El país nació tras la Segunda Guerra Mundial. Rusos y estadounidenses acordaron dividir Corea por la línea invisible del paralelo 38.
En plena Guerra Fría y con un clima de extrema tensión entre capitalismo y comunismo, las dos Coreas se enfrentaron en una guerra que se extendió durante 3 años (1950-1953).
Para llegar a aquel torneo “tan sólo” tuvieron que disputar una eliminatoria a doble partido ante Australia, ya que, Sudáfrica fue descalificada por el apartheid y Corea del Sur renunció a disputar la clasificación.
Ambos encuentros se jugaron en territorio neutral (Camboya) y en ellos la selección de Corea del Norte vapuleó a los “socceroos” 6-1 y 3-1 respectivamente.
Así uno de los países más herméticos del mundo se plantó en su primer Mundial. A priori eran la cenicienta de un grupo en el que se jugarían las habichuelas con la URSS (campeona de Europa en 1960), Italia (doble campeona del mundo y campeona de Europa dos años después) y la siempre correosa Chile.
Eran otros tiempos y en el equipo coreano no había un solo futbolista profesional. 22 militares elegido a dedo por el Jefe del Estado se viajaron a Inglaterra con la obligación de no deshonrar a su país.
Un camino lleno de baches
Como era de esperar pagaron la novatada y su inexperiencia fue palpable en el primer encuentro disputado ante la URSS. Cayeron 3-0.
Tres días después se midieron a Chile rascando un empate que les daba opciones para pasar a la siguiente fase si lograban derrotar a la “azzurra” en el último partido.
Los bicampeones del mundo llegaban con el cuchillo entre los dientes tras caer en la fase de grupos del anterior campeonato precisamente ante la anfitriona, Chile, en uno de los partidos más violentos de la historia.
En Inglaterra se recrudeció aquella enemistad, los polémicos arbitrajes ahondaron las diferencias entre el fútbol europeo y sudamericano.
El punto álgido de aquel enfrentamiento se vivió en Wembley. Inglaterra eliminó a Argentina y Rattin sufrió en sus carnes una expulsión surrealista, que provocó la implantación de las tarjetas en el siguiente campeonato.
Volviendo a nuestros héroes, el 19 de julio de 1966 en el desaparecido Ayresome Park de Middlesbrough, inscribieron la página más dorada de su fútbol.
Algo menos de 20.000 espectadores vieron el encuentro en directo, solo 12 de ellos (que habían ganado un sorteo) eran coreanos, pero en su mayoría el público inglés apoyaba al combinado asiático.
¿La peor excusa de la historia?
Italia contaba con un equipazo repleto de peloteros, con los Sandro Mazzola, Giacinto Facchetti, Gianni Rivera, “Gigi” Meroni y compañía, Muchos de ellos base de la selección que dos años después conquistó su primera (y hasta la fecha única) Eurocopa.
Nada de esto iba a amedrentar a los “Chollima”, que literalmente salieron a comerse el césped y, en el minuto 42 con un disparo cruzado Pak Doo Ik logró el único tanto del partido.
El centrocampista era sargento del ejército. Durante un tiempo se especuló que era dentista. Una metáfora de lo que los coreanos fueron para Italia aquel día. Un auténtico dolor de muelas.
Cierto es que el conjunto transalpino tuvo que jugar con 10 desde el minuto 35. Su capitán Giacomo Bulgarelli cayó lesionado y, esa desventaja obviamente se notó en un partido muy físico de constante ida y vuelta.
Además el guardameta Li Chang Myong (el más joven en debutar en una Copa del Mundo) hizo bueno el cerrojazo coreano, negando el gol a los jugadores italianos, que sufrieron una de las mayores humillaciones de su historia y fueron recibidos a tomatazo limpio por sus paisanos.
¿Qué podían hacer? Les habían ganado dándoles de su propia medicina. En lugar de realizar autocrítica y asumir los errores, se marcaron una huida hacia delante.
Acusaron a su rival de cambiar a los 11 jugadores durante el descanso. Por aquello del parecido físico. Nunca ha podido demostrarse tal irregularidad.
Una gesta inesperada
Ni siquiera los dirigentes coreanos confiaban en la proeza, ya que, habían comprado los billetes de avión para regresar a su país. Tras la clasificación se encontraron sin hotel y tuvieron que aceptar la invitación de una congregación religiosa para alojarse.
La selección de Corea del Norte estuvo a nada de agrandar su leyenda. En cuartos de final tuvieron contra las cuerdas a Portugal (otra de las favoritas). En el 25’ ganaban 3-0 y solo una actuación soberbia de Eusebio salvó a los lusos. Una historia que otro día contaremos.
No eran profesionales. No tenían experiencia en el torneo, pero cumplieron con creces el objetivo que les habían impuesto y dejaron bien alto el pabellón del fútbol de Corea del Norte.
Fueron la primera selección asiática en alcanzar los cuartos de final de la Copa del Mundo, gesta solo superada por sus vecinos del sur, que 36 años más tarde llegaron hasta semifinales.