El país cafetero vivía en medio del caos y la violencia generada por el narcotráfico. A finales de 1993 el Bloque de Búsqueda había terminado con la vida del capo Pablo Escobar. Ni mucho menos el problema quedó zanjado.
Un clima de tensión dominaba una sociedad colombiana deseosa de vivir en paz. Las luchas de poder dentro del Cartel de Medellín dejaron un reguero de cadáveres incalculable.
Durante las décadas de los ’80 y ‘90 Colombia era el país más peligroso del mundo. Todo lo dominaban los narcotraficantes y el fútbol que era muy goloso para el blanqueo de dinero tampoco escapaba a sus redes.
En 1967 nace en Medellín Andrés Escobar. (sin ningún vínculo de sangre con Pablo). Tras verle en unos pocos entrenamientos “Pacho” Maturana decide darle la alternativa y comienza a jugar en el primer equipo de Atlético Nacional
Alcanzando la cima
Era un zaguero de los que tanto gustan ahora. Contundente en el corte, con buen juego aéreo y gran manejo de la pelota para sacarla jugada desde atrás.
Un futbolista atípico. El deporte le alejó de las calles. Él tenía otras inquietudes, quería estudiar y formarse. Era un hombre recto. Un líder. El Caballero del Fútbol.
Rápidamente se convirtió en un fijo en la zaga de “El Verde Paisa”, que no pasaba por su mejor momento, tras casi una década sin conquistar un solo título.
El fútbol colombiano era prácticamente inexistente a nivel continental e internacional, pero eso iba a cambiar en 1989.
Dirigidos por Maturana, aquella generación formada por Andrés Escobar, René Higuita o Leonel Álvarez entre otros, se plantó en la final de la Copa Libertadores.
Su rival era el Club Olimpia paraguayo que venció el primer partido 2-0. El 31 de mayo de 1989 iba a ser un día histórico en El Campín de Bogotá.
El paraguayo Fidel Miño en propia puerta y Alberto Usuriaga igualaron la final para Atlético Nacional. El título se decidiría en una agónica tanda de penaltis.
Tras 18 lanzamientos, el primero de ellos anotado por el capitán Andrés Escobar. Marcando el camino. El fútbol colombiano lograba su primer título internacional.
Fútbol y droga
Atlético Nacional había alcanzado la cima. No faltaron las voces (y no exentas de razones) asegurando que era gracias al dinero del narcotráfico.
Se comentó que los jugadores paraguayos y el trío arbitral fueron amenazados si Olimpia ganaba aquella copa. No se podían tomar a la ligera aquellas amenazas.
Meses más tarde América de Cali venció al Atlético Nacional y el colegiado Álvaro Ortega osó anular un gol a los verdolaga. Fue asesinado por un sicario días más tarde. Los clubes de fútbol eran un juguete en manos de los narcos.
Pablo Escobar, era uno de los mayores hinchas del club de Medellín. No dudó en invertir dinero para llevar a los mejores jugadores a su equipo y crear instalaciones para que afloraran buenos futbolistas en el departamento de Antioquía.
Él era el presidente en la sombra y se debía cumplir su voluntad al dedillo. Era frecuente ver a futbolistas invitados en su finca disputando partidos con otros narcos.
Les gustaba el fútbol y apostar. Los mejores jugadores del país llegaban a sus ranchos en avionetas y se volvían cargados de regalos. Andrés Escobar no comulgaba con aquello, pero sabía que no podía evitar formar parte de esa rueda.
Otros como René Higuita no tuvieron problemas en reconocer su amistad con Pablo Escobar. Su relación con el Cartel le costó la participación en la Copa del Mundo de 1994 al ser encarcelado.
Un sueño imposible
La que posiblemente sea la mejor generación de futbolistas colombianos pujaba por alcanzar su tercera presencia en la Copa del Mundo.
Los Valderrama, Asprilla, Rincón, Valencia…Se jugaron el pase frente a Paraguay, Perú y Argentina. Lo lograron de forma inmaculada. 4 victorias y 2 empates. 13 goles a favor y solo 2 en contra.
El súmmum llegó el 5 de septiembre de 1993 cuando los cafeteros certificaron la primera plaza del grupo tras vencer 0-5 a la albiceleste en El Monumental. Ningún otro combinado ha conseguido tal goleada en tierras argentinas.
Incluso Pelé llegó a decir que los cafeteros eran favoritos para ganar el siguiente Mundial. Las expectativas se habían disparado.
A priori tenían un grupo asequible, con la anfitriona Estados Unidos, Rumanía y Suiza. Llegaban a aquel torneo con la intención de hacerlo bien y transmitir una imagen positiva de su país.
Todo empezó a torcerse en el Rose Bowl de Los Ángeles, donde unos rumanos bien pertrechados atrás les derrotaron 1-3 saliendo a la contra.
4 días después , el 22 de junio de 1994, los cafeteros se la jugaban en el mismo escenario frente a la anfitriona. Nadie podía esperar una derrota.
Instantes antes del encuentro Maturana entró llorando al vestuario. Los narcos habían apostado cantidades ingentes de dinero y amenazaron con matar a Gabriel “Barrabás” Gómez si el mediocentro saltaba de corto al campo.
La presión por ganar, la tensión y el miedo atenazaron a los colombianos. En el minuto 35 un centro lateral fue desviado por Andrés Escobar y terminó dentro de la portería. Llegaban como favoritos y se marchaban a las primeras de cambio.
“La vida no termina aquí”
Las amenazas y el clima de animadversión contra el equipo hizo que el entrenador y algunos jugadores renunciarán a seguir representando a su país.
Andrés Escobar a su regreso a Medellín estaba decidido a marcharse, tenía una oferta del AC Milan para sustituir al mito Franco Baresi.
Era valiente y siguió haciendo su vida con normalidad. La noche del 2 de julio salió con sus amigos. Unos tipos le felicitaron irónicamente por su autogol y empezaron a burlarse de él.
Resultaron ser dos narcotraficantes. Los hermanos Gallón Henao. Aliados de Pablo Escobar antaño que, en el último momento decidieron traicionarle uniéndose a “Los Pepes”.
El futbolista les plantó cara. El chófer de los narcos, Humberto Muñoz, le disparó cobardemente seis veces por la espalda cuando éste había subido a su coche. Por buena conducta apenas cumplió 11 de los 43 años a los que le condenaron.
No faltaron las voces asegurando que de seguir vivo Pablo Escobar aquello no habría sucedido. La violencia estaba instalada en una sociedad que tardaría décadas en recuperar cierta normalidad.
Tras la eliminación mundialista, Andrés Escobar escribió una columna en el diario El Tiempo. Ésta terminaba con la frase “Hay que tener fe. La vida no termina aquí…”
Siempre pensó que el fútbol podía unir a la gente y cambiar la sociedad. Este vil asesinato terminó con la vida de El Caballero del Fútbol, pero no con su legado. Ese es inmortal.
Un comentario
El texto tiene un error en un dato histórico en relación con lo mencionado sobre el asesinato del árbitro Ortega. Debe corregirse, pues Ortega fue asesinado días después de su arbitraje en un partido en el estadio ‘Pascual Guerrero’ de Cali, en el que el América se impuso 3-2 al Medellín (Y NO aL NACIONAL COMO LO DICE EL ARTÍCULO). Su «delito», anular el gol de chilena de Carlos Castro, al considerar que había falta peligrosa, y evitar el empate a falta de dos minutos del final…