Aunque de origen jamaicano, nació en Londres en 1956 y como tantos otros no tuvo éxito en su primer intento por formar parte de un gran equipo.
El Arsenal le descartó y sería el modesto Leyton Orient quien le daría la oportunidad de tomar la alternativa como profesional en 1974.
Cunningham un extremo con una velocidad endiablada, temido por sus eléctricas arrancadas y su portentosa conducción del balón.
Poseía además un gran disparo con el exterior del pie, superficie que incluso utilizaba para lanzar los saques de esquina.
Su juego no pasó desapercibido y en 1977 fichó por el West Bromwich Albion, modesto club del que rápidamente se convirtió en líder del vestuario.
Allí mostró su mejor versión. Bajo la batuta de Ron Atkinson junto con otros dos jugadores de color, el ariete Cyrille Regis y el lateral derecho Brendon Batson, formarían la terna conocida como “The Three Degrees” en honor al trio de Filadelfia.
Casi nadie niega que se trataba de la mejor plantilla en la historia del West Bromwich Albion, prueba de ello es su tercer puesto en la First Division de la 78-79.
Por si alguien tiene la tentación de considerar insignificante el mérito, téngase en cuenta que los primeros fueron Nottingham Forest y Liverpool, los dos mejores equipos del continente en aquel momento.
La gran oportunidad
Su buen juego le abrió las puertas de la selección inglesa, debutando ese mismo año y convirtiéndose en el segundo jugador negro en conseguirlo, tras Viv Anderson.
Si tiene el honor de ser el pionero en debutar en la categoría sub-21 del mismo país en 1977.
Fue en 1979 cuando se cruzó en su vida el Real Madrid. Para aquella surrealista negociacion se juntaron en casa de Ron Atkinson los mandamases del Real Madrid con los del West Bromwich Albion. Hasta aquí todo normal. Curiosamente ninguna de las delegaciones hablaba el idioma de la otra.
Por si esto fuera poco, carecían de traductores por lo que se valieron únicamente de gestos, papel y lápiz. Según se cuenta, la primera oferta del club blanco fue de 250.000 libras, cantidad a años luz de las pretensiones inglesas.
El perro de Atkinson, que también andaba por allí, soltó un ladrido, éste aprovecho para decir que hasta el can mostraba su descontento con la cifra ofertada.
Finalmente, se cerró el traspaso en 190 millones de pesetas, convirtiéndose en el fichaje mas caro en la historia del Real Madrid hasta ese momento.
En Europa el panorama futbolístico lo copaban jugadores blancos. Los futbolistas de color representaban una cuota casi testimonial.
Pese a ello Laurie Cunningham no fue el primero en jugar en el Real Madrid. Ese honor lo tiene el brasileño Didí desde finales de los ’50. Nada más aterrizar al británico le apodaron “La Perla Negra”, por considerarse aun algo muy exótico.
Más que una ovación
Muchos dirán que Cunningham paso sin pena ni gloria por el Real Madrid. Aunque escasos, dejó algunos detalles memorables, de esos que pasan a la historia.
Su mejor tarde fue en febrero de 1980, cuando el Real Madrid de los García visitaba el Camp Nou. Aquel partido fue auténtica una exhibición de «La Perla Negra».
Fue una pesadilla constante para una zaga del FC Barcelona que poco pudo hacer ante el estado de gracia del atacante madridista. Regateó a cada rival que salió a su paso aquella tarde.
El partido finalizó 0-2. Ambos goles obra de Santillana, el segundo a pase de Cunningham. Lo realmente recordado de aquel día es que al finalizar el encuentro la parroquia culé por primera y única vez en su historia despidió entre aplausos a un jugador del eterno rival.
Aquel partido llegó como agua de mayo para «La Perla Negra», ya que, sus inicios habían sido discretos en el mejor de los casos y la paciencia estaba acabándose con la estrella mejor pagada de la Liga.
La mayoría creyó que aquella era la primera de muchas tardes mágicas con la camiseta blanca, pero no fue así.
Demasiados altibajos
Al poco de empezar su segunda temporada de blanco, el bético Bizcocho le fracturó el dedo gordo del píe de un pisotón. Para su recuperación, fueron necesarias hasta dos intervenciones quirúrgicas.
Aun convaleciente de la lesión, fue sorprendido a las tantas de la madrugada en una discoteca de la capital, todavía ataviado con una aparatosa escayola.
Su imagen como profesional se vio gravemente afectada y se agotó el poco crédito que le quedaba. Le abrieron un expediente disciplinario y recibió una multa de un millón de pesetas.
Se perdió casi toda la temporada, pero llegó al partido más importante, la final de la Copa de Europa, aunque nada pudo hacer para evitar que el Liverpool venciera 1-0 tras una monumental cantada de García Cortes.
Los blancos tuvieron varias ocasiones pero no las materializaron. Aquella podía haber sido la redención de Cunningham. De nuevo, no fue así
En su tercera temporada en el Bernabéu seguía sin haber ni rastro de «La Perla Negra» que había maravillado a Europa. Parecía que su situación no podía empeorar, pero lo hizo y a un nivel que trascendía lo deportivo.
En 1982 su cuñada y dos de sus hijas, de siete y nueve años, fueron asesinadas en Londres, lo que le sumió en una depresión que afectaría aun más a su rendimiento deportivo.
Hacia un trágico final
Ahí comenzó un periplo de cesiones, ventas y contratos cortos. Manchester United, Sporting de Gijón, Olympique de Marsella, Leicester, Charleroi, Wimbledon y Rayo Vallecano en dos etapas, consiguiendo en la última un ascenso a Primera División.
En todos ellos estuvo lejos de alcanzar el rendimiento esperado y apenas afloró la calidad que atesoraba, tal vez quebrado por la depresión, según algunos originada por la ruptura con su pareja de toda la vida, otros en cambio aseguran que fruto de su bajo rendimiento deportivo, consciente de que su estrella se apagaba y de que había desaprovechado su plenitud deportiva. Sus mejores años.
El 15 de julio de 1989, sin haber llegado a un acuerdo de renovación tras conseguir el ascenso con el Rayo Vallecano, la muerte le cogía por sorpresa en la A-6.
Fue a las 6:45 de la mañana, tras una noche de juerga en compañía de un tal Latty, supuesto estudiante americano de la complutense, al que ni siquiera su pareja de aquel momento conoce.
El coche de Cunningham se salió de la carretera y chocó contra una farola. Fruto del impacto, Laurie saló despedido y se estrelló contra el asfalto, fracturándose el cráneo.
Descansa en paz Laurie Cunningham, primer jugador ingles en vestir la camiseta del Real Madrid.
3 comentarios
Es un acto racista llamar de color a una persona negra..todos somos de color. Hay que llamar las cosas como son, el es negro o afro y así debe llamarsele. Buen artículo, gracias
En ningún caso pretendíamos ofender a nadie. Se utiliza ese término como un recurso más para no repetir una y otra vez el término negro. Aprovecho para aclarar que también el término «negro» tiene connotaciones negativas en muchos países, por lo que tampoco puede considerarse 100% políticamente correcto.
Te agradecemos el comentario y por si fuera necesario, pedimos disculpas a cualquiera que se haya sentido ofendido.
Un saludo.
Pero si es negro cuál es la falta de respeto? Falta de respeto es tu comentario viendo racismo en todos lados queriendo sembrar odio dónde no lo hay, deja el hate