Tras su irregular paso por Sevilla FC y Newell’s Old Boys, “El Pelusa” fue suspendido por la FIFA durante 15 meses por su dopaje en la Copa del Mundo de 1994.
Aquella sanción expiró el 29 de septiembre de 1995, con Diego al borde de los 35 años. No había perdido ni un ápice de calidad, pero el físico ya no le daba. Sabía que le quedaba poco tiempo en el fútbol de primer nivel.
El 7 de octubre de 1995 La Bombonera vistió sus mejores galas para el regreso del ídolo. Tras un breve período como entrenador de Deportivo Mandiyú y Racing Club, Diego volvía a vestirse de corto. Iba a sentir de nuevo la pelota en sus pies.
La eterna súplica de la hinchada azul y oro “Vamos Boca, ponga huevos, griten todos, para que vuelva el Diego” por fin daba sus frutos.
El regreso del hijo pródigo
Iba a jugar con la camiseta de Boca Juniors, con la que ganó el Torneo Metropolitano 14 años atrás. El rival de los Xeneize era un recién ascendido, Colon de Santa Fe, en la jornada de apertura del campeonato argentino.
El resultado aquel día no importaba tanto como otras veces. Diego estaba de vuelta y, con un estrambótico look salió por la bocana de vestuarios para hacer estallar de júbilo a La Bombonera.
Los locales ganaron sobre la bocina con un gol de cabeza de Darío Scotto a pase de “Kily” González, que poco después reconoció haber declinado su fichaje por el Real Madrid a petición de Maradona.
El “10” dejó destellos de su soberbia calidad, pero si por algo es recordado aquel encuentro es por la trifulca con Toresani, tras una dura entrada de Caniggia a un jugador Sabalero.
El centrocampista de Santa Fe, con el que un año después compartió vestuario, terminó expulsado. La cosa no terminó ahí, ya que, fuera de la cancha protagonizaron un intenso cruce de declaraciones.
Maradona y Boca hicieron un buen año, pero en el sprint final perdieron fuelle y el título terminó en manos de Vélez Sarsfield.
El último partido de Maradona
Dos años después de su regreso a Boca, la casa del eterno rival fue el escenario del último partido de Maradona como profesional.
Las piernas ya pesaban. Los excesos fuera del campo no le permitían hacer grandes esfuerzos y con la magia ya no bastaba. Lento y previsible, no era capaz de desequilibrar la balanza a favor de los suyos. Fue sustituido en el descanso por Caniggia.
En la segunda parte un mago todavía en edad juvenil, Juan Román Riquelme, saltó al campo para dar uno de sus primeros recitales. El Monumental asistió en directo al relevo generacional en el club Xeneize.
Aquel cambio desatascó Boca, en ese momento en desventaja en el marcador por el gol de Berti, que le dio la vuelta al partido con los tantos de Toresani y Palermo.
A la conclusión del partido Maradona regresó al terreno de juego para dedicar algunas lindezas a los hinchas Millonarios. Ya delante de los micrófonos, siempre fiel a su estilo declaró:
Horas después los medios publicaron que el «Diez» había vuelto a dar positivo, también se rumoreó que su padre había fallecido. Todo era rotundamente falso, pero influyó en su decisión final.
Cinco días después del Superclásico en El Monumental, el día del 37 cumpleaños de Diego Armando Maradona. El Pelusa. Barrilete Cósmico. El Pibe de Oro. El jugador que hizo que los napolitanos se decantasen por él antes que por su país. El único futbolista al que le han fundado una iglesia en su honor, anunció su retirada del fútbol.
La pelota no se mancha
21 años después de su debut con Argentinos Juniors, con 11 títulos bajo el brazo, más de 700 partidos en sus piernas y 373 goles salidos de sus botas, a los que hay que sumar miles de regates y “diabluras”, un icono del fútbol lo dejaba. Esta vez era la definitiva.
El personaje Maradona engulló a Diego, pero no es menos cierto que que su zurda arrancó millones de sonrisas a los aficionados a este deporte a lo largo y ancho de todo el planeta.
Cuatro años después del último partido de Maradona, una constelación de estrellas se reunió en La Bombonera para rendir homenaje a “El Pelusa”.
Millones de devotos maradonianos lloraron a moco tendido aquel 10 de noviembre de 2001.
Argentina dirigida por Marcelo Bielsa se midió a un combinado de jugadores del resto del mundo con Alfio Basile como técnico. Sobre el césped arroparon al “10” futbolistas de la talla de Ayala, Aimar, Zanetti, Verón, Claudio López, Higuita, Matthaus, Francescoli, Recoba, Valderrama, Suker, Careca, Stoichkov o Cantona.
Fue la fiesta del fútbol. Un gran homenaje a uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, que entre lágrimas dio emotivo discurso. “La pelota no se mancha”, concluyó Maradona.
