Uno de esos futbolistas de carne y hueso que tanto nos gustan, con una historia real y no solo esa fachada heroica que nos venden los medios.
Aquel muchacho que coparía una y otra vez las portadas de los diarios deportivos, pronto sería conocido como “El Genio de Fuengirola”.
Sus primeros pinitos futbolísticos fueron en su Andalucía natal, donde con tan solo 14 años ya destacaba sobre el resto de chicos de su edad, por lo que falsificó su DNI para poder jugar en 1ª Regional.
A los pocos meses le impusieron una fuerte sanción por decirle a un árbitro que no entendía como siendo tan bueno se había vendido de esa manera. No me negarán que el chico ya apuntaba maneras.
Pasado colchonero
Recaló en las categorías inferiores del Atlético de Madrid, donde incluso llegó a debutar fugazmente con el primer equipo en un amistoso frente al Benfica, pero se fracturó la tibia y peroné a las primeras de cambio.
Permaneció a orillas del Manzanares solo una temporada (72-73) y con 19 años dio el salto al fútbol profesional en el Burgos. Martinez Laredo confió en un chaval desconocido que aun malvivía en una pensión de la calle Ballesta sobre un local de alterne. Igualito que ahora…
Durante esa primera temporada en Burgos se vio obligado a cumplir con la patria y tuvo que hacer el servicio militar. Se sabe que al menos cumplió un mes y medio de arresto en el calabozo por fugarse del cuartel para jugar un partido frente a El Plantío.
En las frías tierras castellanas jugaría mucho y bien, campeón de 2ª división, ascenso, permanencia al año siguiente con actuaciones meritorias en grandes plazas, etc.
En 1977 ficha por el Real Madrid, desoyendo una suculenta oferta del Barcelona.
Carácter indomable
Como jugador destacó por su regate eléctrico, su inteligencia, pero sobre todo por su carácter indomable. Juan “El Cabezón”, como le llamaba su amigo Gordillo, siempre fue de sangre caliente, un jugador de esos de raza que crea un vinculo con la grada imposible de romper, aun cuando sus frecuentes cortocircuitos perjudicaban al equipo.
La afición blanca siempre le adoró, prueba de ello son los cánticos que hoy día aún resuenan cada minuto 7′ en el Santiago Bernabéu, homenajeando a su eterno portador. «Illa, Illa, Illa, Juanito Maravilla…
En Chamartín ganó 5 Ligas, 2 Ccopas del Rey, una Copa de la Liga y 2 Copas de la UEFA.
Su historial delictivo-futbolístico está a la altura solo de unos pocos conocidos de la justicia. Como el mismo decía, no era mala gente, pero… “tengo un pronto de dos minutos que me pierde” y así era.
Como era de esperar sus fechorías no solo se daban en España. En 1978 jugando el partido de vuelta frente al Grasshopper en Zurich, los blancos encajan un segundo gol que les apea de la competición en claro fuera de juego.
Todos corren a rodear al, como de costumbre en Europa, casero colegiado germano-oriental. Juanito se lanza a por el linier en una actitud muy agresiva, incluso parece que le cabecea. El encuentro acaba poco después y caen eliminados.
Pero la cosa no acaba aquí. Al finalizar el encuentro llega incluso a zarandear al árbitro en el túnel de vestuarios, como reflejó el colegiado en el acta. Su calentón le costó una sanción de dos años sin poder disputar competiciones continentales, de los cuales cumpliría 14 meses.
Azote culé
Tras conseguir el campeonato de liga de la temporada 78-79, José Lluis Núñez carga contra Juanito declarando que “Va dejando embarazadas por las esquinas”. Como agradecimiento el malagueño le dedicó unas palabras en la celebración. “Esta liga se la dedico a él (Núñez), que tanto me quiere”.
Por aquellas acusaciones, los tribunales darían la razón al jugador, que donaría la indemnización a obras de caridad. Dando muestra una vez más de ese gran corazón.
Declarado enemigo público culé, siempre cumplió con su papel de azote blaugrana que tanto aplaudía la parroquia blanca.
Durante un encuentro de Liga en el Camp Nou, tras marcar un gol, corrió al banquillo culé para dedicarle unas palabras al técnico rival, el ya anciano Helenio Herrera; “Este para ti, ahora vete al asilo”. Siendo justos, hay que recordar que tras el encuentro pidió perdón por sus palabras.
Como internacional, siempre fue un fijo, y como no, también la lió varias veces. Durante un Yugoslavia vs España, conocido como la «Batalla de Belgrado«, corría el año 1977, se encaró con la grada local y les obsequió con algunos gestos desafiantes, los aficionados balcánicos se lo agradecieron con un buen botellazo de vidrio que le impactó de lleno en la cabeza.
Por cierto, el primero en socorrerle fue SuperGarcía, que vestía un abrigo naranja, y como las imágenes dieron la vuelta al mundo, fue aquí donde se ganó el apelativo de “Butanito”.
Al año siguiente, durante el Mundial de fútbol, organizó y encabezó un motín por las malas condiciones del hotel, del que decía eran unas caballerizas.
De armas tomar
En 1983 discute en el vestuario con su compañero Uli Stielike, se dice que incluso llegaron a las manos cuando este le cuestionó su profesionalidad. El malagueño le respondió llamándole puto alemán de mierda y guardia de seguridad.
Permanecieron dos años sin dirigirse la palabra. Para la despedida del alemán ya se habían perdonado, Juanito le llevó a hombros y le dedicó unas palabras agradeciendo lo grande que había sido para el club.
En su reencuentro en 1985, durante un Real Madrid vs Neuchatel, deleitaron al público con un intercambio de sus mejores golpes que se prolongó durante 90 minutos, con un escupitajo en la cara del alemán como colofón final.
Durante un trayecto en el autocar del club le pide al conductor que le deje poner una cinta de vídeo. Ante la atenta mirada de toda la plantilla presume de las imágenes que muestran como salta al ruedo y torea una res brava durante una capea-corrida benéfica (por cierto, algunas fuentes dicen que en la plaza de Colmenar Viejo).
Su otra pasión, a parte del fútbol, siempre fue la tauromaquia. Aquella actuación como espontáneo y sobre todo la posterior experiencia como pionero youtuber, le costó 300.000 pesetas de multa y una considerable bronca por parte del club.
En otra ocasión fue multado por criticar públicamente a Amancio Amaro, entonces su entrenador, aludiendo que llevaba a Bélgica a Juan Lozano, recién incorporado del Anderlecht belga, porque necesitaba un intérprete.
Esta anécdota siempre me recuerda a la etapa de Mourinho como traductor de Sir Bobby Robson.
Bajada a los infiernos y redención
La multa más cuantiosa económicamente fue de 400.000 pesetas, por una juerga nocturna en Milán, con faldas incluidas, tras una derrota frente al Inter. Esta vez su compañero de farra fue “El Traductor” Juan Lozano. Ambos fueron apartados del equipo.
Como plato fuerte, su fechoría más conocida. En la ida de las semifinales de la Copa de Europa de 1987 se enfrentaban Real Madrid y Bayern de Munich.
Lo teutones se adelantaron muy pronto por medio de Augenthaler, el libero que hacía temblar a los blancos en cada incursión.
El 2-0 llegó a través de un penalti, más que dudoso a Dorfner, que según las crónicas de la época podría haber sido olímpico por salto de trampolín, comparándole con Greg Louganis, estrella del salto de la época.
Wohlfart hacía el tercero y ya todo parecía imposible, más aún cuando pasó lo que muestra el vídeo.
Butragueño marcó para los blancos el 3-1 y de nuevo el superviviente Matthäus marcaba de penalti. Era un menudo, pero solvente. Inició su carrera en el Borussia Mönchengladbach y no sería tan conocido si no llega ser por esta anécdota, retransmitida una y otra vez en todos los medios del mundo. Y no era para menos.
Una vez más el bueno de Juanito, arrepentido de su nueva salida de tono, se disculpó al finalizar el encuentro a pie de campo.
A los pocos días el bueno de Lothar recibía un capote y un estoque como compensación y disculpa del malacitano. El germano le otorgó su perdón. Todo esto sucedió antes de conocer la sanción ejemplar.
Trágico final
Como broche a su carrera pisó la cara de Matthäus lo que le costó la inhabilitación de 5 años, o lo que era lo mismo, el fin de su carrera. Y eso que como decían, ya se estaba reformando… Salió del club de sus amores rumbo a su Málaga natal donde consiguió el ascenso del club boquerón a 1ª.
La muerte le encontró en 1992, en un accidente de coche. Siendo entrenador del Mérida, y tras ver presenciar el partido de la UEFA que enfrentaba al Real Madrid con el Torino FC, en el regreso de su amigo Martín Vázquez al Santiago Bernabéu.
Juanito dormía en el asiento del copiloto cuando chocaron con un camión de troncos que había perdido su carga.
El espíritu siempre presente
Su fallecimiento significó un terremoto mediático. Desde todos los confines del imperio del fútbol llegaban pésames y buenas palabras, hasta desde Can Barça, como las de Charly Rexach “Con el se va uno de los grandes del fútbol español” o su archienemigo Núñez, quien calificaría la pérdida como una desgracia.
Hoy en día se sigue hablando mucho de él, sobre todo en una faceta “espiritual” cada vez que el equipo merengue sufre un descalabro en una eliminatoria, copera o europea.
Quién le iba a decir a Juanito, que el destino le convertiría en Santo Patrón de la épica y las remontadas vikingas, a quien se apela cada vez que el equipo necesita un milagro o algo más.
Acompañado siempre por esa fama de «milagrero» por aquella frase suya tan mítica con olor a revancha y regusto a remontada. «90 minuti en el Bernabéu son molto longo»
Aunque como dice un hijo suyo; “Dejen tranquilo el espíritu de mi padre, que cada vez que se le mienta la cagamos”. En el imaginario blanco, aún hoy, Juanito Maravilla regatea eléctricamente en la banda del cielo.
Un comentario