No sabemos en que quedarán estos supuestos insultos racistas, sobre todo porque la historia nos ha demostrado que muchas veces estas cosas no son lo que parecen.
En ocasiones grandes escándalos, insultos o agresiones se descubrieron finalmente como monumentales fraudes.
Este muchas ocasiones estas «tretas” son fruto de un afán desmedido por la victoria, ganar como sea, pero ganar.
Esta forma de interpretar el fútbol y la vida es muy cercana a la picaresca mediterránea y por ende a los herederos de estas culturas, como son los sudamericanos.
Solo con las “pillerías” de Bilardo da para un libro; el archiconocido “pisalo” o las botellas de agua «adulteradas» para Brasil entre otras.
Más allá del “Bilardismo”, el fútbol argentino está plagado de personas siempre pendientes de la cábala, no obstante ellos han expandido la «maldición de Kiricocho» por todo el mundo.
En lo que a interpretaciones teatrales en España es muy recordado el ridículo incidente entre Prados García y Ceballos.
El aumento de cámaras y micrófonos en los estadios ha ido en detrimento tanto de infractores como de los “cuentistas” y ha sido uno de los grandes responsables de la reducción de la dureza del fútbol.
La primera vez que el comité actuó de oficio en el fútbol español y juzgó una jugada a través del vídeo fue en 1974. La jugada en cuestión fue una durísima entrada de Fernández que lesionó de gravedad a Amancio.
Tensión y más tensión
En la fase de clasificación para el Mundial de 1990 Sudamérica dispuso de 3 plazas. Una asignada a Argentina como campeona de la anterior edición y dos para los campeones de grupo, mientras que el tercer campeón con menos puntos se la jugaría el «repechaje internacional».
Las 9 selecciones de la Conmebol se dispusieron en 3 grupos de tres equipos y, solo los dos campeones con mejor puntuación aseguraban su presencia en la Copa del Mundo.
Brasil y Chile, dos de los conjuntos más potentes de aquel momento quedaron emparejadas junto a la modesta Venezuela en el grupo 3.
Los brasileños endosaron un 0-4 a «La Vinotinto» en el primer partido, mientras que los chilenos «solo» fueron capaces de imponerse por 1-3 en Caracas.
Con un ambiente prebélico repleto de provocaciones entre brasileños y chilenos se enfrentaron en Santiago de Chile el 13 de agosto de 1989.
Solo vale ganar
La FIFA aconsejó entre otras cosas que ambas selecciones salieran juntas al campo, pero los locales ignoraron las recomendaciones y salieron en primer lugar.
Cuando los brasileños superaron el túnel de vestuarios comenzó una atronadora pitada que no cesó hasta ya finalizados la ceremonia de los himnos.
Llevados por el ambiente el partido se convirtió en una batalla campal desde el pitido inicial. Hubo un expulsado por cada bando, Raúl Ormeño y Romario, así como el seleccionador de «La Roja» Orlando Aravena.
El partido terminó 1-1. Un autogol de Hugo Armando González adelantó a la «verdeamarela» en el 56´e Ivo Basay igualó la contienda a 7 minutos del final.
Finalizada la segunda vuelta el empate continuaba, pero con el gol average favorable a Brasil dejaba fuera de la cita mundialista a Chile.
Los brasileños aumentaron su diferencia de goles derrotando 6-0 a Venezuela. Por su parte Chile fue obligado a jugar en campo neutral el siguiente partido por los incidentes ante Brasil y derrotaron en Mendoza (Argentina) a los venezolanos 5-0, resultado insuficiente para encaramarse a la primera posición.
Comienza el espectáculo
El 3 de septiembre de 1989 Chile visitó Río de Janeiro con la necesidad de ganar sí quería estar en Italia ’90.
Además, el trato recibido por los suyos en Santiago, enrabietó a la afición de la canarinha que convirtió Maracaná en una olla a presión. Brasil pagó a los chilenos con la misma moneda.
Los locales, pese a no poder contar con Romario tenían un equipazo con los Taffarel, Careca, Alemao, Bebeto, Aldair, Dunga o Branco.
La primera parte fue de dominio local y solo tres prodigiosas intervenciones de Roberto Rojas el “Cóndor”, mantuvieron la portería chilena a cero. Nada más comenzar la segunda parte Careca adelantaba a Brasil
Roberto Rojas llegó a tocar su disparo a bocajarro, pero no fue capaz de desviarlo lo suficiente y terminó dentro de su portería.
El «Condorazo»
En el al minuto 69′ sucedió algo que convirtió a Roberto Rojas en el triste protagonista de aquel duelo. El balón transitaba por el medio campo sin peligro para ninguna de las dos áreas cuando las cámaras se centraron en el meta chileno.
El «Cóndor» yací tendido en el suelo tapándose el rostro con las manos junto a una bengala llameante. Rápidamente le rodearon sus compañeros y los asistentes sanitarios.
Poco después se vio al delantero Patricio “Pato” Yáñez retar a la grada agarrándose sus partes y haciendo cortes de manga a la afición local.
Esta escena ha quedado grabado en la memoria colectiva chilena, donde aún hoy hacer un “Pato” Yáñez significa imitar aquel desafiante gesto obsceno.
Cuando el humo se disipó retiraron en camilla a un Roberto Rojas con abundante sangre que manando de su cabeza.
Los chilenos enfurecidos decidieron que no continúan jugando al no poder garantizarse su seguridad y el colegiado argentino decidió suspender el encuentro.
Las primeras exploraciones, aún en el estadio, desvelaron que el guardameta tenía un corte en la frente, pero ni rastro de pólvora o quemaduras.
La comitiva chilena fue recibida en Santiago como auténticos héroes y el júbilo dio lugar a una turba enfurecida que atacó la embajada de Brasil en la capital chilena. La prensa, por su parte, reclamaba la disputa de un partido de desempate en territorio neutral.
Indigno final a una gran carrera
Roberto Rojas, apodado el «Cóndor», era uno de los mejores porteros de Sudamérica en aquel momento. Había desarrollado gran parte de su carrera en Colo Colo y en la época del incidente defendía la portería de Sao Paulo. Era capitán de su selección y una de sus grandes estrellas.
Sus buenas intervenciones habían despertado el interés de grandes clubes del Viejo Continente, algunos hablaron de la intención de ficharle por parte de Atlético de Madrid o Real Madrid.
Rápidamente identificaron a la aficionada brasileña que lanzó la bengala. Una joven de 24 años llamada Rosenery Mello, a la que rebautizaron como “La Fogueteira”.
Como artista invitada, acogió de buena gana esa fama accidental, haciendo penitencia por infinidad de platós de televisión, incluso llegó a ser portada de Playboy.
Por su parte la FIFA comenzó una investigación, en base las imágenes de Alfieri, fotógrafo argentino de El Gráfico.
Castigo ejemplar
La secuencia fotográfica muestra que la bengala cayó a un metro de Roberto Rojas y, en ningún caso le había alcanzado.
Protegido por el humo, jugadores y asistencia, el propio Roberto Rojas se infringió él mismo un corte sobre la ceja con una pequeña cuchilla que llevaba escondida.
En un primer momento se pensó que podría haber ingerido algún anticoagulante que diese más dramatismo a la escena, aunque nunca llegó a probarse
La FIFA dio el partido por perdido 2-0 y sancionó a Chile sin disputar la fase de clasificación para la siguiente edición del Mundial, ya que, su billete para Italia lo había perdido sobre la cancha.
Roberto Rojas fue sancionado de por vida, poniendo fin a su carrera deportiva a los 32 años.
Astengo, segundo capitán y quien tomó la decisión de no continuar jugando, recibió una sanción de 5 años, idéntica al tiempo de inhabilitación del seleccionador Orlando Aravena en su país y a perpetuidad a nivel internacional.
El médico Daniel Rojas y Sergio Stoppel, el presidente de la Federación de Fútbol de Chile, fueron inhabilitados de por vida para trabajar cualquier cosa relacionada con el mundo del fútbol.
Un guion de película
Meses después varios de los protagonistas del «Condorazo» empezaron a dar sus propias versiones a los medios de comunicación, entre ellos un arrepentido Roberto Rojas.
Según su versión, días antes del partido en un entrenamiento Aravena le dijo: “A la primera oportunidad, te das vueltas y nos vamos del partido”.
Poco después Rojas habló con Fernando Astengo que al parecer le propuso diseñar algún plan para que los capitanes decidiesen retirar al equipo con cualquier pretexto y ganar el billete para el Mundial en los despachos.
Alejandro Kock, miembro del cuerpo médico, habría facilitado a Rojas una pequeña cuchilla envuelta en esparadrapo, dejando un pequeño filo a la vista. Al parecer el plan inicial era que Astengo se dejara caer simulando un impacto cuando recogiera un balón detrás de la portería.
El «Cóndor» con el arma del delito en la media no pudo poner en práctica lo planeado durante la primera parte, por lo que en la segunda mitad cambió la cuchilla a la muñeca de su guante y, en cuanto vio caer la bengala comenzó su actuación.
Algunas fuentes afirman que varios compañeros conocían el plan, mientras que otros eran totalmente ajenos. Incluso se cuenta que el propio Astengo, uno de los primeros en llegar, presionó la herida con la uña porque el corte no sangraba lo suficiente.
Cuando el escándalo se destapó culparon de todo a Roberto Rojas, que sufrió una persecución mediática en su país, llegándole a acusar de ser un “agente doble” al servicio de los brasileños, país donde vivía y jugaba desde 1987
Tras la sanción comenzó a trabajar como preparador de porteros en su último club, Sao Paulo, ya que, su imagen en Brasil no se vio tan perjudicada.
Se especula que fue la propia Federación de Fútbol de Chile quien exigió a la FIFA un castigo ejemplar para Roberto Rojas, desvinculándose así del incidente.
Años después, ya en la cuarentena, recibió el perdón, que aprovecho para volver a la portería en el homenaje a Iván Zamorano.