arrastraban sanción y Benítez no podría ser inscrito hasta que no consiguiera la nacionalidad española.
El 2 de noviembre de 1993 el Atlético de Madrid saltó al césped de un Theodoros Vardinogiannis lleno hasta la bandera.
Se decía que la afición cretense era menos caliente que la de sus vecinos atenienses, pero desde luego aquel día convirtieron su pequeño estadio en una olla a presión.

Desdicha rojiblanca
Los colchoneros saltaron con Diego, Pizo Gómez, Caminero, «Mami» Quevedo, López, Pedro, Moacir, Pirri, Manolo, Kiko y Kosecki. Un once de circunstancias, pero infinitamente superior a su rival.
No fue la noche del Atleti y para ello ayudó mucho el colegiado checo Jiri Ulrich, amedrentado por el polvorín que habían preparado los griegos, permitió la excesiva dureza de los locales.
A los 51 minutos tras una contra por la banda derecha Machlas igualó la eliminatoria. Los nervios hicieron acto de presencia entre los rojiblancos. Más cuando en el 61′ a Caminero le señalaron un más que dudoso penalti tras una disputa con Samaras.
Para mayor indignación, tras consultar con el juez de línea expulsó al centrocampista madrileño. Pero la desdicha rojiblanca no terminó ahí.

Tsifutis lanzó la pena máxima y Diego adivinó la dirección, palmeando el balón que se paseó por la línea de gol hasta ser despejado en segunda instancia por el guardameta, pero el colegiado volvió a liarla e increíblemente dio gol para los locales.
Los colchoneros se «comieron» al árbitro, sobre todo Diego, que muy alterado se jugó la expulsión y tuvo que ser sujetado por su compañeros. El encuentro terminó 2-0 pero el calvario colchonero no acabó ahí.
El Atlético pidió la repetición del encuentro pero en lugar de eso, Caminero fue sancionado con 5 partidos y el club fue multado con tres millones y medio de pesetas.
Aquella encerrona helena y las ayudas arbitrales terminó con las esperanzas europeas de los rojiblancos y «Cacho Heredia» fue destituido 2 jornadas después.