Héroes inesperados que alcanzaron la gloria gracias a su perseverancia, que no flaquearon pese a ver cómo les negaban una y otra vez un puesto en el once titular.
Este fue el caso de José Emilio Amavisca e Iván Zamorano durante la temporada 1994-1995. Nada más aterrizar en el banquillo del Santiago Bernabéu, el nuevo entrenador Jorge Valdano, comunicó a ambos que no contaba con ellos.
De golpe y porrazo quedaron relegados al ostracismo en la “casa blanca”. O eso parecía a priori, porque fueron los dos jugadores más destacados del Real Madrid que conquistó la Liga tras 5 años de sequía.
La campaña anterior había sido muy decepcionante en Chamartín. Terminaron cuartos en la Liga a once puntos del FC Barcelona, campeón por cuarto año consecutivo. En Copa del Rey cayeron goleados por un global de 5-1 ante el CD Tenerife, dirigido precisamente por el técnico argentino.
Tampoco les fue mucho mejor en Europa, perdiendo en octavos de final de la Copa de la UEFA ante un rival a priori muy inferior, el Odense BK, que “asaltó” el Bernabéu 0-2 a finales de noviembre de 1994, dejando estéril la victoria 2-3 de los blancos en tierras danesas.
De desterrados a imprescindibles
Amavisca y Zamorano no se rindieron ante aquel duro golpe en plena pretemporada y decidieron seguir trabajando para hacer ver a Valdano que se equivocaba.
El atacante chileno llegó a Madrid para suplir a Hugo Sánchez tras dos buenos años en el Sevilla FC. Hizo una buena primera temporada, pero en la segunda su rendimiento goleador decayó ostensiblemente. A esto se le unió la irrupción de un joven canterano que llegaba empujando con fuerza y al que el técnico dio toda su confianza, Raúl González Blanco.
Por su parte, el extremo cántabro acababa de aterrizar en la capital tras dos años en el Real Valladolid. Entre los directivos se implantó la idea de utilizarle como moneda de cambio en alguna operación, pero finalmente se quedó contra la voluntad tanto del palco como del banquillo.
Dupla letal
Con tesón y mucho curro Amavisca y Zamorano pasaron del ostracismo a convertirse en la dupla más temida de la Liga y, a ellos se les puede atribuir gran parte de la conquista de aquel campeonato de la regularidad por parte de los blancos.
El chileno fue Pichichi con 28 tantos, entre ellos el que decidió el título ante el Deportivo de la Coruña a principios de junio de 1995, a pase como no de su inseparable compañero, Amavisca, que también hizo el primero de la noche.
Por su parte, “El puñal de Laredo” anotó esa temporada 10 de sus 14 goles en cinco años como futbolista del Real Madrid y repartió asistencias por doquier.
Además fueron nombrados mejor jugador extranjero y mejor futbolista español de la temporada respectivamente. Un ejemplo más de que el sacrificio y trabajo duro tienen su recompensa.
Los aficionados merengues no se cansaron de ver las volteretas de “Bam Bam” y los niños no cesaron de imitar el homenaje de Amavisca a un amigo fallecido, con rodilla al suelo y dedo índice apuntando al cielo.
Zamorano puso rumbo al Inter de Milán en 1996, mientras que el centrocampista cántabro permaneció en el club blanco cuatro años más, hasta su marcha al Racing de Santander.