Nacido en Rentería en 1922, con apenas 15 años se convirtió en uno de los llamados “niños de Rusia”.
En 1937, junto a otros muchos muchachos, fue enviado a la URSS para huir de las atrocidades de la Guerra Civil que asoló España de 1936 a 1939.
Allí vivió durante años en el Orfanato Kirov nº 3 de Odesa, ciudad situada en la actual Ucrania, a orillas del mar Negro.
De la sartén al fuego
Lo que no sabían los padres de esos niños es que la Guerra Civil se iba a convertir en un preámbulo de la Segunda Guerra Mundial y, que esta llegaría a la URSS, donde estaban sus hijos, en 1941.
Aquellos “niños de la guerra” fueron bastante bien acogidos por el país soviético, donde recibieron cama, pan y educación. En el caso de Agustín Gómez, estudió ingeniería, aunque donde destacó pronto fue en el fútbol.
Odesa pronto se le quedó pequeña y del Krylya Sovetov dio el salto al Torpedo de Moscú, modesto hoy pero un gran club en la época.
Un vasco en Moscú
El club, fundado en 1924 vinculado a la fábrica automovilística ZIL, vivió en la primera mitad del siglo XX su mejor época y en él jugó durante 9 años Agustín Gómez, llegando a coincidir con Eduard Streltsov el“Pelé Ruso”
Con el Torpedo de Moscú conquisto dos Copas de la URSS (1949 y 1952), los dos únicos títulos de su carrera y, llegó a ser el capitán del equipo.
Era un defensa muy inteligente con una lectura del juego impecable, fuerte y contundente. Su constancia y capacidad de trabajo le otorgaron una técnica como poco correcta, más fruto del tesón que de su habilidad innata con la pelota.
Cuentan que a pesar de su escasa estatura no iba nada mal de cabeza, en parte por su potente salto, pero también por su capacidad de anticipación.
Gracias a esas cualidades era un tipo muy respetado, tanto por sus compañeros como por el público y, le llevaron a debutar con la selección soviética en los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952. Un torneo en el que cayeron ante Yugoslavia, a la postre campeona.
Tras una derrota de su equipo contra el Dinamo Tbilisi en 1951, los aficionados saltaron al campo para agredir al colegiado, pero Agustín Gómez lo evitó con valentía.
Estaba tan integrado en la vida pública y futbolística de la URSS como en su política. A menudo su casa era el lugar de reunión de autoridades tanto soviéticas como españolas. Muy recordada es su amistad con Dolores Ibárruri «Pasionaria». Líder del PCE en el exilio.
Pluriempleado
En 1956 regresó a España junto con otros muchos “niños de Rusia”. Tuvo contactos con Real Sociedad, Real Madrid y Atlético de Madrid, vistiendo finalmente la elástica rojiblanca.
Con 34 años y lejos de su mejor forma el debut de Agustín Gómez en el fútbol español no fue el esperado. En aquella España franquista el apodo (insulto) de “rojo” le pesó demasiado.
Únicamente disputó un partido amistoso como colchonero y poco después volvió a su Euskadi natal. En aquel momento muy pocos sabían que realmente era un agente del KGB.
El plan había sido urdido entre el Partido Comunista y las autoridades soviéticas, pero sin su “tapadera” futbolística todo se volvía más complicado.
En su tierra natal empezó a ejercer como entrenador, entre otros del mítico Periko Alonso, padre de Xabi, pero su verdadero oficio teóricamente era informar. Fue nombrado secretario general del PC- EPK, pero las autoridades franquistas le descubrieron y acusaron de espionaje en 1961.
Le retuvieron y torturaron en la cárcel de Carabanchel, lo que significó un problema diplomático de gran envergadura. Las presiones soviéticas no se hicieron esperar, ya que, al fin y al cabo Agustín Gómez era un ciudadano soviético a todos los efectos y, Franco tuvo que aceptar sus exigencias y liberar al reo.
Uno no es de donde nace, sino de donde pace
Desde París siguió participando activamente en política y en el partido, hasta su expulsión oficial en 1969.
El enfrentamiento con Santiago Carrillo llevaba años latente. El líder del PCE era defensor de tesis mucho menos ortodoxas que Agustín Gómez, que para lo bueno y lo malo defendía la postura de Moscú.
La gota que colmó el vaso fue la intervención soviética en Checoslovaquia, apoyada por Pagola y condenada por Carrillo.
Tras esto, volvió a su “patria de adopción” y allí vivió hasta su muerte en 1975, solo cuatro días antes que Franco.