Desde niño en Villa Fiorito ya irradiaba algo especial sobre el campo, cuando formaba parte de “Los Cebollitas”. Precoz, como los grandes genios de la historia, firmó su primer contrato profesional y debutó con Argentinos Juniors con apenas 15 años.
Fue el día que cambió su destino y el de toda su familia, pasando de su humilde barriada a La Paternal.
Con «El Bicho» consiguió la nada desdeñable hazaña de ser máximo goleador en cinco ocasiones, a pesar de no desempeñarse como delantero anotó 116 goles en 166 partidos.
Sin duda allí eclosionó como estrella mundial, alzando sus actuaciones a esto modesto club a la zona alta de la tabla .
Estuvo a punto de ser convocado para el Copa del Mundo de 1978, cuando aun no había alcanzado la mayoría de edad, aunque Menotti decidió reservarlo para el Mundial Juvenil de un año después.
La Paternal se le quedó pequeña
En La Paternal permaneció hasta 1981, cuando sin haber cumplido veinte años las ofertas por el astro eran irrechazables para Argentinos Juniors. A comienzos de aquel año arrancó una pugna sin cuartel por hacerse con los servicios de «El Pelusa«.
Diego había marcado dos goles a River Plate en mayo de 1980, desde ese momento su presidente dio orden de llevar al “pibe ese de rulos” a El Monumental.
Por aquel entonces Maradona tenía un precontrato con el FC Barcelona, aunque el acuerdo no llegó a buen puerto en ese momento,
Los «Millonarios» partían con ventaja, ya que, gozaban de una muy buena salud económica, mientras que Boca Juniors vivía una profunda crisis financiera.
Argentinos Juniors tasó a Maradona en 10 millones de dólares y, pese a su solvencia económica, a River Plate le era imposible alcanzar dicha cantidad. Trazaron un rocambolesco plan para buscar fondos
Plan que acabaría fracasando y obligó a descartar su fichaje por esa vía.
Este consistía en poner a la venta mil localidades del estadio, que serían adquiridas por un periodo de 20 años a cambio de 10.000 dólares. Al no alcanzar la cifra demandada por Argentinos Juniors ofrecieron 6 millones y dos jugadores, además tentaron a Maradona con la promesa de convertirle en el mejor pagado de su plantilla junto a “Pato” Fillol.
La prensa se hizo eco de la operación y durante días no se habló de otra cosa en Argentina.
Familia «Xeneize»
Boca no entró en la pugna ante la imposibilidad de afrontar el pago, pero unas declaraciones de Maradona propiciaron un giro radical en su postura. Otras fuentes indican que Diego dijo “Quiero ser de Boca” y, llegó a correr el rumor de que había declarado: “me quitaron la ilusión de jugar en River”.
Estas declaraciones de Diego no eran para nada espontáneas y formaban parte de un plan para forzar a los «Xeneize» a entrar en la subasta. Años después, una biografía de Maradona arrojó cierta luz a lo sucedido.
Conversando con su padre, Chitoro, este le dijo que le hacía muchísima ilusión verle vestido con la zamarra de Boca y festejar sus goles en La Bombonera. Fuera como fuese, el plan de los Maradona dio sus frutos y empezó a interesarse por el crack.
No se sabe si es del todo cierto, pero el director de un diario de bonaerense, habría ofrecido esos 10 millones a Boca Juniors para hacer posible el traspaso. Antes de cerrarse, otro tabloide sacó en portada que Hacienda estaba investigando el origen de los fondos que harían posible la operación, lo que terminó tirando por tierra el fichaje.
Concentrado con el equipo en Mar del Plata, durante un torneo veraniego, las negociaciones continuaron copando los medios de comunicación.
Uno juega donde quiere
Finalmente, el 19 de febrero de 1981 llegaron a un acuerdo que casualmente se firmó frente al estadio de River. El fichaje de Maradona por Boca Juniors era una realidad.
Boca Juniors abonó 2,5 millones de dólares, a los que sumó el traspaso de cuatro jugadores: Carlos Randazzo, Osvaldo Santos, Carlos Salinas y Eduardo Rotondi, la cesión de Mario Zanabria y Miguel Bordón y el pago de la deuda de Argentinos Juniors, que rondaba el millón y medio.
A cambio de todo esto Maradona jugó en Boca Juniors en calidad de cedido hasta el Mundial de España ’82. Su contratación no mejoraba la situación económica de los «Xeneize», pero les ofrecía un activo para explotar.
A pesar de haber vendido hasta la emisión en directo de la firma del jugador, el club no fue capaz de asumir los pagos. De los 600.000 dólares de su salario Diego percibió una ínfima parte, ya que la mayoría fue mediante cheques sin fondos.
Otra cuantiosa parte le llegó en forma de apartamentos sin escritura, ni contrato, por lo que tampoco podían vender las propiedades.
Aquella mediática operación que significó tanto en lo sentimental para Maradona y para Boca, fue una autentica ruina económica para ambas partes.